Venganza reprimida

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C A P Í T U L O ~ T R E S

Su madre tiene todo organizado y listo para su retorno a Japón, faltan solo unos días y aunque Kurayami insiste en no ir a la escuela por esos días, la adulta insiste en que le hará bien esos últimos momentos en aquel lugar.

-Podrás despedirte de tus amigos, ya sabes que no es un viaje de un par de meses. Si nos resulta cómodo, quizás pida el traslado a Japón-Amaya miró a su hija mientras daba un sorbo a su café.

-Ya me despedí de ellos.-Mentira.- Ya se han hecho a la idea, se los dije apenas me lo dijiste a mi...-Otra mentira, no tenía amigos, hablaba con algunos chicos con los que compartía talleres pero nada más.-

-No seas terca... me lo agradecerás después.-La mujer se acercó y besó la frente de su hija.

-Seguro, quizás solo deba fingir que voy pero regresar luego a casa.-Pensó tras hacer una mueca de frustración.

-Ven, te llevo a la escuela para que quites esa carita.

-Mierda. Claro, gracias, mamá...-Murmuró sonriendo apenas de manera fingida.

Durante todo el tiempo que estuvieron en el extranjero, Amaya no tuvo ningún tipo de noticia de All for one, se sentía bien y cómoda al no tener información de aquél malnacido y ahora realmente creía que había muerto con aquellas explosiones hace seis años atrás. Esto influyó bastante en la toma de decisiones, quería regresar a su país, quería poder ver a su amiga y formar una vida en el lugar al que pertenecía. Japón era tan diferente a Inglaterra.

Kurayami bajó del auto de su madre, ya estaban frente a la puerta de la escuela y se podían ver a algunos alumnos entrar y a otros esperando por sus amigos en la puerta principal. La chica arregló su uniforme y se despidió de su progenitora, se paró unos segundos frente al portón y dejó escapar un suspiro. Es tu último día, puedes soportar tu último día, puedes hacerlo.Se lo repetía una y otra vez mientras caminaba hacia la sala de clases.

Como siempre los ojos de los demás estudiantes están fijos en ella, lleva años ahí pero los imbéciles seguían observándola como si de un alien se tratara. Llega al salón y se sienta en su puesto, se acomoda en el asiento y apoya su cabeza en la mesa usando sus brazos de apoyo. Puede escuchar el bullicio de sus compañeros mientras entran a la sala de clases, ella solo espera pasar el día sin problemas, espera ser invisible solo por ese último día. Lamentablemente las cosas rara vez salen como uno lo espera.

-Así que te vas de regreso a tu país, eh Astrid.-Ese era el nombre con el que había pasado a Inglaterra, los asiáticos tenían la costumbre de cambiar su nombre cuando viajaban al extranjero para que fuese más sencillo. Ahora, quien le hablaba era Elizabeth, una de las tantas personas que tenía como objetivo joderla todo el tiempo.

-Tanto interés en mi, Elizabeth... Debo preguntar una vez más,¿Segura que no tienes un interés amoroso por mi? Puedes decirlo, seré amable al no corresponder tus sentimientos.-Kurayami alzó su vista hacia la chica de cabello rubio y le sonrió con sorna, entrecerrando levemente sus ojos.

-Tsk... No digas estupideces. Nadie podría tener interés amoroso en ti, solo mirate.

-Lo hago... pero creo que tu estás más pendiente de mi apariencia que yo... mmmh...-Puso su dedo índice en su mentón, fingiendo estar pensando.- ¿acaso eres una acosadora?, eso tendría sentido.

-Maldita hija de pu... -Sus palabras quedan en el aire puesto que el profesor saluda a la clase al entrar al salón.- Esto no se quedará así, espero que sepas que te las verás conmigo en el receso.

-Uh... espero que no se te ocurra robarme un beso, me daría asco.

Ambas intercambian miradas, aunque la de Elizabeth es de rabia e impotencia y la de Kurayami, por el contrario, es juguetona y sarcástica. La peculiaridad de la rubia es manifestación armamentística, la cual consiste en crear armas blancas de su cuerpo, es buena manipulando cuchillos y dagas pero eso es lo único que puede crear de momento. Por otra parte, Kurayami jamás había mostrado su habilidad en la escuela, todos creían que no poseía una y aunque los profesores aseguraban que sí tenía, los alumnos jamás la vieron hacer uso de ella. Elizabeth está demasiado confiada en que aquella mocosa será sencilla de herir, lo fue por lo años anteriores, su plan era dejarle una buena marca para que la recordara a donde fuese.

La campana suena dando paso al receso entre clases, Kurayami guarda sus cosas y saca una manzana para comer como aperitivo, al darle una mordida alza su vista y ve a Elizabeth que la mira con odio, indicando con un movimiento de su cabeza que debía salir al patio. La chica de las sombras se lo piensa un momento, hay algo dentro de ella que le dice que se quede en la sala pero también tiene unas ganas enormes de ver sangrar a la chica. ¿Adivinan? Claro, por supuesto que las ansias de sangre ganan la batalla. Eran años de abuso acumulado, tiene que soltar antes de irse.

Relame sus labios sabor manzana y camina por el patio, buscando con la mirada a la de cabellos dorados, es de suponer que prefiere un lugar apartado y fuera de la vista de los maestros. Llega frente a su oponente y nota a la pandilla de chicas que siempre camina detrás de la rubia. Patético, piensa de manera inevitable, eran cinco contra una, Kurayami sabe perfectamente que todo el mundo supone que ella no posee particularidad y aún así la maldita cobarde se atreve a llevar refuerzos. El lugar está casi vacío a excepción de algunos curiosos que saben perfectamente lo que se avecina.

-Vaya... Cinco contra una, que valiente de tu parte, Elizabeth.- La ojos color rojo apoya su peso en su pierna izquierda y se cruza de brazos.- ¿Acaso crees que tengo alguna particularidad? Con lo idiota que eres, pensaba que te creías todos los rumores idiotas de la escuela.

-Cierra la puta boca, fenómeno de mierda.-Que fuerte lenguaje para una niña de 12 años... Sí, era mayor que Kurayami, y es que había repetido curso dos veces.- Ya verás las marcas que dejaré en tu cuerpo, quedarás aún más horrible.

-Estoy esperando.-Sonrió alzando sus cejas, por algún motivo aquel gesto molestó aún más a Elizabeth y con la cólera invadiendo su cuerpo, se abalanzó contra Kurayami. 

 

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A broken soul (Shota Aizawa)Where stories live. Discover now