Siete

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Una hora después, luego de que SeongHwa y yo ensayáramos sin descanso, la puerta del lugar se abrió nuevamente, dando paso al resto de los bailarines que volvían de su receso. Cada uno hizo una leve reverencia con la cabeza al ver a SeongHwa en el lugar, y yo simplemente sonreí observando el suelo.

Sin embargo, aquella paz que sentía se esfumó más temprano que tarde, en cuanto el resto de los chicos de ATEEZ ingresaron, y el coreógrafo tras ellos.

Era hora.
Incluso SeongHwa había decidido utilizar su tiempo en ayudarme con los pasos; no podía fallar.

Pero sin presiones, claro.

Como si se tratase de un actuar automático, todos nos dirigimos a nuestras posiciones iniciales y esperamos el comienzo de la música.
Y entonces comenzó la práctica. Estaba tan centrada en no cometer los mismos errores que había estado repitiendo continuamente, que apenas podía observar algo más que no fueran los pies de los demás bailarines y nuestros movimientos.

Necesitaba lograrlo.

Fue así como el ensayo avanzó. Y, ya que el resto de los chicos se habían aprendido perfectamente sus partes durante el primer bloque, esta vez la práctica duró solo 40 minutos. Sin parar.

En definitiva necesitaría todo un galón de agua para sobrevivir cuando todo acabara. Ni siquiera podía explicar cómo es que mis músculos continuaban funcionando con la misma fuerza y definición de siempre.
La presión de no presentar algo mediocre.

A veces podía ser muy dura conmigo misma, debo aceptarlo.

Entonces, cuando la canción llegó a su fin por última vez, todos nos quedamos inmóviles. La coreografía terminaba con ATEEZ siendo los únicos en escena, y todos nosotros solo observábamos expectantes. Luego de unos segundos, el coreógrafo mostró una gran sonrisa y dio un par de fuertes aplausos.

— Esto — dijo —, exactamente esto, es lo que debe ir a ese escenario.

De inmediato, todos los bailarines soltaron una exclamación de alegría al notar el orgullo y satisfacción ajena.

No puede ser, lo había hecho.

Por reflejo, busqué a SeongHwa a través del espejo, y cuando sus ojos hicieron contacto visual con los míos, ambos sonreírmos. Entonces, una cálida sensación reocrrió mi cuerpo. Aquella cansada pero satisfecha sonrisa por parte de Park acababa de confirmarme que todo había valido la pena. No podía negarlo: después de haber tenido un ensayo personal con el chico, era a quien más me preocupaba decepcionar.
Pero, aunque solo hubiesen sido un par de segundos, aquella sonrisa lo valía todo.

Fue entonces cuando el coreógrafo chequeó la hora en el reloj de su muñeca y asintió, indicándoles a los ocho artistas que debían ir a otra de las salas para continuar con sus prácticas por sus cuentas.

HongJoong sonrió, agradecido, e hizo múltiples reverencias a modo de despedida antes de dejar el lugar. El resto de los chicos le imitó. MinGi se despidió de nosotros saludando con sus manos, San me dirigió una mirada dudosa y mostró sus pulgares en alto; no pude evitar soltar una pequeña risa y asentir a sus preocupads ojos, indicándole que estaba bien, que no debía preocuparse cada vez que pusiera su pie en mi espalda.

Este chico.

El último en salir fue SeongHwa, quien volvió a verme y cerró su puño a la altura de su hombro, moviendo sus labios luego, sin pronunciar palabra alguna. "Fighting".
Sonreí sin poder evitarlo e imité su seña, despidiéndome de él.

Si había algo que aceptar, era que había tenido demasiada suerte al ser incluida como backdancer de ATEEZ; esos chicos eran maravillosos.

Y entonces, todos volvimos a posicionarnos frente al gran espejo, mas no alcanzamos a movernos. El chico a cargo de la coreografía estaba tan feliz con los resultados de lo que había visto, que decidió detener la práctica y darnos el resto del día libre.

— Mañana estén puntuales y llenos de energía. — fue lo último que dijo antes de dejar el lugar.

Instintivamente todos asentimos y esperamos a que su presencia desapareciera. Luego, comenzamos a estirar por última vez nuestros músculos para evitar lesiones y a ordenar nuestras cosas.

A decir verdad, no podría poner en palabras lo agradecida que estaba de escuchar esas palabras. Había estado practicando hasta tarde durante días seguidos, y no quería descuidarme demasiado. Así que, sin nada más que hacer allí, tomé mis cosas y me despedí de quienes quedaban en el lugar antes de retirarme.

No fue hasta salir del edificio que todo el cansancio acumulado cayó sobre mis hombros, llevándome a la realidad. Cuando bailaba apenas sentía la exigente cantidad de energía y esfuerzo que le demandaba a mi cuerpo, era algo que me fascinaba y, cuando se volvía un desafío, se volvía aún más atractivo. Pero, cuando eso acababa y mi vida volvía a bajar de velocidad... todo caía sobre mí.

Estaba casi llegando a mi vivienda, cuando mi celular vibró y el nombre de Kwan apareció entre mis notificaciones.

Kwan
¿Cómo va tu día, princesa?

Una sonrisa pareció en mi rostro.

Bien, todo tranquilo ahora.
De hecho, me dieron el día libre...
No sabes cuánto lo necesitaba.

Ay dios, qué mal. Apenas acababa de empezar.

Kwan
¿Libre? Genial.
Iré a verte. Voy en 15

Asentí -lo cual fue ridículo, porque Kwan no podía verme en ese momento- y guardé mi celular. Acababa de llegar a la entrada del edificio y ahora tenía algo de tiempo antes de que el chico llegase. Y es que, aunque lo que más necesitaba era descansar, debido al compromiso que ser parte de la agencia significaba, apenas había tenido pequeños momentos para dedicarle atención; no podía decirle que no si quería venir a verme.

Además, Kwan es mi novio, no sería la primera vez que me quedo dormida con él en presente.

Cuando ingresé a mi departamento, fui directamente al baño para tomar una ducha. Luego, fui por mi remera más grande y pantalones holgados. Después fue tan solo cuestión de minutos para que Kwan llegase.
El chico me saludó con una gran sonrisa y depositó un corto beso en mis labios.

— Te extrañé, princesa.

— Yo a ti — respondí sintiendo la calidez de su presencia.

Kwan avanzó por el lugar y me observó de arriba abajo.

— ¿Comiste?

Guardé silencio. Sabía que algo estaba pasando por alto.
Negué con la cabeza. Kwan solía preocuparse por mis comidas y salud, por lo cual me dirigió una mirada reprochadora unos segundos, y luego sacudió mi cabello.

— No se diga más.

Entonces, fue hacia la cocina. Y tras él iba yo, siguiendo sus pasos un tanto embobada. Realmente habían pasado un buen tiempo desde la última vez en que nos habíamos visto, no podía negar lo agradable que se sentía tenerlo conmigo.

Di un pequeño salto y me senté sobre el mesón de la cocina, observando a mi chico moverse por el lugar a la búsqueda de ingredientes y sartenes.

— ¿Y en qué están trabajando ahora? — lo escuché — ¿Algún evento?

— Y qué evento — murmuré — ¡Los MAMAs vienen en camino! Es, en serio, mucho trabajo, muchos detalles, demasiadas cosas que considerar y... — entonces comencé a mencionar cada uno de los preparativos, recordando las dificiultades que yo misma había tenido entre todo el caos organizado — ...y luego uno de los chicos se quedó para ayudarme con los pasos hasta que finalmente lo conseguí — acabé diciendo con orgullo.

La sonrisa de SeongHwa cuando recibimos las felicitaciones por parte del coreógrafo. Aquella calidez volvió a mí, sacándome una sonrisa.
No lo había decepcionado.

— ¿No lo crees?

— ¿Perdón? — sacudí mi cabeza al escuchar la voz de Kwan, volviendo a verle — Lo siento, me quedé pensando en la práctica.

El chico sonrió y se acercó a mí, rodeando mi cintura con sus brazos.

— No te preocupes, ¿quieres comer ya? — ladeó su cabeza — Está listo.

Sin dudarlo, asentí, con una inocente sonrisa en mi rostro e infantil emoción.
Necesitaba alimento para poder continuar, definitivamente.

Dazzling Light | Park SeonghwaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora