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Hajime no sabía muy bien como acercarse a él, sentía que tal vez necesitaba algo de espacio, pero ya fue muy tarde y ya estaba al lado suyo.
– Komaeda, ¿estas bien? – preguntó hajime agachado de cuclillas al lado del albino. La primera reacción que hizo este fue asustarse, estaba tan sumergido en sus cosas que no se dio cuenta de la presencia del castaño.

– Eh ¿Hajime, que haces aquí? – respondió algo confuso.
– Ah, es verdad ¿te dejaste el teléfono y vine a devolvértelo – dijo sentándose al lado suya mientras que le daba el teléfono a Komaeda.
– Dime Komaeda, ¿estas bien? Hoy te he visto algo desanimado – preguntó,
– No tienes que preocuparte por mi – respondió con la cabeza mirando al suelo.
– Vamos no digas eso, eres mi amigo puedes contar conmigo – Hajime sabia que algo pasaba y komaeda no quería contárselo a si que tampoco quería presionarle mucho.
– Da igual, no es nada no hace falta que te preocupes – Respondió con un hilo de voz como si en cualquier momento rompiese en lágrimas. El castaño notó esto y estaba confuso no sabía que le podría pasar a Komaeda pero a la vez le preocupaba. Como Hajime temía, Komaeda se echó a llorar entre sus propios brazos, muchos sentimientos y pensamientos pasaron por la cabeza del albino, ¿habría hecho el ridículo? ¿Tal vez estaba dándole muchas vueltas? Komaeda estaba muy confuso.
Hajime al ver la situación lo único que se le ocurrió en ese momento fue abrazar al albino para intentar tranquilizarlo . No tenía ni la más mínima idea de que le podría pasar pero en ese momento solo pensaba en que podía hacer para ayudarlo.

Pasado un rato Komaeda ya estaba más tranquilo, aún tenía un sentimiento de angustia y confusión pero ya estaba más calmado.

– ¿Ya estás mejor? – Preguntó Hajime para romper el silencio.
– S-si... lo siento, no debería haberme puesto a llorar como un niño pequeño – Respondió Komaeda
– No te preocupes por eso, hay veces que es mejor llorar para desahogarse – Dijo hajime.
– Komaeda... no te voy a obligar a que me digas lo que te había pasado pero sabes que puedes confiar en mi – dijo Hajime para ver si podía saber lo que le pasó, pero no quería presionarle por que Komaeda no es una persona que suela abrirse fácilmente con los demás.
– Gracias Hajime, pero no era nada – Respondió el Albino quitándole importancia al asunto.

– Vamos te acompañare hasta la estación– dijo Hajime levantándose del banco.
– No tienes que molestarte puedo ir yo solo – respondió Komaeda levantándose también del banco. Los dos caminaron hasta la estación sin decir ni una palabra, Komaeda aún se sentía algo avergonzado por lo ocurrido antes .El castaño seguía algo preocupado por el ,Hajime nunca había visto ese lado débil e indefenso de Komaeda.

En cuanto se quisieron dar cuenta ya estaban en la estación.
– Bueno, ya puedo ir solo desde aquí, gracias por acompañarme, no tenias por que – dijo el Albino señalando la puerta de entrada a la estación.
– No es nada no te preocupes, oye Komaeda si necesitas hablar algún día, dímelo ¿de acuerdo? – dijo Hajime antes de que el Albino se marchase. Komaeda no dio una respuesta clara, solo asintió con la cabeza sutilmente seguramente no quería responder directamente. Los dos se despidieron y cada uno se fue por su lado.

Hajime vio que ya se había hecho tarde a si que decidió llamar a Nanami de que no iba a volver con ellos, por que ya se había hecho tarde.
Por otro lado Komaeda ya había tomado el tren, era tarde por lo cual habia poca gente en el vagón, este se sentó en uno de los asientos que estaban cerca de la puerta y empezó a pensar en lo que había pasado, tenía la mente confusa no sabía muy bien lo que había pasado, se sentía como un idiota de remate por haber montado un numerito, estuvo pensando en la pena que dio al llorar como un niño. Pero realmente estaba confundido, después de lo que dijo souda le hizo pensar, que no le quedaba mucho tiempo y compartir ese tiempo con alguien realmente le haría feliz, de solo pensarlo a Komaeda le aterraba la idea de quedarse solo. Al final le empezó a dar muchas vueltas al tema y necesitaba airearse a si que puso una excusa para marcharse y pensar, pero para su suerte no le ayudo en nada irse de la cafetería ya que hajime fue detrás de él para devolverle el teléfono, tal vez no tuvo demasiada suerte esta vez. Él creía que lo que necesitaba es estar solo por un rato, pero lo que realmente necesitaba era que alguien estuviese a su lado. Komaeda siguió pensando que le da mucha importancia a sus problemas y eso al fin y al cabo le termina perjudicando.

Cuando se quiso dar cuenta, el tren había llegado a su destino, el Albino se apresuró y salió corriendo del tren, estaba tan sumergido en sus cosas que casi perdía la parada.

Lo siento mucho por no seguir la historia :( estuve ocupada y entre unas cosas y otras no pude seguir la historia pero ya iré subiendo algún capítulo de vez en cuando. Y por cierto feliz año nuevo :D

Mi verdadera suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora