Las semanas habían pasado y todo marchaba en relativa calma.
Simplemente ese día Rosé no estaba del mejor humor, la nieve por fin había hecho acto de presencia, golpeaba la ventana del balcón del quinto piso donde Rosé observaba con melancolía.
Tenía rato que su teléfono sonaba con notificaciones que sabía eran de Lalisa, pero simplemente no tenía ganas de contestar, ya sabía lo que dirían, y ese día en especial estaba harta de toda esa basura.
Lisa y Jennie todos los días tenían desacuerdos, a veces más grandes, a veces más pequeños, pero quien terminaba siendo siempre el hombro para llorar de Lisa era ella.
Pero hoy no, hoy no permitiría que sus cosas destruyeran su paz mental.
Realmente su chocolate caliente y ver los copos de nieve cayendo al otro lado de la ventana eran más interesantes que todo eso.
Ya que le diera el consejo que le diera a Lisa, esta siempre terminaba dejándose manipular por los encantos de Jennie.
Como aquella vez donde en pleno restaurante había despreciado cruelmente una muestra de afecto de Lisa.
Después simplemente se disculpó diciendo que estaban en público, cuando la realidad es que nadie les observaba, pues estaban en un lugar privado.
Lisa claramente se sintió mal el resto de la noche y eso a Jennie pareció no importarle hasta que al final del día Lisa le reclamó.
O la vez que los directivos de la empresa hablaron con ella para dejar correr el rumor de que salía con algún chico del medio y Jennie felizmente aceptó sin siquiera consultar la opinión de Lisa, digo no es como si Lisa pudiera salir a decir que no era verdad lo del chico y que la verdadera pareja de Jennie era ella, pero bien se pudieron evitar tal cosa, pues en nada beneficiaba a Jennie esto.
En fin quizá para algunos son pequeños detalles sin importancia, pero no para Lisa, que con cada una de esas "pequeñas" acciones el corazón se le rompía un poquito más. No para Rosé que siempre estaba abrazando a Lisa mientras lloraba con lágrimas de impotencia, sabiendo que su amor jamás podría ser libre.
Rosé estaba sumergida en sus propios pensamientos cuando de pronto escuchó un leve toquido en su puerta principal.
Vio la luz en su celular encender con un último mensaje de Lisa diciendo, "Rosie ábreme por favor".
Se paró molesta caminando hacia la puerta, con la intención de decirle a Lisa que le diera espacio, que no se encontraba para nadie, que no importaba el postre que trajera, hoy no quería saber de nada.
No solía ser así, y menos con Lisa, pero toda esta situación ya la había sobrepasado y estaba totalmente cansada de todo eso.
Abrió la puerta de un tirón con cara de pocos amigos.
Pensando en gritarle dos que tres verdades a Lalisa.
Cuando la vio ahí, con la carita empapada en lágrimas, temblando de frío y con una expresión desvalida que le partió el alma.
La actitud de Rosé cambió radicalmente con un solo vistazo que le dio a Lisa.
Solo atinó a decir con voz medio cortada, — ¿L-Lisa?.— se quitó el suéter que llevaba puesto y envolvió a Lisa mientras la abrazaba.
La hizo pasar y ya con ella en el sofá tapada con una manta, y tomándose la taza de chocolate que antes había sido de Rosé la abrazaba y le frotaba los brazos para darle calor.
Lisa no había pronunciado palabra alguna desde que entró al departamento, pero no hacía falta que lo hiciera, Rosé comprendía perfectamente lo que estaba pasando.
Y le dijo, mientras acercaba su rostro para rozar su nariz con la fría mejilla de Lisa, — Todo va a estar bien, te lo prometo.—
Lisa solo comenzó a sollozar bajito mientras Rosé sin saber qué más hacer o decir la envolvió con más fuerza entre sus brazos mientras le daba un beso en la frente.
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