Monumentos

205 21 2
                                    

Krytus no podía cesar la ira que sentía. Caminaba sintiendo como todo su cuerpo hervía en una masa de fuego incontenible a punto de estallar. Necesitaba alejarse de todos los problemas que le traía esta interminable guerra cuanto antes, apartarse por un momento hasta de sus propios compañeros que insistían en que ya no era quien habían conocido en el campo de batalla. No quería que supiesen que unas patéticas memorias de su naturaleza real le atribulaban y le llenaban la cabeza de recuerdos melancólicos y dolor. Él era un Rojo, un gran guerrero, el mejor de los gladiadores de su contraparte de la especie, aquel que había llevado a su color a lo más alto de la cumbre por un largo período de tiempo. No podía mostrar miedo, no podía mostrar el pesar que sentía de ser despreciado por sus "iguales".

Necesitaba salir, huir por un rato para apaciguar su feroz espíritu, sin que vieran que estaba escapando de su debilidad. Debía borrar todo aquello que tuviese el recuerdo de aquellos que lo volvían infeliz. Quería tomar con sus propias manos todo aquello que había quedado escrito en piedra hace años y hacerlo añicos para que el viento, el fuego y el tiempo lo terminasen de extinguir de una vez y para siempre. Se acercó al ventanal de su enorme habitación y miró hacia el cielo iluminado por el planeta de los Azules en donde una vez ambas partes convivieron en una aparente armonía y suspiró agachando su cabeza, dejando que su frente tocase el cristal que la cerraba. Meditaba si lo que pensaba hacer estaba correcto, dándose cuenta que no había nada lo suficientemente importante para mantener en pie aquellas enormes piedras sin alma. Abrió un portal detrás de él con un movimiento de sus manos sobre un teclado, a penas de su tamaño para que los otros rojos no le detectasen en el radar y lo atravesó a pie para evitar más consumo de energía que llamasen la atención de sus compañeros.

Debía dirigirse al complejo histórico sin ser detectado por la vigilancia aún activa del área por lo que empezó a caminar lentamente mientras pensaba en esta nueva oportunidad que el universo le estaba brindando para poder completar su cometido. El pasado, lleno de rechazo para él siendo un rojo descendiente de gobernantes en un planeta Azul, el futuro, incierto y lleno de posibilidades, y el presente tan extraño y nuevo para él, desgastaban su energía de una manera que no había experimentado antes. Se sentía como si fuese un orgánico, agotado al final del día con ganas de seguir recargando una y otra vez aun cuando no lo necesitase más.

Se había dado cuenta al despertar que aquellos seres que su especie había ayudado a establecerse a través del universo se habían multiplicado y habían evolucionado exponencialmente siendo algunos capaces hasta de crear su propia tecnología. Algunos de ellos se habían decidido por explorar el multiverso y conquistarlo, y otros como los seres humanos, los cuales eran menos desarrollados, habían desarrollado un fuerte sentido empático llevándolos a algunos de ellos a querer salvaguardar lo que quedaba de los Sentients. Se encontraba gratamente sorprendido por ello y complacido de que fuesen ellos quienes le hubiesen despertado indirectamente de su prisión.

Al principio les tenía un total desprecio y ahora, gracias al Ser Carmesí, quería conocer más de ellos. Quería ir a aquel planeta de tierra y agua, no sólo para conquistarlo y gobernarlo, sino también para aprender de la raza humana. Lo que había logrado aprender gracias a su conexión psíquica con Sage le había dejado una buena impresión acerca de ellos, despertando su curiosidad. Quería saber si todos eran como Battle Force 5... Si todos eran como Vert, magníficos líderes, valientes, capaces, inteligentes y de fácil adaptación, o si alguno de ellos era diferente. Se preguntaba si algún humano en alguna parte deseaba ser como lo que él era ahora, un conquistador con deseos de supremacía para su especie.

Detuvo su marcha por un momento y miró hacia la oscuridad del universo sobre su luminosa cabeza, buscando con sus ojos, dónde posiblemente estaba el planeta hogar de aquel humano. No recordaba que estuviese en los planos originales que los azules habían mostrado del multiverso, no recordaba tampoco datos que mostraran que aquel lugar fuese a tener una evolución próspera. Parecía capricho o suerte dada por el azar, que vida inteligente se hubiese desarrollado en aquel inhóspito desierto ardiente. Necesitaba más datos, más análisis que le mostraran el por qué de su existencia. Le parecía imposible que hubiese genuinamente ser viviente que desease el bien para otras especies que no eran la propia.

PASIÓN ROJA [BF5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora