Parte 4. Alliance

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Nie Huaisang, era una serpiente que cómodamente podía vivir su vida sin reconocerse como serpiente. La clase de persona que podía llevar una vida cómoda y feliz dentro de los parámetros de la sociedad y sin ninguna clase de reconocimiento. Imaginaba que era una serpiente usando la piel de un animal pequeño y cómodo. A-Sang, no tenía ambición, y su mayor placer era dejar que su hermano cargara con la responsabilidad de su clan mientras el se dedicaba a la vida decadente.

Meng Yao, el joven que le había dado "asilo", tras el incendio y persecución desde los Recesos de las Nubes, era un animal ambicioso. Ambicioso, con hambre de poder y reconocimiento, pero mayormente, sediento del afecto que se le había sido negado al no ser reconocido como nada más que el hijo de una prostituta con aires de grandeza.

Vivir como refugiado en ese burdel, disfrutando del conocimiento de que se encontraba a salvo mientras era testigo de la decadencia de tantos hombres. Humanos normales o cultivadores, no había verdadera diferencia entre ellos, no cuando se trataba de lo que colgaba entre sus piernas. Aunque era cómico percatarse que estos grandes hombres que se consideraban superiores a las mujeres eran capaces de llorar por el simple hecho de poder enterrarse en la carne femenina. Criaturas despreciables, como quienes habían ultrajado a su madre.

A-Yao, compartía el mismo tipo de desdén que él, y en su modo detectaba un desprecio hacia los hombres. Particularmente los cultivadores que actuaban tan superiores. Y al mismo tiempo, podía percibir el rechazo que sentía a la idea de tocar a una mujer de un modo impropio. Probablemente, tras vivir tanto tiempo entre prostitutas y expuesto a esa clase de agravios, no podía sentir deseo hacia esos cuerpos.

Xichen comprendía sobre ello. Él mismo había descubierto que no sentía esa clase de impulsos. Quizás por su crianza, quizás por su rechazo generalizado a los seres humanos y a la decadencia de la carne, pero ambos compartían. El joven, era perspicaz, y probablemente había intuido algo en él. Una suerte de comprensión silenciosa en la que daban vueltas alrededor del asunto sin nunca decir las cosas de manera literal. Porque declararlo, era el equivalente a dar voz a lo peor de ambos.

Y ambos tenían a sus madres, a quienes no debían de fallar.

El tiempo pasado entre ellos, en esos momentos de liberación y privacidad, fue lo suficiente para llevar adelante grandes planes futuros. Ideas, divagaciones, sugerencias y posibilidades de mil y un caminos para llegar al poder.

O mejor dicho, caminos para que Meng Yao llegase al poder. Porque Lan Xichen no tenía ninguna intención de asumir ninguna posición de poder. ¿Por qué buscar ese lugar de reconocimiento? No, su intención era castigar a su clan desde adentro. Llevar las cosas a otros niveles, no estaba dentro de sus planes y maquinaciones.

Lo interesante de sus conversaciones, de sus juegos, era el tratar de identificar quién manipulaba a quién. Y no podía evitar sentir que todo era tan hilarante. Porque Meng Yao, A-Yao, realmente sentía que manipulaba a Xichen. Qué curioso.

Quizás en otras circunstancias, A-Yao sería buena compañía para A-Sang. Un manipulador que buscaba escalar y un manipulador que buscaba desligarse de toda responsabilidad. Si se les daba la oportunidad, quizás ambos serían capaces de dominar el mundo de la cultivación.

Xichen no tendría problema con tal arreglo. Aunque lamentablemente, la ambición nunca era satisfecha. Siempre se buscaban nuevos horizontes. ¿Le probaría A-Yao lo contrario?

Sus conversaciones, era mejor pensar en las mismas como una enredadera o un juego de Go.

—Si tan solo pudiésemos contactar a un infiltrado. —Esa frase había sido de Xichen. Pero fue Meng Yao quien ideó el plan. Quién buscó los medios, y justificó sus modos.

—Tengo un trasfondo. —Dijo A-Yao. —Tengo motivaciones. Un padre que no le reconoce, una sed de venganza, potencial y contactos.

—Wen Ruohan no es tonto. Sospechará de algo... —Le recordó Xichen.

—Sospechará, sí. Pero preferirá tenerme cerca si le llevo un tributo. Algún secreto o... material de contacto.

Xichen guardó silencio. Y tras unos instantes en los que mostró inseguridad, suspiró mientras respondía.

—El día que Wen Xu atacó el Receso de las Nubes, la barrera estaba debilitada. Estaban renovando los sellos. Fue demasiado... preciso. —Dijo, sin agregar mucho más. Pero la mirada afilada de A-Yao indicaba que entendía su significado.

—¿Cómo podría haberlo sabido? ¿Qué clase de prueba de confianza se habría entregado a Wen Ruohan para convencerle de un ataque en ese entonces? —Preguntó el menor.

—Tendría que haber sido una marca del clan. No una ficha de jade, ya que esas son propias de cada miembro de la secta y fácilmente identificables con su dueño... No... algo más personal... —Elevó una mano pensando y dejó sus dedos tocar su frente mientras suspiraba en un gesto cansado.

—Hmmm.

No se dijo más esa noche, y para cuando se habían separado, Meng Yao supo muy bien que camino tomar.

Una extraña alianza, entre comprensión y desdén, entre la nebulosidad de palabras sin expresar y la realidad misma que ninguno de los dos declararía como propia. 

A dark road ahead of usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora