Parte 6

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Desde el momento en el que Horacio y Volkov hablaron las cosas, los días comenzaron a pasar más rápido. El oficial, recién ascendido a oficial II, le daba su espacio al comisario, esperando a que él hiciera el primer movimiento si de algo físico se trataba, y evitando cualquier palabra que pudiera malinterpretarse como presión. No era algo fácil, pues a Horacio le gustaba mucho ese hombre ruso de gran tamaño, pero no quería arruinar las cosas, ni confundir aún más a Volkov.

A veces recordaba las palabras que había usado contra él al rechazarlo, le dijo que no estaba capacitado para una relación romántica, y en ese momento entendía perfectamente el por qué. No estaba siendo educado, o suavizando sus palabras, él realmente necesitaba sortear sus problemas y sentimientos antes de poder amar a alguien, pero Horacio sentía que poco a poco, lo ayudaba a superar algunos de los obstáculos que habían en su camino. Eso es lo que él quería hacer, ser esa persona que lo acompañase en su camino, sin importar cuán rocoso fuera, sin importar cuantas veces cayeran juntos, quería ser esa persona que amortiguara su caída y lo ayudara a levantarse.

En un abrir y cerrar de ojos, un mes había pasado.

Poco a poco, el tiempo que pasaban juntos aumentaba, todo comenzó con una cena, y terminó volviéndose una dinámica en la cual se turnaban de apartamento casi todos los días para cenar juntos.

Al mismo tiempo, si sus horarios coincidían, compartían un vehículo para ir o volver de comisaría con la excusa de que era un gasto innecesario ir separados, iban al mismo lugar después de todo.

Si bien no permitieron que su irregular relación interfiriera en su trabajo, había gente que comenzaba a notar algunas cosas.

***

- Volkov, acompáñame al despacho -

Como de costumbre, el comisario siguió al superintendente sin decir una sola palabra.

Llegando al despacho, Conway abrió la puerta, sosteniédola para que el comisario pasara. Cerró la puerta, y caminó lentamente hasta ubicarse detrás del escritorio.

Volkov lo esperó con la espalda recta y los brazos a los costados esperando alguna instrucción, no descansó hasta que el superintendente le ordenó sentarse en una de las sillas ubicadas al otro lado del escritorio.

- Volkov, - comenzó Conway en tono serio - tu sabes que siempre me he preocupado por tu futuro ¿verdad? -

El ruso asintió.

- Más de una vez te he dicho que deberías preocuparte de encontrar a alguien, sentar cabeza, formar una familia... - el comisario abrió la boca para protestar, a lo que el superintendente lo detiene con un gesto - Si sabías que quería tales cosas para ti, entonces ¿me podrías explicar por qué no me dijiste que ya estabas saliendo con alguien? -

Ahí estaba, su faceta chismosa se hizo presente.

- La verdad no me imaginaba que fuera Horacio, son polos opuestos. Pero ya sabes lo que dicen de eso - hizo un gesto de desinterés - Pero bueno, ¿Hace cuánto está pasando esto? ¿Tienen el futuro en mente? Debo admitir que el que no puedan tener hijos suena hasta injusto, pero hoy en día debe ser posible adoptar ¿no? -

Volkov no podía creer lo que oía, su pálida piel se tornó de un intenso rojo. Se levantó de su asiento alterado y golpeó el escritorio.

- ¡¿Pero de qué está hablando?! ¡Ni siquiera estamos saliendo! -

- Pero cómo que no están saliendo si llegan casi todos los días juntos -

- No es casi todos los días, solo algunos, es conveniente, vivimos en el mismo edificio -

Volkacio Soft AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora