Estaba tranquila, andando de un lado a otro, intentando esquivar a toda la gente a su alrededor, no consiguiéndolo en ocasiones. Su amiga la veía desde arriba, y siempre tenían la misma conversación.
—Sal de aquí. Vuela —le decía.
Pero ella tan solo se quedaba cabizbaja y volvía a andar. Los días pasaban en esa misma rutina, hasta que ya no pudo más y, poniéndose a su nivel, de nuevo le habló.
—¿Por qué no sales de aquí?
—No puedo —contestó por fin—. No sé hacerlo de otro modo.
—¡Vuela! —insistió.
—Tengo vértigo —explicó.
La incredulidad brillaba en sus ojos saltones mientras la seguía hacia una zona de menos tránsito de personas.
—¿Qué? ¡No puedes tener vértigo! ¡Eres una paloma! ¡Las palomas no tenemos vértigo!
—¿Por qué no?
—¡Porque es algo inherente a nuestra naturaleza! —El histerismo cada vez más nítido en su voz—. No podemos no volar.
—Discrepo —contestó sin más—. Míralos a ellos —añadió señalando a un grupo de personas con la cabeza.
Le hizo caso y observó. No sabía qué hacía mirando a aquella gente andando, pero no dejó de hacerlo hasta que su amiga volvió a hablar.
—Nacen libres. Es algo inherente a su naturaleza, como la nuestra es volar. Ellos me han de entender, porque por algún motivo ellos tienen su propio vértigo.
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Mis micros
RandomTan solo mis vómitos verbales aquí plasmados. Si entras no esperes nada, no vayas con ninguna expectativa, porque son pequeñas dosis de mi rara mente. Pero quién sabe, lo mismo incluso te gustan. Historias con todos los derechos reservados. Pero t...