Mozo

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-Te dije, Jin hyung. No te iba a defraudar. - Sonríe orgulloso Jimin al a ver Jungkook limpiando unas mesas de aquella cafetería.

Hace ya ocho meses que el comisario le había ayudado ofreciéndole trabajo en el local de su cuñado, SeokJin. Quien al principio se negó por el simple hecho de haber robado varias veces antes, pero solo bastó explicarle mejor la situación, agregarle un poco de drama y ya lo tenía contratado con un sueldo, no muy alto pero suficiente para las medicinas y algún gusto que deseara el menor.

-Tienes razón Jimin. Este pequeño es un gran trabajador. - Le regala una sonrisa al menor quien apenado le devuelve y camina hacia el castaño para saludarlo.

-Hola hyung. -Sonríe mostrando aquella blanquecina y tierna dentadura de conejo.

-Hola Kook. - Lo mira sonriendo, se veía tan tierno pero a la vez tan varonil su maknae con aquel traje que apretaba su torso. Sin poder evitarlo lo abraza besando su rostro. Durante este tiempo habían creado una gran relación afectuosa los dos. En el que mutuamente un amor crecía en ellos, más que todo en el comisario. Que cayó enamorado por Jungkook y esa fachada de chico rudo, lo cual no tenía nada de eso, además de su torpeza de robar para su madre. - ¿Falta mucho para que finalice tu turno? Quería invitarte a cenar.

-No hyung. Ya mismo termino de limpiar esas mesas de allá y finalizo. - Apurando su paso, comienza a limpiar las mesas faltantes mientras que Jimin iba hacia su cuñado para conversar hasta que esté listo el menor.

-¿Cómo se ha comportado hasta ahora? -Pregunta Jimin a SeokJin, después de apoyarse en la barra para observar al pelinegro limpiar con tiernos tropezones con el objetivo de acabar rápido.

-Si te soy sincero. A veces me olvido que tengo un empleado. Es... tan callado y tranquilo. Su misma presencia te hace pensar que no hay nadie. - Al igual que el castaño, miraban a Jungkook limpiar. - ¿No me habrás echado una mentira al decirme que antes ha robado?

-No cuñado, ¿cómo crees? Te puedo mostrar sus antecedentes penales.

-Está bien, de todas formas te creo. No mientes.

-Las personas cambian. - sonríe Jimin viendo como ya salía el pelinegro de los vestuarios con su ropa normal, colocándose a lado de ellos.

-Listo hyung.

-Bien. Vamos entonces. - Se acerca a él, después de haber saludado a Jin seguido, salir del local.

-¿A dónde vamos a ir a cenar Jimin hyung?

-Casa. - Le regala una sonrisa mientras sacaba el seguro al auto y le abría la puerta para que entre.

-¿Su casa? -Pregunta mirándolo con sus ojitos brilloso. Algo que Jungkook se había encariñado en demasía era ir al dulce hogar de su hyung, lo sentía tan cálido y familiar, tranquilo, la sensación tan conocida que el comisario desprendía y sin olvidar mencionar sus bellos mininos que adoraba con locura.

-Así es. Quería cocinar un platillo nuevo que vi en internet. A penas leí la receta mi boca se hizo agua, y pensé.
: "ah, este platillo merece que lo pruebe Jungkook" - Le responde, luego de encender el auto y tomar camino a la casa del mayor, que estaba media hora.

-Oh hyung, que amable al pensar en mi. -Suelta una pequeña risa apenado porque Jimin se acordaba de él en situaciones sencillas, pero que causaban demasiadas cosquillas. - También quería contarle algo, bueno. Dos cosas. La primera es que estoy aprendido a cocinar, gracias a Jin hyung y mi omma. Para la próxima yo lo voy a invitar a mi casa.

-Que bien, Jungkookie. Sabés que no me voy a negar. Ya quiero verte cocinar, la última vez casi me quemas la cocina al poner una taza de plástico en el microondas. - Su risa se escucha en el auto. Esa maldita risa que tenía embobado al pelinegro, más y más. Sentía que un año más de vida se le sumaba por solo oírla. Tan risueña, juvenil y soñadora.

-En mi defensa no sabía que podía pasar eso. ¿Acaso los microondas no están adaptados para eso?

-Si Kookie, pero con algunas excepciones. - Da una última risotada para proseguir hablar :- ¿Cuál es la segunda cosa que me querías contar?

-A-ah, si. Empecé ir a un club de auto ayuda para dejar de... ya sabes, esa vida de...robos. - Jimin lo mira medio desentendido, pensaba que Jungkook ya había dejado eso hace rato, no creía que lo haya retomado. Obviamente el menor al verle la cara de confusión se adelantó hablar. - Antes que saques una teoría seguramente errónea... no Minie, desde que comencé trabajar no he robado nada. Promesa de garrita -muestra su dedo meñique -. Solamente voy porque mi ex padrastro me lo pidió, no está seguro que lo dejé totalmente... Y-y hay veces que me pasa por la cabeza querer robar ¡Pero no lo hago! Lo juro.

-Está bien Kookie, sabes que te creo. -voltea por unos segundos su vista de la carretera para brindarle un sonrisa, logrando tranquilizar a su querido menor. -Me parece lindo que no quieras robar más sino ya te ibas a tener que mudar a la cárcel de las veces que ibas.

-¡Hyung, no sea exagerado!. -Le da un leve golpe en su hombro, logrando que Jimin se ría por aquello.

Cuando llegaron al hogar del comisario, como este lo dijo, puso su manos en la cocina y empezó a preparar el platillo para la cena, acompañado de Jungkook quien estaba sentado hablándole de cualquier tema que se le viniera a la cabeza.

Era algo bastante doméstico para ambos, el pelinegro le contaría acerca de su día, luego le preguntaría al mayor, para después ser Jungkook quién lleve el rumbo de la conversación y sea un pequeño charlatán con el mayor de audiencia.

Momentos como este era los que más apreciaba Jimin, pues su casa ya no se sentía vacía y fría a la noche, era todo lo contrario. Cálida, llena de vida y hogareña.

Y nada más por la sencilla pero especial  visita de Jungkook.
Con su compañía la casa presenciaba como el menor trataba de cocinar o que en otra reunión, jugaban a un juego de mesa, hasta otro que compartían una tarde de películas con palomitas y manzanas acarameladas, también como el fin de semana anterior, que se la habían pasado bailando en just dance. Un obsequio que Jimin le había dado a Jungkook, pero este lo dejaba en casa de su mayor. 

Mientras que hoy, esperaba un cena hecha por Jimin y seguramente un maratón de películas.

Para convertirlo en una tradición en los viernes a la noche.

¿Otra vez tú? ᴷᵒᵒᵏᵐⁱⁿ ᵐⁱⁿⁱᶠⁱᶜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora