La noche de primavera

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Doy vueltas en mi alcoba, del baúl al armario, del armario a los cajones, de los cajones de nuevo al baúl.

-¿Tengo tantos vestidos pero nunca encuentra los que quiero cuando quiero?- pienso a mis adentros -hoy tengo mi primera cita y no encuentro nada!- creo que lo último lo dije en voz alta, ya que cuando me doy vuelta estaba Diana mirándome con mi vestido rosa pardo de tul en sus manos.

-Era ésto que buscaba mi señora?- aliviada corro hasta la entrada y lo tomo.

-Muchas gracias, en serio- en su rostro se dibuja una leve sonrisa. Se apresura a salir del cuarto para poder vestirme.

Me miro al espejo:
El vestido resalta mi pecho y mi cintura, pero de forma sutil, haciéndolo más elegante.

Salgo de mi alcoba y me cruzo a mi padre, borracho, en el corredor. Intento no prestarle atención, ya estoy acostumbrada a éstas situaciones así que sigo mi camino.
Salgo al jardín, me detengo a oler un las rosas de la entrada, hoy el jardinero se esmeró bastante: las rosas anuncian la primavera alrededor del camino, detrás de ellas están los manzanos dando sus frutos todavía en crecimiento, el cielo está despejado así que se puede ver cómo la luna llena ilumina los adoquines de piedra del camino hasta la puerta principal. Detrás de las puertas de hierro negro se encuentra el carruaje esperándome, sólo le dije al choffer que me había olvidado un par de cosas en el mercado, así que él me llevará a "comprar lo que falta".

-¿Quiere que vaya con usted o la espero acá madame?- llegamos a la entrada de la plaza.

-Prefiero ir sola y dar una vuelta bajo la luna- le digo en tono severo pero sin poder ocultar la emoción que siento -regresa a casa, no sé a qué hora volveré. Él hace un gesto de asentimiento y se va.

Inhalo. Exhalo. Inhalo. "Vamos es sólo un chico, lidiaste con más en otras ocasiones". Exhalo. "Está bien, vamos"

Paso de largo la feria y los puestos de flores como si no existieran, mi vista está centrada en la curva que va detrás del viejo álamo, en donde estará mi cita esperándome.
El corazón se me sale de la boca, estoy demasiado ansiosa por lo que pasará en la siguiente hora, ya quiero saber quién es.

Llego al árbol y me paro en seco, no puedo asimilar lo que mis ojos ven: el camino de piedra fue marcado con velas anaranjadas con luz tenue que me guían hasta el puente, y ahí está él.
Está sentado contra el borde de piedra del puente, con una camisa blanca de mangas holgadas y un pantalón negro de vestir hasta la cintura, al lado suyo hay una canasta de mimbre. En su mano sostiene un reloj mientras lo contempla con sus atrayentes ojos azules.
No notó mi presencia, parece ensimismado en sus pensamientos, así que carraspeo:

-Ajem- llevo mi mano a mi boca -buenas noches, soy Elizabeth le Fiore.

Él se sobresalta y me mira un poco asustado, pero rápidamente se para y retoma su compustura para presentarme una mano.

-Buenas noches- hace una reverencia -soy Thomas- lo miro desconfiada -Thomas di la Fonte.

Thomas di la Fonte? El criminal más buscado de París? Estoy ante un asesino?

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