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— No te enojes, por eso, Betty. —pidió Jughead, dedicándole una pequeña e inocente sonrisita para intentar calmar la tormenta que estaba a nada de caer sobre él y posiblemente asesinarlo en el proceso.
Pues Betty Cooper era como una bomba. Solamente tenías que tocarla un poco para que explotara. Y Jughead creía haberla puesto a nada de estallar.
— ¡¿Cabrón, cómo me pides que no me enoje por eso?! No es como si hubieses mandado un paquete de pastelillos al otro lado del mundo por error, ¡subiste a nuestros hijos a un avión lejos de aquí! —Betty se quejó, comenzando a caminar por toda la habitación exaltada ante lo que había escuchado y no estaba nada contenta con eso. — ¡Apenas son unos niños, Forsythe Jones!
Oh-Oh, ¿acaso le había llamado por su nombre? Sí, definitivamente estaba en problemas.
— Lo siento, pero-
— ¡Ningún lo siento! ¿A dónde los mandaste? —se quejó.
— Escúchame. —pidió él, agarrando sus brazos y mirándola fijamente a los ojos mientras colocaba sus manos en su cuello. — Tenía que hacerlo. No es muy recomendable que estén cerca teniendo en cuenta la cantidad de enemigos que ambos tenemos. Pero están bien. Cheryl y Toni cuidarán de ellos dos. Solo quiero protegerlos de esto.
— Debería matarte ahora mismo. ¡Ugh! Es que a veces te juro que quisiera tomarte del cuello y... —Betty hizo un ademán en donde le decía; estrangularte con letras marcadas y en mayúscula. — Odio decirlo, pero lo que hiciste fue lo correcto. Aunque ni siquiera me dijiste nada, pero está bien. —suspiró, calmándose. — Lo entiendo.
— Bien. —asintió, aliviado ante su acuerdo de no asesinarlo aún. — Ahora mandé a traer algunas maletas con tu ropa y en un rato estarán aquí. Te quedarás conmigo mientras te enseño todo lo que sé, dormirás en mi cama o mandaré a acondicionar la habitación con otra cama si así lo prefieres, yo dormiré en la oficina.
— Bueno, digamos que la última vez que me enseñaste todo lo que sabías... No terminó nada bien. —Betty le recordó con una sonrisa lujuriosa, acercándose a él y acorralándolo contra la pared. Su cuerpo presionó de una íntima manera contra el suyo y delineó con sus dedos los lunares de su mejilla. — Sin embargo, debo admitir que me enseñaste bien, muy muy bien. —respiró deseosa contra su oído, obteniendo la respuesta que esperaba contra su muslo.
— Betty, ¿de qué estás hablando? —Jughead intentó controlarse, colocó las manos en su cadera y la empujó suavemente, lejos de su cuerpo y negando con la cabeza. — Creí que había quedado claro el hecho de que no quiero volver contigo. Y que tampoco quiero o planeo acostarme contigo.
— Quedó tan claro como el agua, idiota. —la rubia se quejó, herida ante el rechazo que nunca había tenido que experimentar. Pues en sus tiempos de Riverdale High; si él quería, ella igual y no ponía queja alguna. Cuando ella quería, él igual. Siempre fue mutuo deseo. — Entendí que ya no me amas.
— No, entonces no entendiste nada. Porque te amo, ¡claro que te amo! Simplemente... —calló unos momentos, mirando al suelo pensativo, después volvió a mirarla a ella. — No puedo, y no quiero lastimarte, ¿okay? Estoy intentando que estés bien, ¿por qué no entiendes que yo solo intento cuidarte?
— Blah blah blah, pura mierda estás diciendo. —la rubia se burló, rodando los ojos y soltando enseguida un falso bostezo con hastío. — Te dejo de ver una maldita semana y ya parece que eres más santo que un cristiano. —bufó. — ¿Desde cuándo te volviste tan...?
— ¿Tan qué, Betty? —Jughead pareció molestarse, creyendo saber lo que ella estaba a nada de decirle. — Anda. Dímelo.
— Tan vainilla. —Betty soltó, mirándolo con enojo y frustración a su vez, sabiendo que aquello no le gustaría a Jughead. — Aburrido. Como cualquier otro hombre. Justo como Archie o incluso peor que él.
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𝗛𝗘𝗟𝗟
Non-Fiction𝐇𝐞𝐥𝐥 | 𝗗𝗘𝗦𝗖𝗢𝗡𝗧𝗜𝗡𝗨𝗔𝗗𝗔. Después del cielo, después de que él la había llevado a tantas partes sin salir de la habitación. Después de todo el placer, todo el dolor, los golpes y azotes, después de que él la liberara y le quitara las e...