Capítulo 4

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Tomo mi móvil sin atreverme a llamar a la imponente puerta de madera oscura. Borro de la barra de notificaciones unos mensajes de número desconocido que deben pertenecer a Didier o Times. Tal vez a los dos.
Soy consciente de que cualquiera de los hermanos Salvatore puede escucharme, he incluso de que es posible que Vampiro Raro me esté espiando. Miro por encima de mi hombro un momento, sólo por la simple idea de que el loco ese esté ahí. Pero no me equivoco.

Es él el que acaba de abrir la puerta.

- Vaya, que agradable sorpresa -dice suavemente.

Doy un salto por el susto y me giro hacia la puerta.

- Jesús! -digo recuperando el aliento.

- Todo lo contrario -sonríe de oreja a oreja.- Por favor, pasa. Tu sangre podría enfriarse.

Le mato con la mirada, y sin dejar de mirarlo entro a la casa.

- Era una broma de nada -susurra con gélido aliento en mi oído cuando paso a su lado.

Escalofriante. Admiro el interior, todo de madera oscura y antiguas decoraciones, la típica mansión de vampiro, no lo de mis padres. Típica mansión de vampiro, que raro ha sonado eso en mi cabeza. Me quedo ahí para esperando a Stefan, pero como Vampiro Raro me mira, decido moverme.
Paso al salón y me desplomo en el sofá.

- Claro que puedes sentarte, Renesmee! Toma asiento por favor, estas en tu casa -dice con sarcasmo y ya un vaso de alguna bebida alcohólica en su mano.

Le alzo una ceja. De verdad esta diciendo que debería haber preguntado antes de sentarme? Cabreada me levanto, camino con pasos tal vez demasiado fuertes y me apoyo en la pared, dejando la mochila en el suelo.

- No hacía falta que te levantaras, solo era otra broma -dijo como si no tuviera culpa.

Anda hoy el chico bromista, al parecer.

- Lo siento, creía que me había sentido en tu gato invisible -digo dramatizando.

- Me estas llamando vieja loca? -se puso una mano en el pecho con expresión "dolida".

- Jamás me atrevería -digo admirando las estanterías cubriendo las paredes llenas de libros.

A la derecha hay una continuación del salón con una mesa de madera y otra más pequeña con toda clase de licores. Unas cristaleras en una pared dejar ver un jardín trasero bordeado por el bosque, todo con una mortecina luz gris procedente del cielo encapotado. Habrá algún libro de mi gusto en esas estanterías? Seguro que si, hay tantos...

- Me hubiera comido al gato, si hubiera alguno -comenta Damon dándole un sorbo a su bebida.

Escalofriante, de nuevo. Se escuchan unos pasos procedentes de la vieja escalera que cruje de la entrada. Stefan aparece en el salón con el pelo mojado, realmente arrebatador como recién salido de la ducha, pero con mirada confusa.

- Renesmee, hola. No te esperaba aquí tan temprano -dice con el ceño fruncido.

- Son las cinco, no quedamos a las cinco? -reviso mi reloj avergonzada, pero no, estoy en lo cierto. Son las cinco y diez.

- En el mio pone que son las cuatro -dice mirándolo con el ceño fruncido. En un momento levanta la vista con una ceja alzada.- Damon, me has cambiado la hora del reloj mientras me duchaba?

Esta vez me giro yo con una ceja alzada y se encuentra mirando por la ventana con su bebida, esquivando nuestras miradas y silbando, haciéndose el que no sabe nada.

Stefan se vuelve a dirigir a mi.

- No tiene remedio -mete las manos en el bolsillo.- Vamos arriba?

- Claro -digo poniéndome en marcha automáticamente.

- Damon, me oyes? Voy a estar arriba, si necesitas algo, no vengas a buscarme.

El levanta el brazo y lo señala sonriendo.

- Ese es un buen hermano!

Ruedo los ojos y lo sigo por las escaleras. Convivir con eso tiene que ser insoportable.

[...]

Después de dos horas haciedo la recopilación de datos, tan inútiles como falsos, decidimos tomar un descanso. De mi mochila saco una botella de té helado y bebo tranquilamente mientras Stefan me explica la historia sobre la que trata un libro que dice ser magnífico. Golden Creek no es que de muchas indicaciones, pero me jura que no es cualquier libro. Me lo ofrece y yo, que últimamente no tengo gran contenido literario nuevo, acepto. Bajamos las escaleras hasta el salón dónde Vampiro Raro está tirando una pelota a la pared y recogiendo el rebote, así sucesivamente.

- Creo recordar que estaba por aquí... -dice acariciando las estanterías.

- Que va -llama nuestra atención.- Tu dignidad se fue hace tiempo querido.

Wow. Me tapo la boca un momento porque estoy viendo que sino me voy a reír en su cara, y eso sería una falta de respeto. Una enorme. A la mierda.

- Anda, mira. La pelirroja se ha reído -dice apareciendo a mi lado y acariciando un mechón de pelo.

Lo tomo "sonriendo" y tiro del pelo para que lo suelte. Pero no hace fuerza, simplemente lo acaricia.

- No soy pelirroja y no me toques -le digo entrecerrando los ojos lo más amenazadora que puedo.

- Una pena. Hueles muy bien... -comenta y le ruedo los ojos, aunque no me hace ni la más mínima gracia.

Me cruzo de brazos y espero a Stefan que está revoloteando de un lado a otro por las librerías, sacando libros y dejándolos por ahí.

- Eres muy valiente para la edad que tienes... -vuelve a rellenar su vaso con más licor. ¿Los vampiros no se emborrachan?- ¿Cuántos años tienes?

Vacilo un momento y después de humedecerme el labio, le alzo una ceja: - Diecisiete.

Stefan se acerca a mi pasando el libro entre sus manos y me lo entrega con una sonrisa satisfecha en los labios. Mientras, por otra parte, su sádico y extraño hermano se ríe sonoramente. ¿Qué pasa ahora...?

- Rectifico, -se corrige con sarcasmo- ¿Cuánto tiempo hace que tienes diecisiete años?

Abro la boca para responderle y ya tengo las manos en puños, deseosa de incrustarlos en su cara.

- Damon -interrumpe Stefan haciendo el papel de hermano mayor, irónicamente.- Ya te vale.

Mi móvil suena y lo saco rápido del bolsillo. Una foto de mi y de Jacob abrazándonos me impacta. Que pesado. Vuelvo a colgarle y lo pongo en silencio para que no vuelva a sonar. No quiero tener que darle explicaciones.

- ¿Cinco? -insiste.

Me giro bruscamente hacia él con las manos en puños y le respondo sin pestañear: - Ocho.

Él aplaude satisfecho y me dirijo a la puerta de entrada pisando fuerte. Me piro.

- ¡Renesmee! -aparece Stefan cerrándome el paso y doy un salto por el susto. Malditos vampiros super rápidos.- Perdónalo, no sabe lo que dice.

- No tienes por qué disculparte, Stefan. No es tu culpa -le digo.- Sólo... Es la hora de irme. Nos vemos en el instituto.

Ni siquiera he mirado el reloj.


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⏰ Última actualización: Nov 29, 2015 ⏰

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