Capítulo XVII

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Un fuerte dolor de cabeza me impide seguir en la oscuridad, es tan insoportable que me veo obligado a abrir los ojos, aunque también resulta ser fatal, la luz me da punzadas fuertes como de jaqueca. Gimo quejumbroso, se siente fatal, como si estuviera a punto de morir. Qué terrible resaca, posiblemente la peor en mucho tiempo. No obstante cuando por fin consigo calmarme, si es que es posible, caigo en cuenta de que no sé dónde estoy y recuerdo muy poco de anoche. ¿Qué ocurrió? Noto entonces una respiración cercana a mi lado y claro eso alerta todos mis sentidos como arte de magia, ya que al ver el rostro de Lee TaeMin algunos recuerdos de la noche anterior llegan a mí y en todos, absolutamente todos, está Lee.

Me incorporo de golpe, alterado, pero eso no parece inmutar a TaeMin que sigue durmiendo con una tranquilidad que nadie sospecharía que tuvo una noche agitada con... conmigo. Dios, ¿enserio? Cómo pude... ¿acaso esto dañaría nuestra relación amistosa? Ah, qué digo, eso no es lo importante lo importante es que KiBum no...

Debe enterarse...

Suspiro, cubriendo mi rostro. Es verdad... Él está muerto.

KiBum está muerto.

‹‹ Vamos, JongHyun, ha pasado más de un mes desde que ocurrió. Tranquilo... ››

Aquellas palabras intentan consolarme y por un momento lo consiguen, aunque la ansiedad nuevamente inicia. Decido levantarme y conseguir primero que nada algo para el dolor de cabeza que me va a matar, ya que seguro a TaeMin no le importa que lo haga. Después de todo, eso es mejor a tener un cuerpo muerto a su lado porque sí, reitero, el dolor es agonizante. Me sorprende no haber tenido un coma etílico, siendo sincero.

La casa de TaeMin, no deja de sorprenderme con los detalles, aunque realmente ahora lo único que me interesa es encontrar las medicinas que tiene... ¿en la cocina? ¿Dónde demonios las tiene? No tengo idea. Fabuloso, JongHyun. Igual, no se pierde nada con buscar, quizá y TaeMin despierta y me ayuda a conseguirlas... Si es que antes no me desmayo. Al ser una casa exageradamente enorme para un chico que vive solo, es un poco complicado pensar dónde puede tener aquellas cosas o a dónde van ciertas puertas o qué hace con tanto espacio. Claro, JongHyun, llénate la cabeza de preguntas para que esta te duela más. Como sea. No encuentro nada o quizá, no tengo mente para hacerlo ahora.

De todas formas, consigo un vaso de agua para beberlo y calmar la garganta reseca mientras me doy una vuelta, pensando ir al jardín para coger aire e intentar relajarme mientras TaeMin despierta, pero entonces por alguna razón, giro la cabeza en el próximo recodo que me da vista a un pasillo con una estatua de la Venus de Milo sobre una mesa al final. Por alguna razón que ni yo mismo comprendo, decido ir a echarle un vistazo. Luce hermosa, hay un pequeño tragaluz sobre esa zona al final del pasillo y por encima, noto matas curvas y oscuras, enredaderas que se aferran sobre el hierro. Además de eso, noto pequeñas gotas cayendo que empañan el cristal. Está lloviendo. Nuevamente, miro la estatua, absorto con los detalles que me atraparon hasta notar sobre su cuello una finísima abertura, como si la cabeza fuese montable. Eso me parece extraño, pero un ruido raro me llama la atención. Viene de la única puerta a la izquierda, hundida tras la pared, de apariencia dura y oscura, como de granadillo negro.

Siento un escalofríos penetrar por mi espina dorsal cuando toco el pomo, notando un espacio para dejar un candado, pero este no estaba. Siento entonces mis manos temblar y, con miedo de dejar caer el vaso y causar un estruendo, lo dejo junto a la venus. La curiosidad empieza a carcomerme cuando nuevamente, aquel sonido detrás de la puerta me confirma que no es una ilusión y aunque un susurro me dice que no lo haga, porque de repente un aire lúgubre llena aquel pasillo, giro el pomo y un golpe fuerte a mi nariz me ataca. Un olor espantoso, como a animal muerto, penetra en mí y claro que sumado al dolor de cabeza es desgarrador. Siento ganas de vomitar pero sólo me cubro con mi antebrazo, intentando respirar por la boca. Enciendo el interruptor a un lado y pese a ello, tras un trecho, las escaleras frente a mí parecen dirigir al oscuro infierno. Pienso entonces que lo mejor sería irme, pero un gemido en lo bajo, como el de un animal moribundo, nuevamente me llama.

Amor Fragmentado ♡ jongtae¡!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora