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Capítulo 10



Atsushi había corrido a su habitación y tocado sus labios, respiraba agitado por correr, miró a su lado. Toru estaba despierto y con una gran sonrisa — besó ¿verdad?

— n-no

— uuuuy si se besarooon en la bocaaaaa se besaaaan uuuuuuuuuy

— ca-cállate Toru ¿que no estabas dormido?

— quería ver si usaba un poco de bouyerismo pero te lo llevaste a la otra habitación

— To-Toru - se quejó dándole un zape

— Oh vamos Atsu, es el primer chico alfa al que te le acercas, tienen una hija

— aaah que no es mi hija

— pero podría serlo, o sea si te vas a tribulares, doctores y demás dirán que es tuya. Deja de estar mamando y acéptalo

— ok

— ok ¿que? Dilo

— m-me gu-gusta

— buen chico

— No me trates como un perro

— justo ahora quisiera que me hicieran ladrar como uno — dijo suspirante

— Toru — le llamó molesto

— ahora es tu turno de ser un perro, lo ayudaste con su divorcio, ayúdalo con algo más

— ¿Algo más?

— la abstinencia puede ser cruel para el cuerpo — suspiró — yo estoy muriendome en esto sin Sousuke

— ¿ese personaje de libros?

— si, si, ya a la chingada. Cogete a Akutagawa

— ¿Que? N-No se hacer esas cosas...

— cierto, terapia... — suspiró — maldición Miushi, me vengare — susurro

— ¿Que?

— nada



Atsushi y Toru dormían juntos en la cama, era plena madrugada cuando Momo comenzó a quejarse, Atsushi rápido abrió los ojos. Fue a verla — Momo ¿Que tienes?

— uuh mm — se quejaba. Aún no hablaba, ni una sola palabra

Atsushi la cargó para sacarla de la cuna, la acomodó en su pecho y su cabeza. Comenzó a arrullarla mientras tarareaba.

Toru se quejó, así que el albino salió de la habitación, llevó a Momo a la cocina para preparar algo de leche. Momo estaba mejor pero seguía inquieta.

Shibusawa apareció en la cocina sorprendiendo al albino mientras esperaba el agua — Hijo, ¿pasa algo?

— no, Momo está inquieta. Debe ser el cambio de leche, desde el principio no le gusto

El mayor sonrió acercándose  — eras igual de pequeño

— ¿eh?

— te inquietabas si no tenías a su madre cerca — mencionó nostálgico. — siéntate, yo preparo la mamila

— gracias...

El albino se sentó y acomodó mejor a la bebe — ¿era apegado a mamá?

— si, tú y ella siempre tuvieron una hermosa relación. Siempre buscaste que todos estuviéramos juntos y felices... ella quería lo mismo

— Papá, sinceramente... lamento haberte alejado por tantos años.

— está bien, yo jamás supe que hacer o cómo manejarlos, creía que jugando con ustedes y trabajando para su futuro sería el mejor. A veces cuenta más la cantidad que la calidad ¿no?

Esencia de vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora