Parte 1

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Recién comenzaba el día y Horacio ya estaba algo cansado, había asistido a un código tres, un aviso de venta de droga que termino en un código uno, seguido del pertinente código cinco del sujeto. Entre tanto ajetreo perdió a Gustabo de vista, Horacio necesitaba a su compañero para patrullar por la ciudad, después de todo eran un equipo.

Decidido a buscar a su hermano, Horacio recorrió la comisaría. En los calabozos no estaba, la sala de procesamiento tampoco, pasó por la recepción, pero tampoco lo encontró ahí. Subió las escaleras para buscar por los despachos y las salas del segundo piso, y abriendo una de las puertas encontró a Volkov sentado con las yemas de los dedos de su mano derecha masajeando su sien.

Horacio se acercó preocupado, pues nunca lo había visto así antes, siempre lo vio serio, duro y tenso, pero en ese momento se veía totalmente derrotado.

-¿Está todo bien Volkov?-

Volkov se sobresaltó, no había escuchado a Horacio entrar al despacho –Horacio, podría tocar la puerta la próxima vez- Se le notaba un poco molesto por la intrusión. Horacio le explicó que buscaba a Gustabo para ir a patrullar, y una vez más le preguntó si necesitaba algo.

-No se preocupe Horacio, vaya a buscar a Gustabo y siga con su trabajo hombre-

Volkov se levantó y se dirigió a la puerta, señalándole a Horacio que lo siguiera –Hay un aviso de código 3, vamos-

Ambos bajaron a la armería de la comisaría donde se encuentran con Gustabo –¿Dónde estabas Horacio? Vamos a ganar puesto que hay un atraco – le dijo su hermano antes de correr a sacar su vehículo del garaje. Horacio asintió y se volteó para mirar a Volkov, quien le hizo señas de que siguiera a Gustabo.

***

Horacio no se olvidaba de la expresión cansada de Volkov y pensó a lo largo de todo el atraco en cómo podía ayudarlo, sabía perfectamente que el ruso le diría que le invite un vodka, pero el dudaba mucho que eso fuera a ayudar por sí solo, solo lo deprimiría en el estado en el que se encontraba y Horacio quería alegrarlo y ayudarlo liberar estrés.

A lo largo del día cada vez que Horacio se topó a Volkov, ya sea en códigos tres o en comisaría, le preguntó si podía ayudarlo en algo, o si quería hablar, pero siempre recibía una negativa, aunque cada vez que negaba su ayuda este titubeaba más, pero Horacio no sabía si era porque lo estaba convenciendo o si era porque se estaba aguantando el insultarle y cada vez le costaba más contenerse.

Pero la verdad era que Volkov lo había reflexionado a lo largo del día, y al ver a Horacio tan insistente en ayudarlo pensaba que quizás no fuera tan malo en darle en el gusto, así lo dejaría en paz y ¿Quién sabe? Podría ser de ayuda.

La jornada laboral de Horacio ya había terminado, pero no quería darse por vencido. Buscó a Volkov por la comisaría, y cuando lo encontró le pidió por última vez, ya con una idea en mente, si es que de una vez por todas lo dejaba ayudarle.

Volkov suspiró. No podía volver a negarse –Esta bien Horacio, acepto su ayuda, pero ¿podría decirme que tiene en mente? –

Horacio sonrió y respondió que sería una sorpresa.

Antes de irse le dijo a Volkov que le esperara fuera del edificio en el que ambos residían y que se vistiera con ropa y zapatillas cómodas, esto le causó curiosidad al ruso, no solía hacer cosas así de sorpresa.

***

De brazos cruzados esperaba el comisario en la entrada del edificio a que apareciera el chico de la cresta quien no se demoró mucho en aparecer por el garaje del edificio montado en su Smart rosa. Volkov puso los ojos en blanco y suspiró, esperaba no arrepentirse.

Volkacio Soft AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora