Parte 6. Treason

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Algo que había aprendido, es que había confesiones que debían ser enfrentadas por los propios pecadores. Cuando WangJi había sido castigado, el tío le había obligado a recitar las reglas, pero WangJi había cuestionado la validez de las mismas. Finalmente, tras años y años de ser el soldado perfecto, su hermano había cuestionado esas enseñanzas en la cara de todos y cada uno de los miembros del clan. Exponiendo su moral torcida ante sus rostros. Pero nada de eso había dado mayor fruto salvo lastimarlos.

Nunca antes se había sentido tan orgulloso de su hermano como en ese momento. Cuando finalmente se ponía de pie por sí mismo, y aceptaba el castigo por defender lo que amaba. Esa actitud, esa forma de ser, era la que realmente debía de dar forma al clan Lan. No... Ho la hipocresía de los ancianos durmiendo en sus laureles. Sino aceptar el castigo como corresponde, porque si cometes un acto atroz incluso en el nombre del bien, el acto no deja de ser aberrante. Por lo tanto, uno debe enfrentar las consecuencias.

Lan Xichen, era consciente de cuál era su castigo. Pero no había encontrado a nadie merecedor de castigarlo a él. Y todavía quedaba un largo camino por delante.

El castigo, siempre debía de venir con el conocimiento de que era eso, un castigo. Si la persona que comete la falta, quién lleva adelante el acto atroz, es incapaz de reconocer cómo y por qué se le es castigado, entonces... ¿cuál es el sentido del castigo? Declararse inocente e ignorante a aquellos hechos y actos, era poner la responsabilidad en otro. Justificar los actos de uno en la balanza de otro.

"𝕊𝕠𝕪 𝕝𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕞𝕖 𝕙𝕚𝕔𝕚𝕖𝕣𝕠𝕟"

"𝕄𝕖 𝕠𝕓𝕝𝕚𝕘𝕒𝕣𝕠𝕟 𝕒 𝕙𝕒𝕔𝕖𝕣 𝕖𝕤𝕥𝕠"

A-Yao...

Oh, como se había decepcionado con A-Yao. Y podía haberle perdonado. Podía haberle dejado ir. Y aunque admitía sus culpas, seguía jugando la carta de víctima.

De rodillas, reducido a eso, a nada más que un montón de despojos. Patético, desesperado, y completamente acorralado por la misma verdad que le condenaba. ¿Y Xichen?

Lan Xichen podría haberle perdonado muchas cosas.

Perdonó su influencia en la muerte de Wei Wuxian, y todo el daño que trajo aquello. Podría haberle perdonado porque le dio la oportunidad a su hermano de ver lo que el clan realmente era.

Perdonó la muerte de Nie Mingjue, porque su hermano jurado era un hombre lleno de justicia, pero no podía evitar el camino que lo llevaría a su destrucción. El cultivo en la secta Qinghe Nie estaba condenado por su propia naturaleza. Mingjue, por mucho que Huaisang deseara, no encontraría un final feliz.

Perdonó su desesperación y deseo servil con tal de complacer a su padre, y todo lo que aquello significaba, todos los sacrificios y muertes a los pies de la secta Jin.

Pero lo que no perdonaba, lo que nunca perdonaría...

Era Qin Su, eran todas las prostitutas asesinadas para esconder su venganza, y la muerte de Jin Rusong.

Porque esos actos, esa atrocidad lo había transformado en igual o peor que todos sus antecesores. Porque para ser un hijo de una prostituta, Jin Guangyao se había transformado en lo que él mismo siempre detestó. Era un ser de bajos instintos que con tal de asegurar su poder, se ahogó en la bazofia misma.

Así que esa noche en el templo Guanyin, mientras el plan de Huaisang se desenredaba bajo sus ojos y todo cuanto sospechaba tomaba forma. Mientras que A-Yao confesaba sus errores y la tragedia, mientras nuevamente amenazaba con derramar la sangre de su propia familia que había criado... Dudó, perdonó, y finalmente se dejó usar con tal de dar justicia y no claudicar en su propia moral.

La traición en los ojos de A-Yao, dolió un poco. Pero pensaba que él mismo se sentía traicionado. Se habían traicionado mutuamente. Uno por hambre de poder y reconocimiento, había tirado a la basura todo su esfuerzo. Mientras que el otro había aceptado que no habría otro camino sino este. Quiso sonreírle, porque A-Yao era tan ciego. Y ese no era A-Yao, no...

A-Yao apareció solo al final, cuando aceptó su castigo y se dejó llevar por MingJue, cuando empujó a Xichen fuera del camino y demostró que todavía podía actuar como ese joven que buscaba su luz en medio de la oscuridad.

Pero nada había valido la pena. Porque ahora, solamente quedaban los ecos rotos de esa época.

¿Qué quedaba por hacer ahora? El clan seguía siendo débil, pero las nuevas generaciones eran diferentes. Lan Sizhui, Lan JingYi, el nuevo líder de secta Jin y Ouyang Zizhen. Todos esos jóvenes, todavía tenían miradas limpias y sin corrupción. Lan Sizhui, Wen de sangre pero Lan en temperamento, era un joven que podría realizar excelentes actos de mediación. Sería buen compañero y guía. Lan JingYi, era un joven honesto. Capaz de romper las reglas y defender lo justo. Ambos, harían bien con el clan Lan y a su vez con la secta.

El líder Jin, tenía buenas guías, y su mirada indicaba que sabía perfectamente dónde estaba parado en todo este lugar. La traición le afectó profundamente, y siempre había sufrido un poco dentro de su propia secta. La secta Jin... realmente había sido marcada por su sangre. A-Yao había destruido a los posibles herederos, así que mientras que el líder Jiang y el líder Jin fuesen fuertes, esos viejos solo podrían escupir sangre en desesperación.

Otras sectas menores, como el caso de Ouyang Zizhen, eran herederos que habían visto lo peor de las sectas mayores. Sus ilusiones destruidas por sus experiencias, pero esperanzas renovadas por la mirada romántica de lo vivido a través de Wei Wuxian. Había esperanza.

¿Y de la secta Nie? ¿Qué podía decir?

Niw Huaisang, había dejado de lado parcialmente su piel de roedor para demostrar sus escamas.

—Er-ge... — Ah, la voz de Huaisang le sacó de sus cavilaciones. Y aunque no tenía planes para el futuro, no tenía deseos de sonreír. No en ese momento, no porque sabía perfectamente que no debía y porque quizás lo mejor era darle a Huaisang lo que más detestaba.

Así que le miró, suspiró y sacudió la cabeza.

—Entraré en reclusión. —Dijo en un hilo de voz. Y la tensión en el cuerpo del mejor fue suficiente para saber que el contrario sabía las implicaciones. Sus ojos revelaban que esa no había sido su intención. No había pensado en la consecuencia de manchar las manos de Lan Xichen. Así que el primer jade de Lan le daría la lección y el castigo justo.

Lo que había roto, tendría que ser arreglado por él. De las responsabilidades que había huido, y que solo en pos de venganza había optado enfrentar, ahora estarían con él el resto de su vida. Porque Nie Huaisang tenía las manos manchadas de sangre.

Sangre de inocentes, sangre de culpables, sangre de todo el mundo de la cultivación.

—Espero Da-ge encuentre paz. —Dijo mientras se retiraba. Y el leve temblor de la mano ajena, y la sangre en su mano por el sombrero de A-Yao, decían todo.

Da-ge, A-Yao, los muertos encontrarían paz. Pero no los vivos.

Ahora, tenía un clan por purificar. 

A dark road ahead of usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora