Capítulo 2

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- Te lo juro, Lady Graham muere por un estúpido resfriado.

- No me lo puedo creer - repitió tía Alice por enésima vez y seguí riéndome.- Venga ya... ¿Me acabas de reventar el final de la serie?

- Lo se, es una putada -me reí.

- ¡Nessie! Cuida ese vocabulario, se supone que eres una señorita -dijo mientras me salía del coche.

- Lo que tu digas, Alice - dije cerrando la puerta.

Genial,  otro fantástico día de clases.  Como si no fuera suficientemente raro vivir rodeada de vampiros, aquí era la extraña hija de los extraños Cullen. En serio,  yo me pongo en el lugar de estos pobres humanos y me da pena. Primero el doctor Cullen y su mujer -que no puede tener hijos- tienen tres hijos,  después vienen Rosalie y Jasper que son adoptados, que por si fuera poco todos salen juntos - juntos-,  y luego el tal Edward sale con la hija del policía de este pequeño pueblo. Polvo de hada aquí y hechizo de bruja allá,  nace la pequeña Renesmee - con el nombre más patético del mundo- tentando a la naturaleza - como si ya fuera poco ser vampiro- y es híbrida.

¿Como te quedas?

Ah,  claro,  luego está el lío de los lobos. Pero eso es algo de lo que no me apetece hablar. 

Entré en el aula y me senté en el sitio de siempre. La gente me miraba, como de costumbre, comentando cosas entre ellos. Por favor, dejadme vivir en paz. A alguién le tocó sentarse a mi lado porque no había más sitios, y ahí va el tema de cada día. -No me pienso sentar ahí... +Oh venga ya, no es tan malo... -Preferiría sentarme en el suelo... +Pues sientate en el suelo... - Bien, me sentaré en el suelo.

Y así es como acabó mi compañero en el fondo del aula, con sus libros desparramados por el suelo.

- Bueno, chicos, voy a repartir los trabajos ya corregidos -anunció el profesor Loughton.

Fue de mesa en mesa, dejando los trabajos a sus dueños y rapartiendo miradas acusadoras por doquier. Afiné el oido y escuché a alguien quejandose porque el profesor había escrito en rojo: Ya se que sois muy amigos, pero en mis clases no se copia. Cero. Me reí en silecio, vaya pringados de humanos. El hombre ya de avanzada edad serpenteó hasta mi mesa intentando no pisar a mi compañero que estaba en el suelo. Llegó a mi mesa y me tapé los ojos con la mano sonriendo de oreja a oreja. Y dramaticé un poco, porque me encanta.

- Déjame adivinar, ¿un nueve con noventainueve?

- Enhorabuena, Cullen -dijo cabreado por mi exito.- Como siempre.

Guay, un diez. Podría enseñarselo a mis padres y talvez así se enorgullecían un poco. El señor se fue a su sitio, y como si nada, se puso a leer el periódico. Aveces me cuestionaba realmente porqué estupida idea había querido meterme en esto.

Las clases pasaron lentamente, una a una. Vino el recreo y con ello miradas y comentarios sobre los Cullen. Aquí todos los conocían o habían oido hablar de ellos. Español, física y gimnasia. Una vez en el aparcamiento, Alice me volvía a esperar en el BMW rojo de Rosalie. Nada llamativo, ya veis.

Me senté en el asiento del copiloto y puse la mochila en el suelo entre las piernas. Mi tía estaba con los los dedos en las sienes apoyada en el volante, intentando tener visiones de algo seguramente. Ultimamente no había habido muchas novedades, entonces, ¿Qué pasaba? Es que acasa intenta saber como va a terminar alguna de mis series favoritas para estropearme el final? Já, suerte.

- Hey, tía Alice, que estás buscando? -dije casualmente.

Pero no respondío. Debía de estar realmente concentrada, ya que ninguna de mis estupidas preguntas las hace salir de su trance. Como no parece estresada ni nada, tampoco me molesto mucho en intentar hacerla reaccionar. De un momento a otro, mientras yo estaba relajada tranquilamente dando golpecitos con los pies al ritmo de mi múscia mental, Alice soltó el aire de golpe.

Ness CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora