Sungmin condujo a casa tan rápido como podía conducir sin poner en peligro a Lia. No podía esperar a llegar y ver el sosiego en la cara de Kyuhyun cuando se enteró de la verdad. Lo encontró en el dormitorio, empacando. Gracias a Dios que Lia estaba en el suelo en su portabebés y no en sus brazos.Se sentía mareado, como si fuera a desmayarse.
—¿Qué estás haciendo?
—Marcharme de una puta vez de aquí. —Kyuhyun tiró un puñado de camisetas en su bolsa, y luego volvió a su armario y recogió una hilera de calzoncillos.
—¿Por qué? —Sungmin tenía que hacer la pregunta. Había jugado esta escena antes, la noche que Joy lo echó. Es curioso, no recordaba que le lastimara tanto.
—¿Realmente tienes que preguntar? —Kyuhyun se echó a reír, un sonido ácido.
—Sí, creo que sí. —Sungmin puso su mano sobre el brazo de Kyuhyun—. Simplemente para por un minuto. —Kyuhyun se detuvo, con los músculos como el hormigón bajo su mano—. ¿Quieres decirme lo que hice para que pueda arreglarlo?
—Jeff Lesterman se detuvo para hacerse una idea de mi tienda. —Kyuhyun se apartó de él—. Tú sabes, el lugar que va a destruir.
—Oh, Dios. —Sungmin sintió como algo dentro de él empezó a romperse—. Mira, puedo explicarte si me lo permites. —Un torrente de miedo palpitando hizo la voz de Sungmin tenue y débil—. Llamé hace semanas a Jeff, antes de que empezaras a cuidar a Lia. Infierno, antes de saber incluso de ella. Él ha seguido adelante y yo… olvidé decirle que no viniera.
Durante un minuto Sungmin pensó que había llegado a través de él, pero luego Kyuhyun dijo: —Tú todavía vas a destruir el lugar. Es por eso que sólo me hiciste un contrato de seis meses.
Sungmin quería mentir. Quería con todooyuhyun que el edificio era suyo, que todo esto era un error, algo que sólo pudiera llevarlos a la cama y reírse juntos sobre ello. En cambio, dijo: —Sí. Voy a derribarlo.
—Sí. Eso es lo que pensaba. —Kyuhyun metió el resto de sus cosas en la bolsa, cerró la cremallera y se la echó al hombro—. Eres una parte repugnante del trabajo, Sungmin. Me siento tan mal por Lia que casi no puedo soportarlo. Sólo Dios sabe de cuántas maneras le joderás la vida. —Salió corriendo sin mirar atrás.
Sungmin estaba orgulloso de sí mismo. Alcanzó a llegar al cuarto de baño antes de vomitar.
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Kyuhyun no se acordaba de los dos primeros días después de irse de la casa de Sungmin, sábado y domingo. Los pasó encerrado en su apartamento, dañado y borracho. Pensó seriamente en seguir el patrón llegado el lunes, pero una llamada ese día por la mañana de su abogado haciéndole saber que los Michaelsons estaban presionando para una fecha en la corte en Enero le convenció de que era mejor conseguir levantarse y abrir la tienda.
Tenía que hacer tanto dinero como pudiera antes de que el hijo de puta del que había sido tan estúpido de enamorarse derribara el lugar.
Gordy estaba sentado en su camioneta fuera de la tienda, cuando llegó. Gordy no dijo nada sobre el hecho de que llegaba con dos horas de retraso, ni tampoco dejó comentarios por el hecho de que olía como una botella de ginebra barata. Gordy sólo consiguió sus herramientas y se puso a trabajar.
Kyuhyun se recordó a si mismo de darle al hombre una subida de sueldo tan pronto como el acuerdo de fabricación se llevara a cabo.
El día fue largo, tedioso y doloroso como el infierno. El ruido metálico y una resaca cegadora no se debían mezclar. Estaba a punto de mandar a Gordy a buscar una aspirina cuando una pequeña rubia con un puñado de pecas y los ojos de Sungmin entró en la tienda.