Los demonios Que Llevamos Dentro.

Capítulo 4: El Bosque.

Saliendo de la escuela Margaret le había dicho a su madre que había quedado con una amiga para ir por un helado y la pasaría un rato con ella, su madre se sorprendió, Margaret no tenía amigos desde que... Bueno desde que sucedió aquella tragedia, desde el año pasado y esa tragedia que no quería recordar, Margaret sólo iba a la escuela y regresaba a casa, ya no salía hasta ahora, con su nueva amiga, su madre estaba feliz y sorprendida de que volviera a salir, así que la dejó, no le dijo a que hora volvieran ni mucho menos, estaba feliz de que por fin Margaret saliera una vez más al mundo.

Margaret iba a un lado de Heaven caminando, Margaret por la banqueta y Heaven por la calle ya que llevaba su bicicleta, de repente unos claxon sonaron no muy legos, quizá a unos metros de ella, y de repente vieron pasar a Kev, gritando: ¡Adios hermosura!

Y bueno Heaven era un poco ruda así que le paro el dedo y a Margaret se le salió una risa, suave bajita pero audible, Heaven empezó a reírse y en cuanto menos lo esperaban las dos se estaban muriendo de risa, sin saber exactamente porque.

-Bueno bueno.- exclamó Heaven. - -Sabes de algún lugar donde podamos estar a solas?-

A Margaret se le aceleró el corazón, no sabía si era miedo o nervios, de seguro nervios que le podía hacer ella, parecía amable y gentil, a excepción de ratos, pero claro como todos ¿no? -Podemos ir al Bosque, conozco un lugar.- Heaven dejo su bicicleta en una tienda lo mas serca que pudo, antes de adentrar e al bosque.

Mientras iban caminando con sus mochilas no tan pesadas pero con algunos libros, bosque  era uno de los lugares favoritos de Margaret, ese silencio, los pinos altos y viejos, olía muy delicioso, o bueno, ese olor le encantaba a Margaret, ese olor a pinos, naturaleza, el olor al bosque era simplemente hermoso. Cuando llegaron casi en medio del bosque a una casa del árbol un poco vieja y donde se veía que no había entrado ahí nadie durante algún tiempo, Margaret paro y Heaven se sorprendió.

-¿Cómo conoces este lugar? Es hermoso.-

Margaret se quedó callada, no sabía que contestar, no quería decir lo que había pasado aquella noche, aquel día, no quería recordar simplemente lo que había pasado, no supo que contestar y dijo lo primero que se le ocurrió.

-Mi hermano y yo cuando eramos niños nos escapabamos aquí cuando nuestros padres peleaban, ahora mi padre vive en Santa Cruz, en una casa grande y una esposa que solo lo quiere por su dinero, es abogado. - y era verdad, Margaret había descubierto esa casa del árbol con su hermano, una vez que sus padres pelearon, pero no sólo iban de niños, si no también cuando crecieron, incluso hasta el año pasado que ocurrieron esos sucesos.

-Lo lamento si te force a decir eso, lamento lo de tus padres.- dijo Heaven con tristeza y preocupada.

-Tranquila, eso pasó hace mucho tiempo, ya no importa.- Margaret veía la casa del árbol cuando le llegó un olor extraño olía a algo raro y volteo y vio a Heaven, entre sus dedos tenía un porro, Margaret se sorprendió, no creyó que fuera así.

-¿Gustas?- dijo Heaven con tanta Naturaleza y normalidad.

-No, no gracias.- siendo sincera, Margaret no fumaba, nunca lo había echo y no le llamaba la atención.

-Pruébalo, no sabrás que te gusta hasta que no lo pruebas.-

Margaret lo probó y rosio.

Heaven se rio - Valla tu si que eres una niña buena.-

-No me gusto, para nada.- Margaret estaba avergonzada, quería explotar y llorar, acabava de hacer el ridículo en frente de ella. -Cambiando de tema ¿por qué te mudaste y entraste a la escuela en otoño?.-

-Trabajó de mis padres, nada fuera de lo común, por cierto hoy mis padres llegarán tarde y no quisiera quedarme sola el primer día en este pueblo, ¿puedo quedarme en tu casa? Si no es mucha molestia y si no es muy pronto claro, se que me acabas de conocer y no quiero... -

Margaret la interrumpió con un -!Si!- vale vale, si le gustaba mucho y la verdad es que quería ser su amiga primero y conocerla más -Solo pregunto a mi madre.-

Heaven asintió con la cabeza y se sentaron en una roca grande viendo a la nada, pensando y disfrutando.