Prólogo

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La torre de la alegría.
Lyanna 283 DC.

Se encontraba en la Torre de la alegría junto a los tres guardias reales que Rhaegar había encomendado cuidarla. Su vientre abultado ya le impedía montar a caballo a toda velocidad como le gustaba o salir a explorar un poco la cercanía al lugar en donde se quedaba, por lo que ahora sus días se reducían a caminar en la Torre, estar en cama y si a veces le daban ganas, coserle ropa a su hijo o hija.

Se mantenía informada de lo que pasaba en el reino por sus guardias, y quien lo hacía con más frecuencia era el más allegado a su esposo, Arthur Dayne. Hace poco le había dicho que su hermano había roto el asedio a Bastión de Tormentas y que Dorne se resguardaba en sus fortalezas, era cuestión de poco tiempo, si a caso semanas o dos meses como mucho para que la guerra llegará a su fin, y tal vez menos para que las tropas Stark fueran a buscarla a ella.

Ahora mientras comía su cena y veía el atardecer a través de la ventana recordó cuando le dijeron que Rhaegar había muerto. Pasó varías días y noches llorando, como dos semanas, si no se equivocaba. Era un dolor increíble pero lo que le dió fuerzas para parar de hacelo fue su hijo, tenía que mantenerse lo más serena posible o las probabilidades de que tuviera un parto prematuro acompañado de su propia muerte en el eran altas.

Cuando terminó de comer fue a lavar los platos y lavarse su rostro para irse a dormir, no aguantaba el dolor de pies y su mayor deseo ahora dormir, pero cuando ya se diría a su habitación escuchó que la llamaban sus guardias desde la puerta de entrada.

Se dirigió lo más rápido que pudo para allá y los encontró a los tres con sus armaduras y capas blancas, como si se fueran al combate.

-Disculpe la molestia Lady Lyanna pero tenemos noticias de que el ejército Stark se dirige hacia nuestra posición, aproximadamente a una semana de distancia, ya han desplegado exploradores por la zona y es cuestión de días para que nos encuentren- habló el comandante Sir Gerold.

- No tenemos miedo, si se atreven a venir aquí plantaremos toda la pelea que haga falta- estaba vez fue Oswhel Whent quien habló, muy seguro y ella estaba conciente de que sus palabras valdrían igual para sus otros dos hermanos juramentados.

Pensó por unos momentos y una idea se formó en su mente. Confiaba en que estaba protegida por los mejores guardias del reino pero si su hermano enviaba un escuadrón que los superará en número tal vez no fuera suficiente.

No temía por Ned, él no le haría nada a ella y su hijo, pero el miedo de que Robert supiera de su hijo y lo que le llegará hacer la aterraba.

Entonces tomó una decisión.

- Se que su deber es mantenerme aquí resguardada pero tenga una mejor alternativa.

-¿Cuál?, Entregarnos no es una opción- dijo Arthur.

- huir a Essos. Rhaegar una vez me dijo que tenía una casa en Bravoos , que pertenecía a la familia y que cuando quisiera podía ir para allá, además que junto al cofre de la torre y los dragones de oro que él me dejó disponemos de una pequeña fortuna.- pudo ver algunas dudas en los rostros de sus guardias pero prosiguió-. Se que es un plan muy arriesgado pero no veo mejor alternativa tanto para mí como para mí hijo.

- Es muy arriesgado como usted dice pero también es un buen plan, nadie se lo esperaría y si somos capaces de hacerlo bajo el mayor sigilo posible podemos irnos sin dejar rastro que sirva para encontrarnos- dijo ser Gerold.- pero eso sí, hay que hacerlo lo antes posible - movió su mirada hacia el anoche- y si no es molestia, prefería que nos vayamos a descansar ahora y nos fuéramos a primera hora del amanecer.

- Me parece muy bien Gerold, ¿Oswhell tú qué opinas?- dijo Arthur a la par que miraba a su hermana juramentado, que se encontraba un poco dudoso.

- Que deberíamos quedarnos a pelear, pero no es mal plan, pero después de todo. - miró hacía ella-. Usted decide mi Lady, estamos a sus órdenes.

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