Mikel Crespo pasaba las hojas de aquel ladrillo de folios encuadernado con cierta apatía. Enfrente suyo la tenía de nuevo a ella, a la que esta vez no iba a gustarle la decisión que el director de aquella pequeña editorial tenía que comunicarle. Una decisión que había tomado bastante antes incluso de que aquel proyecto de novela llegara a sus manos. De ahí su desgana ante la necesidad de simular un mínimo de interés por aquella obra.
- Has introducido nuevos personajes parece ser… toda una novedad. – Dijo Crespo algo irónico
- Las aventuras amorosas de Iris me tenían un tanto agotada.- Respondió ella- Y ya me dijiste que esperabas un cambio.
- También en el género. – Continuó Crespo no sin cierta vacilación ante el inminente plante que tenía que dar- Y me has traído una nueva novela erótica. La cuarta ya.
- Es un género que funciona. No tienes más que ver el top de ventas cada semana…
- … donde siempre están las mismas autoras con sus sagas sin fin. Y tú no eres una de ellas.
Se hizo un incómodo silencio. Ambos sabían lo que vendría después.
- Mira, Raquel… esta es una editorial pequeña. Apenas logramos distribuir a nivel nacional dos o tres obras al año; Y aunque no ganemos grandes cantidades de dinero tenemos que sacar al menos un mínimo para subsistir.
- Mis obras siempre se han vendido bien. – Respondió Raquel ya con una manifiesta tristeza en su tono de voz- Sólo la última estuvo un poco más floja. Y por eso he cambiado el estilo, la trama y los personajes.
- Raquel… tuvimos que parar la edición porque no éramos capaces de vender ni las primeras 500 copias de adelanto. Y aun sabiéndolo me has vuelto a traer otra novela erótica. ¿Es que no lo quieres entender, Raquel? Es un género totalmente saturado. Y tú eres una buena escritora, pero ni destacas ni tienes la fama de las cuatro mamarrachas que se llevan cada semana el gato al agua.
Crespo se detuvo unos segundos para tranquilizarse. Se estaba exaltando en exceso y se había prometido así mismo que intentaría gestionar aquella situación con el mayor sosiego posible.
- Lo siento Raquel, pero no podemos arriesgarnos otra vez. Las puertas de la editorial están abiertas para ti. Pero tendrás que traernos algo nuevo. Algo nuevo y diferente.
Crespo devolvió la obra a Raquel con frialdad. Ésta la cogió, la guardó en su enorme bolso de cuero plastificado, y salió de la editorial sin ni siquiera despedirse de aquel hombre. El fracaso tenía un gusto extremadamente amargo. Pero las diferentes experiencias vitales que Raquel había vivido en los últimos meses le habían llevado a familiarizarse con dicho sabor, hasta el punto de encontrarlo incluso agradable. Su capacidad de frustración estaba muy por encima de lo que se esperaba de ella en sus circunstancias, y cada revés vigorizaba su actitud de tirar hacia adelante como si se hubiera tratado del mayor de los éxitos.
No tardó ni cinco minutos en sacarse aquella espina de su cabeza. Fue el tiempo que tardó en llegar a la redacción de “Norte express”, el diario local en el que trabajaba desde hacía ya un largo lustro. Sus reportajes de investigación a pequeña escala sobre tramas locales de corrupción, adjudicaciones públicas amañadas o descarados procesos especulativos, la habían catalogado años atrás como el azote del poder; aunque la falta de presupuesto y unos forzados ajustes en la redacción el último año la había hecho languidecer como periodista estrella de la ciudad. Tan solo una descafeinada columna de opinión le permitía mostrar cada día y en pequeña escala el tigre periodístico que llevaba dentro. Apenas tardaba 20 minutos en redactarla. El resto de la jornada la pasaba rodeada de monitores de agencias de información, fusilando la mayor cantidad de noticias posible para “optimizar” los recursos de un diario que agonizaba en aquel interminable infierno de la crisis económica.

ESTÁS LEYENDO
Nubes de gominola
Mystery / ThrillerLa locura puede ser la forma más sana de entender una realidad enferma.