The revenge of the ruin ; Min Yoongi

₍πέντε₎⁵

—¿Puedes venir un momento, Iseul? —le pedí suavemente y juré haber sentido un escalofrío recorrer sus huesos.

Ni sabía yo mismo porque me estaba volviendo tan tranquilo a su lado, me nacía natural y sin duda, odiaba profundamente este sentimiento.

—Claro... —un poco temerosa se sentó a mi lado y jugó con sus dedos mientras esperaba a que yo le dijese o preguntase algo.

—¿En qué te afecta positivamente mis nuevas decisiones?

Su rostro se giró hacia mí y me dio una sencilla repuesta.

—Mis seres queridos podrán vivir en paz.

—¿Cómo? —le devolví otra pregunta porque no sabía a lo que se refería exactamente.

—Mi familia viven todos en una misma choza, incluida yo, y le aseguro que cada día que despierto, es una agonía el poder dormir en paz, creerá que solo pienso en mi misma, pero la verdad es que todos estamos igual allí, si no es por un merecido sueño reponedor, es por a escasez de alimentos o vestimenta. Eso sí, he de admitir que diversión entre nosotros no nos falta pero... No es lo mismo.

—Ya veo... —comprendí mientras rotaba mi manzana.

—¿Eso es lo único que quiere saber, rey Min?

"Rey Min"... Quedaba tan bien en sus labios.

—La verdad es que no, ahora mismo tengo demasiadas cuestiones que me gustaría que me resolvieras pero... le lanzaré la que más me carcome ahora mismo.

—Adelante.

—¿Qué edad tiene?

Ella rió dulcemente y con sus labios curvados con una sonrisa, me solucionó cualquier duda.

—21, en un pleno día de capullos floreciendo ante el cálido sol, rey —aclaró.

Me hizo gracia su aclaración y por ello, le seguí el juego.

—26, en un pleno día de lluvia que ayudaba a los capullos crecer...

Derrepente ella estiró su mano hasta mí sonriendo y yo se la estreché.

—Gracias por ayudarme a crecer rey, gracias a usted, seré más fuerte y saludable —hizo una inclinación ante mi y se levantó, volviendo a montar en el corcel. —Nos vemos en otra coincidencia de la vida, hasta pronto —le dió unos pequeños azotes al animal y dijo la palabra que hizo darme cuenta de que no era la chiquilla que me cegaba a pensar. —¡Arre Baco!

Baco... Dios del vino y la vegetación, era bueno y amable con quienes lo honraban, pero llevaba la locura y la destrucción a quienes lo despreciaban a él o a los rituales de su culto. Nombre digno de un caballo, bonita elección Iseul... —pensé mientras me recostaba de nuevo en el pasto y masticaba.

(...)

De nuevo, el sonido de galope, me interrumpió el plácido sueño.

Un poco adormilado, pensé que era probablemente Iseul rondando por aquí.

—¿Iseul...?

El sonido se detuvo y unos pasos se acercaron a mi cabeza, entonces abrí los ojos y me topé con otros más claros que los de la anterior.

Era la cara de Jin pero al reverso.

—¿Ahora me confunde con la chiquilla mi rey? —su vista se fue a mi lado y vio la manzana mordida.

—¿Acaso le envenenó? —preguntó de nuevo con un poco más de pánico.

—Tranquilo Jin, solo estaba descansado —traté de serenarlo.