Vagos recuerdos

13 0 0
                                    

C A P Í T U L O ~ C U A T R O

A I Z A W A

La vida del pelinegro transcurría demasiado tranquila, llevaba una muy buena vida en conjunto con su madre, ambos se las arreglaban bastante bien solos y mayores problemas no se presentaban en su diario vivir. Iba a la escuela como cualquier otro niño de su edad, pero a diferencia de Kurayami, nadie se metía con él, al menos no de una manera tan violenta como lo hacían los niños en Inglaterra. Surgían burlas de vez en cuando debido a su aspecto desaliñado y su cara de insomnio constante, pero nada demasiado grave, a él tampoco solía importarle; según su madre había heredado el aspecto de su padre, eso le inflaba un poco el pecho y hacía que olvidase las burlas del resto.

La capacidad de su peculiaridad iba bastante bien, intentaba practicar lo más que sus ojos le permitieran y hasta el momento podía pasar casi un dos minutos con ellos abiertos anulando habilidades del resto. En sus años de estudio solo llevaba consigo a dos amigos, Yamada Hizashi y Oboro Shirakumo, y ninguna de las dos amistades surgió por la iniciativa de Shota. El pelinegro seguía con una personalidad poco llamativa, callado, asocial y un tanto malhumorado, con esas características poco y nada le importaba hacer amistades, pero los otros dos prácticamente lo obligaron a entablar amistad. Después de todo, los introvertidos realmente solo son adoptados por extrovertidos.

-¿Qué harán hoy? ¿Qué les parece ir a mi casa a cantar karaoke? .-La jornada escolar llegó a su fin y a Yamada aún le quedan energías.

-No parece un mal plan... ¿Qué dices, Aizawa?.-Oboro lleva sus brazos hacia su nuca, entrelazando sus dedos detrás de esta.

-Digo que no, llegaré a casa solo a dormir y comer... No precisamente en ese orden.-Dijo lo último en un murmuro mientras pone sus manos en sus bolsillos.

-Ahh, eres un aburrido, es viernes, deberías querer distraerte de la escuela.-Yamada hizo un ademán con sus manos antes de tirar la cabeza hacia atrás.

-Esa es mi forma de distraerme... durmiendo.

-Oboro soltó una suave risa, mirando divertido al dúo tan opuesto.- Ríndete Hizashi, no conseguirás nada... Pero, mañana sí tendremos que hacer algo, de esa no te escapas.-El chico nube inclinó su cabeza, observando con una sonrisa a su amigo malhumorado.

-Tsk... no prometo nada.-Shota rodeó los ojos y comienza a desviarse de sus amigos, la escuela a la que asiste no queda tan lejos de su hogar.

-¡Eso es un sí para mí!.-El grito de Yamada le lastima los oídos incluso estando ya alejados de ellos.

-Idiota, me dejarás sordo.-Escucha Aizawa a la lejanía el reclamo de Oboro, al tiempo que este golpea al rubio en la cabeza.

Shota Aizawa continúa su camino a paso lento, bostezando cada cinco pasos que da, el cuerpo le pesa y siente un leve ardor en sus ojos, no sabe si por la falta de sueño o porque aquel día abusó de su particularidad, quizás la combinación de ambas

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Shota Aizawa continúa su camino a paso lento, bostezando cada cinco pasos que da, el cuerpo le pesa y siente un leve ardor en sus ojos, no sabe si por la falta de sueño o porque aquel día abusó de su particularidad, quizás la combinación de ambas. Está solo a una cuadra de su hogar cuando un ruido llama su atención, proviene de un callejón en donde se encuentran los botes de basura. Entrecierra los ojos y por un momento le pareció ver movimiento, una sombra que se movía con rapidez pero al mismo tiempo un resplandor. Se acerca un poco, atento a cualquier cosa y dispuesto a usar su habilidad, pero para su sorpresa lo único que sale de ahí es un gato naranjo, suele alimentarlo de vez en cuando, era callejero.

-No me asustes así.-Murmura soltando un suspiro.-Y no andes por la basura... sabes que puedes venir a casa.-Se puso en cuclillas y acarició la cabeza polvorienta del minino.

Sacude su mano en su ropa para sacar los restos de polvo y prosigue con el camino a su casa mientras el gato le sigue el paso. El muchacho ya casi se pierde de vista para el invisible hombre que aguarda detrás de los basureros, desactiva su particularidad luego de unos segundos y saca el celular de su bolsillo marcando enseguida el número de su jefe.

-Sin novedades de momento, señor. Todo marcha tranquilo, como siempre.-Sale del callejón y observa la espalda del chico a lo lejos.

-Necesito que te acerques más a su casa, sé que esa maldita perra de Ryoko sabe algo. Con tu habilidad dudo que sea dificil entrar a casas ajenas, así que haz tu puto trabajo.-La voz al otro lado de la línea se escucha enojada y aunque de vez en cuando suelta algo de tos, sigue siendo intimidante.

-Haré mi mejor esfuerzo, no se preocupe, señor.

-Eso espero.-Sin más, corta la llamada.

Shota llega a su hogar, se saca los zapatos a la entrada y se pone aquellas pantuflas blandas y reconfortantes. Alza la voz saludando a su madre para que sepa que ya está en casa y la respuesta de su madre le indica que se encuentra en la cocina. Antes de ir con ella, entra a su cuarto y deja sus cosas en la cama, sacándose el uniforme para ponerse ropa más cómoda y refrescante, ahora sí siente que puede darle un apropiado saludo a su madre.

-¿Qué tal todo? ¿Cómo te fue en la escuela?.-Pregunta Ryoko con una sonrisa sin dejar de remover lo que sea que está cocinando.-

-Todo bien como siempre...-El chico se encoge de hombros y se acerca a la mujer para darle un beso en la mejilla.-Hoy te ves más feliz que de costumbre... ¿sucede algo?

-Oh... Recibí noticias de Amaya, al parecer vuelven a Japón por asuntos de trabajo.-La mujer da pequeños saltos como si una colegiala se tratara, pero su hijo la mira sin entender ya que no recuerda a nadie llamada Amaya.- ¿No la recuerdas?

-Eeeto no, lo siento.

-Bueno, aún eras un niño cuando la conociste, la recibimos en casa por un mes cuando tu apenas tenías cuatro años, ella tiene una hija, ¿recuerdas? Kurayami, cabello negro y ojos rojos.-Solo basta que mencione ese detalle para que el recuerdo venga rápidamente a su mente.

-Oh... si, las recuerdo vagamente.-Lleva su mano derecha a su nuca, frotando su cabello.

-Recuerdas a Kurayami pero no a Amaya eh... interesante.-Fue inevitable que riera y aún más al ver la reacción de su hijo, quien se sonrojaba levemente.

-¿eh? Solo la recuerdo porque fue la primera persona que vi con ojos rojos, nunca antes había visto alguien así, es todo.-Shota frunce el ceño y niega con la cabeza, el rojo en sus mejillas solo dura unos segundos.

-Cabe la casualidad de que tiene asuntos de trabajos aquí en Musutafu, al parecer ya tiene todo listo, vivirán solo a media hora de aquí.-Ryoko apaga el fuego y comienza a moverse por la cocina para sacar platos.

-Debes estar muy feliz, me alegro por ti.-Shota toma un par de vasos y palillos al ver que su madre tiene todo listo.

-Gracias, Shota.

Lo cierto es que el pelinegro hacía muchísimo tiempo que no pensaba en aquella niña, el vínculo que formaron no fue de mayor impacto para él, sin mencionar que los dos parecían mudos a esa edad. Pero ahora que su madre las mencionaba, era inevitable sentir curiosidad, ¿seguiría igual de callada?, al menos él ya se relacionaba con otros, a la fuerza pero lo hacía. ¿Su rostro seguirá siendo igual de inexpresivo? Y esos ojos... ¿Podrán seguir viendo a través de él? Niega con la cabeza, ¿por qué tantas preguntas? solo fue un mes, tenían cuatro años, no tiene relevancia alguna. Aquí otro que le gusta mentirse a sí mismo, pero se lo dejaremos pasar porque apenas tiene diez años.

A broken soul (Shota Aizawa)Where stories live. Discover now