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Pasó sus manos por la cálida piel de su amante, le miró con adoración y la punta de sus dedos recorrieron su cordaje favorito. Le veía marchito entre la somnolencia y la sensación de cansancio por la noche, mas la posibilidad de tocar y admirar de cerca a Jungkook le sanaba de toda maldición. Escrutaba con adoración el lunar bajo su labio de rubí y las pestañas. La forma de sus cejas era la dirección hacia su frente, donde allí depositó un suave beso y un brinco al corazón.

Jungkook espabiló. 

—Buenos días

—Buenos días... —bostezó el peli-anaranjado, contagiando el gesto al otro y acabando por reírse.

—Perdón por despertarte.

—Ya lo estaba —admitió, trastocando al rubio y enrojeciendo de a poco por el bochorno—. Lo cierto es que me gusta que me mires mientras duermo. Me emociona.

Taehyung deliró con sus palabras y sonrió totalmente embobado. Encandilado por el chico.

—Presumido —le bufó mientras abandonaba la cama.

—¡Eh! ¿Por qué? —fingió estar ofendido para lograr ver la sonrisa imborrable de Kim.

—Sabes muy bien cómo me pones —con el bebé entre sus brazos le acurruca entre las mantas y se balancea de un lado a otro—. Te encanta que te haga saber lo hermoso que creo que eres.

Mm... —gime juguetón— Puede que así sea.

Mm... —se dirigió a la puerta, mofándose de su amante entre las sábanas— Levántate, bello durmiente. Le daré el biberón a Kai.

 El rubio había desaparecido por la cocina y Jungkook se levanta, pegándole el frío de la pieza. Se dirige al baño por un poco de agua y luego se encuentra con el largo espejo de pared. Estaba asaz sucio, pero no lo suficiente para disipar el reflejo de Jungkook. Se miraba de cabeza a los pies y no podía negarlo.

Se gustaba.

Acariciaba sus costillas, ese lugar por donde las manos de Taehyung solía adorarle, y suspiró. Se abrazó a sí mismo y echó la cabeza hacia atrás, empezando un vals solitario, cerrando sus ojos e imaginando nubes.

Y el timbre sonó.

Jungkook se encaminó a la puerta, haciéndole el favor de abrirla al ocupado Taehyung, y se topó con Jihyun. Se veía pálida y el rubor de sus mejillas pomposas ya no estaba, vestía ropas desvaídas, gafas de sol y una peluca rubia platinada, corta hasta la quijada. 

—Oh —Jungkook sobresaltó—. Te ves distinta, Ji.

—Luces genial —añade Kim, mas solo ve a la chica entrar con apuro y cierra la puerta—. ¿Ocurre algo?

—Ji —el menor le tomó de los hombros y le incitó a mirarle. Se deshizo de sus gafas e inquirió—, oye. ¿Estás bien?

Se veía demasiado inquieta, pues suspiró y quedó cabizbaja.

—...No —declaró, y Jungkook temió—. No estoy bien, y ustedes tampoco...

No pudieron comprenderle en ese instante.

—¿Jihyun?

—Tomen —le tendió un trozo de papel rasgado a Jungkook—, este es mi nuevo número telefónico.

—Jihyun —Taehyung se posó frente a ella con el niño en brazos y le miró con el ceño fruncido—. ¿Qué está pasando?

La muchacha se turba, mira a ambos como si fuese a caer en la perdición y cae de rodillas al suelo, ocultando su cara con las palmas de sus manos, tratando de hallar su pulso en el caso.

caótico, libro 2 • taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora