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30 de Mayo del 2024
📍La Boca
Celeste.

–¿todo bien?,¿que hacen acá?–los miro.

–también te extrañamos–Jairo rueda los ojos haciéndome reír.

–me refiero a Esteban–digo poniéndome seria.

–soy tu papá,te guste o no–dice serio.

–después de todo lo que me dijiste no te mereces ni mi palabra–digo mirándolo.

–¿no nos vas a presentar?–Silvia mira a las chicas.

–Renata y Miranda,mis hijas–sonrío.

–holaa–saludan tímida.

–¿hijas?–pregunta Esteban, asentí.

–Celeste,¿podemos hablar?–Esteban me mira y yo asentí,parandome para ir a otro lado.

el me siguió hasta el patio y ahí habló.

–hija, discúlpame por todas las cosas que te dije–dice cabizbajo–,es que apareció tu papá biológico y tenía tanto miedo de perderte, de que me dejaras solo.

–¿y vos pensas que yo voy a darle una oportunidad a un hombre que me dejó por más de 18 años sola?–me río sarcásticamente–, vos sos el que estuvo ahí cuándo me rompieron en mil pedacitos, cuándo se fué mi mamá, siempre fuiste vos.

–entendé que el miedo me ganó hija–dice aún cabizbajo–, sos mi primer nena, seguís siendo mi princesa.

automáticamente lo abracé.

era inexplicable la falta que me había hecho, aún así, muy al fondo me seguían doliendo todas las cosas que me dijo.

pero era mi papá, nada podría hacer que lo odiase.

Mateo

–dale boludo–insiste–, Renata me dijo que Celeste se fué con las chicas y que vos dijiste que ibas con nosotros.

lo volví a ignorar.

–yo no puedo creer que entre más grande más pija caliente–vuelve a hablar–, te juro que te cargaría tanto a piñas, porque sos un gil, un hijo de re mil puta. Celeste te dió otra oportunidad, le volviste a fallar, sos tan caradura que no sos capaz de mirarme.

mis ojos estaban cristalizados.

–te dió toda su confianza,te dió hijos,te amó–sigue hablando–, le agradeces así, volviendo con la otra pelotuda, dejándola sola casi todos los días, sabiendo que trabaja diez horas en el predio, que va de Ezeiza hasta la Bombonera, llega a la casa asiste a los chicos, te espera contenta. Te da su amor todos los putos días y no te merecés ni un poco, forro de mierda.

–cortala Camilo–murmuro.

–¡cortala la pija!–grita golpeando la mesa–, ¿sabés que es lo peor?, que ella y todos nosotros teníamos fe en que vos ibas a cambiar. Te juro que no te reconozco, Mateo. Sos otro, cada día más irreconocible.

empecé a sollozar.

todo lo que decía me dolía, era mi mejor amigo tratándome para la mierda.

pero sí, me lo merecía.

–¿que pasa acá?–entra mi papá.

𝙙𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙤𝙘𝙞𝙙𝙤𝙨 ; 𝙩𝙧𝙪𝙚𝙣𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora