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CLEO.

El sonido de mi teléfono es el causante de que me despierte. Ayer caí rendida apenas subí a mi habitación y terminé de llorar, me imagino que tengo la cara toda inflamada y no pienso hacer nada para repararlo.

—¿Qué pasa?—Es una llamada por FaceTime, oops, se me había olvidado que por ahí también me puede rastrear, he de crearme un nuevo Apple ID.  Malvado Bruno me tiene por todos lados y vivo en pánico.

—Coco...—Mi corazón empieza a latir desenfrenadamente ante los sollozos de Malia, la niña de la casa.

En el fondo solo esperas algo malo porque sabes que ellos se lo merecen. Tranquila. Está bien.

Malia no tiene la culpa; ella no tiene la culpa de haber nacido hermosa; ella no tiene la culpa de haber nacido en el momento correcto; ella no tiene la culpa de ser igual a mamá; ella solo fue la favorita, la que Dios decidió bendecir y con ello debemos vivir. Malia es dulce e inocente. No entiende mucho de la vida, fueron varias las veces en las que le dijo a mis papás "no hagan llorar a Coco, por favor, me hace sentir mal" los dos asentían y le prometían que no volvería a pasar, en la noche todo se ponía en mi contra.

—Deja de manipular a baby Malia, estás corrompiendo su felicidad.

Asentía yo también sin entender mucho por qué la felicidad de ella la cuidaban tanto, si la mía había sido destrozada por las personas que vengo biológicamente programada para amar. Sencillamente llegó un punto en el que entendí que era la antítesis de mis padres, no me parecía en nada y eso les molestaba. Llegué incluso a dudar de mi procedencia, me hice unos exámenes de ADN a escondidas y resulta que coincido con los especímenes llamados Derek y Chloé.

—Dime, Liah. ¿Qué pasa?—Todo mi cabello lo tengo en mi cara, no sé ni que hora vez pero percibo la luz solar por las persianas color blanco, mandaré a cambiarlas si quiero sobrevivir en este lugar.

—Papi se está viendo con otra mujer que no es mami.

«Por mala» pienso. A fin de cuentas, el karma siempre llega, dispuesto a destrozarte y hacerte ver que lo que hiciste, no fue tan agradable como pensabas. De veintiún años de odio hacia mí, un marido infiel es lo mínimo que recibe la muy bicha, dicha por otras personas, Chloé. Ella y yo jamás íbamos a funcionar, era obvio. Ella ama la moda, vestirse con aquellos vestidos largos y colores chillones, maquillarse para cualquier ocasión, tacones en sus pies siempre que se pueda. Yo no soy así, me gusta la ropa, claro, pero no me importa su marca. No me encantan los vestidos, amo usar shorts. Odio los colores, amo el negro. Odio los cortes de cabello "formales", amo mi pelo largo, con su volumen y ondas naturales. Yo era y soy, en pocas palabras, todo lo que una miss mundo odiaría pero eso no justifica sus actitudes. Pero está bien, tengo sanada esa parte aunque a veces sale el resquemor, amo mi forma de ser aunque no es la más femenina porque así me veo fabulosa y entiendo a mi mamá porque aunque ella es un desastre, hay otras personas en mi vida que lo hacen increíble.

No sé cual personaje la pantalla idealiza más. Si a mamá, como lo que ya describí supone ser. O papá, el superhéroe, el puede con todo, el que espantará chicos de casa, el que golpeará a todos los que se metan con su princesita. De verdad, alguien tiene que ir y hablar con el creador de tan falsos estereotipos de padres perfectos, a ver si dejamos de creer en que siempre tenemos que amar a la familia.

—Liah, cálmate—No quiero ver a mi hermana mal, soy así de buena y por eso es que estoy toda jodida—, ¿Cómo es la mujer?—Creo que todo esto tiene una explicación. Derek no la cagaría en Venezuela.

—Como una Barbie. Cabello como el mío—Amarillo—, Pero mucho más largo, se viste lindo, mucho mas que mamá—Y ahí mi respuesta...—. Tiene una sonrisa linda, ojitos como los míos—Azules.

SIMPLE...Solo tú. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora