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El tan ansiado 4 de julio finalmente había llegado y estaba marcado con una cruz en la mayoría de los calendarios de los ciudadanos de Panem, aunque sus razones variaban según el lugar de residencia. Los ciudadanos del Capitolio lo esperaban con emoción y curiosidad, mientras que en los distritos, la esperanza era pasar el día con suficiente suerte para que sus nombres no fueran seleccionados en la cosecha.
A pesar de residir en el Capitolio, para Reverie no solo esperaba este día para presenciar cómo 24 jóvenes luchaban por sus vidas en el anfiteatro, ella estaba especialmente emocionada debido a que justamente se encontraba en su último año de la academia del Capitolio y justamente ese día se entregaría el prestigioso premio Plinth, otorgado al alumno con el mejor desempeño durante su vida estudiantil.
La rubia descendió del automóvil que la llevaba hacia la academia, haciendo una pequeña mueca al sentir que las pinzas que sujetaban su cabello ejercían una molesta presión en su cuero cabelludo. Inmediatamente disimuló el gesto y sonrió al entrar, dirigiéndose a un pequeño grupo de estudiantes de grados inferiores.
Paseaba su vista con sumo cuidado y elegancia, a la vez que correspondía algunos saludos con pequeñas sonrisas y asentimientos de cabeza, Reverie era consciente de que muchos consideraban que era una candidata fuerte para el premio, ella no se oponía a esa percepción.
Había mantenido su perfil académico impecable, pero sabía que alguien más podría arrebatar el premio de sus manos en un instante. Sintió un roce ligero de dedos entrelazándose con los suyos, y el suave aroma a rosas en su nariz indicó que no debía preocuparse. Giró lentamente la cabeza y sonrió al encontrarse con unos ojos azules llenos de complicidad.
— Oh, joven Snow, qué placer encontrarlo aquí —dijo, volteándose para enfrentarlo por completo.
— El placer es mío —respondió él con tono juguetón—. Permítame llevarla hasta su asiento —agregó, extendiendo levemente el brazo. Respondió a su gesto rodeándolo.
Coriolanus Snow, la única persona que la orgullosa joven aceptaba que podía superarla en ciertos aspectos. A pesar del aula arrogante y segura que rodeaba al chico, ellos habían forjado una amistad duradera durante años. Les gustaba mencionar a sus conocidos que era simplemente porque compartían cosas en común, o que lo hacían para estudiar juntos y superarse, pero no era así, su amistad se basaba mayormente en el resguardo de secretos que conocían el uno del otro, aunque eso no significaba que no hubiera algo de cariño y complicidad dentro de esa retorcida amistad.
— ¿Cómo se encuentra el próximo ganador del premio Plinth? —mencionó ella con una sonrisa mientras lo observaba.
— No digas tonterías, Eve, tú tienes un mejor perfil para ganarlo.
