Colombia era un chico tranquilo y dedicado a sus labores importantes y a sus amigos sin importarle nada más.
No tenía tiempo para alguna relación.
Hasta que un día, una persona la cual su identidad es desconocida, interrumpe en su vida.
¿Y cómo?
Di...
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Después de unos minutos en el auto, llegaron al lugar esperadamente improvisado.
Bajaron los 4 del vehículo caminando hasta la puerta del establecimiento.
- ¿¡Una discoteca!? Pensé que quedamos en no ir a un lugar con mucha gente - se queja el ecuatoriano al echar la mirada al lugar.
- Vamos hermanito, sólo será por una noche. Nada malo va a pasar - el mayor trata de calmarlo dándole un palmazo en la espalda al menor.
- Además que no hay de otra, ya llegamos - añade el norteamericano dirigiéndose a la entrada del establecimiento.
- Nunca respetan mi opinión, en nada - reclama el de menor estatura.
- Ya calláte Ecuador, deja de quejarte. Si no querés entrar pues no lo hagas, quedáte acá y esperanos hasta la madrugada o tomátelas - responde directamente el uruguayo cansado de las quejas de su amigo. Re sincero el wacho XD
- Uff que directo - agrega el más alto abriendo la puerta - Quien quiera venir pos que venga, y él que no que se joda. Vamos - dice para al final entrar al lugar lleno de bulla.
- Nos vemos más tarde, hermano - se despide el colombiano con un tono burlón para luego entrar al establecimiento junto con el uruguayo.
- ¿¡Eh!? Pe-Pero no me quiero quedar solo - dice entre dudas el ecuatoriano, que al quedarse pensando, toma aire para luego botarlo y decidir ingresar al lugar - ¡Espérenme! - grita mientras abre la puerta e ingresa.
El lugar era un desmadre: borrachos en el bar, países arrinconados en una esquina, altas risas que se escuchaba y gritos repentinos de aquellos que ya habían bebido mucho.
Lugar perfecto para una noche llena de diversión.
Cada uno se fue por su camino: México se dirigió hacia donde estaban un argentino y un chileno conversando, Ecuador a donde se encontraba un boliviano aburrido sentado en una mesa viendo su celular, y Uruguay al bar para tomarse un par de copitas.
¿Y Colombia?
Bueno, el solo se fue a una esquina del establecimiento teniendo en sus manos una lata de cerveza mientras veía a todo el mundo divertirse.
Se mantuvo tranquilo, con la mente despejada. Hasta que recibe un nuevo mensaje de aquel misterioso número.
+51 X1X 2X6 X5X
Que bien te ves esta noche, Escobar.
Ja Ja Ja
Que gracioso eres
ARGENTINA
¿Enserio crees que soy ese tipo?
Pues sí, te gusta hacer bromas
¿No?
Sí, pero esto no es una broma.
Busca a Argentina y miralo.
El tricolor retira su vista del dispositivo y realiza lo contrario a lo dicho, comenzando a buscar al desconocido chico con la mirada.
+51 X1X 2X6 X5X
Te dije que busques a Argentina.
No a mi, idiota.
Al leer esto, el colombiano visualiza a un celestino charlando con dos tricolores mientras bebé un vaso de cerveza. Este se queda con los ojos abiertos y algo avergonzado por lo que antes había afirmado.
+51 X1X 2X6 X5X
¿Acaso Argentina está con su celular en la mano hablándote ahora mismo?
Ya dime de una vez quien eres
Algún día lo sabrás, por el momento te hundirás en la duda y desesperación.
Harto, sale de él rincón en el que estaba y se dirige hacia el centro del lugar para colocarse firmemente ahí y buscar al país que últimamente anda carcomiendo sus pensamientos.
Aunque lo intentes, no me vas a encontrar.
Te lo aseguro
Entonces, no eres Argentina
Te lo juraría por Dieguito Maradona si es que fuera así. Pero no, no lo soy
El sudamericano viendo la pantalla de su celular, no puede evitar dar una leve sonrisa al leer ese mensaje que envió aquel número sin registrar. Decidido, pulso el número para añadirlo como un contacto más a su registro, guardandolo como "Número desconocido" al no saber su identidad.
Cerró todo y apagó la pantalla guardando el dispositivo en su bolsillo. Volteó y fue a acompañar al uruguayo quien ya se había pasado de copas, quedándose dormido en la barra del bar.
Parece que ese mensaje cambió sus planes, supuestamente debía olvidarse de sus preocupaciones y divertirse, pero ya se le había vuelto imposible. Pidió otra lata de aquella bebida amarga para al menos tratar de ya no preocuparse por sus asuntos.
A lo lejos, sentado en una mesa de al fondo, se puede ver a un país con una sonrisa segura al apreciar al colombiano desde una larga distancia, mientras bebé un vaso de Pisco recostándose en el respaldar de su asiento sin quitar la vista del sudamericano.
Algún día le dirá la verdad, le dirá quien es realmente. Solo tenía que esperar el momento exacto para eso.
Sólo es cuestión de tiempo.
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