Quiescent [ Harry Potter ]

✦ [ La fiesta. ] ✦

[ "ʏᴏᴜ ᴅᴏɴ'ᴛ sᴇᴇ ɪᴛ?" ; sɪʀɪᴜs x sᴇᴠᴇʀᴜs, ᴀᴜ ᴍᴜɢɢʟᴇ ]

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Amaba ir a fiestas con poca cantidad de gente pero divertidas al fin y al cabo a pesar que su madre ya comenzaba a sospechar a dónde se dirigía todas las noches de los sábados fingiendo que estaba en la casa de uno de sus mejores amigos. A veces pensaba que quizás ella intuía que mantenía una relación secreta con Remus y simplemente no tenía ni una pista que se emborrachaba de pies a cabeza.

Nunca había ingresado en el lugar donde estaba ahora nerviosamente respirando con la mayor calma posible por que permitían a personas de diecisiete y no tendría que fingir que era mayor, no le importaba pasar la noche solo por que siempre conseguía alguien con quien pasarla bien, ya sea un grupo grande de desconocidos o una hermosa chica que se acercaba lentamente a él con ojos fugaces como si jamás hubiera visto a un muchacho tan agradable a la vista.

Por más hermosa que fuera la joven que le dedicaba la noche entera a seducirlo al final era en vano por que era más gay que la misma bandera de tal sexualidad y no tenía intenciones de experimentar con mujeres... Su actual problema era que le sudaban fuertemente las manos mientras prendía rápidamente un cigarrillo apoyado en una pared viendo el panorama para ver si encontraba a la persona que vino a buscar desde un principio.

No habían demasiadas personas pero estaba la suficiente cantidad como para no divisar fácilmente lo que deseaba encontrar hasta que lo vio, charlando tranquilamente con una pelirroja que conocía bien, Lily Evans no lo noto hasta minutos después cuando sus miradas se cruzaron y esta le pego un pequeño codazo a su mejor amigo que vio a donde observaba ella, Sirius rápidamente reconoció aquella mueca digna de Snape, la amaba y odiaba al mismo tiempo porque sabía que habría problemas si se iban por las ramas.

― ¿Qué haces aquí? ― pregunto Severus enfrente del pelinegro cuando se acercó a él casi corriendo por toda la pista ―

― Vine a buscarte y a disfrutar, sabes que me encantan las fiestas. ― contestó Sirius ―

― Pero no conmigo así que te pido que te vayas. ― comentó el menor que no quería sentirse intimidado con los centímetros de altura que le ganaba el mayor ―

Sirius observó detenidamente Severus, se alegraba de no haberlo encontrado cerca de otro hombre por que en este mismo momento estaría siendo encarcelado por una pelea en plena fiesta. Se mostraba frío y sin miedo a perder la dignidad pero por dentro estaba hecho llamas, amaba salir a divertirse, pero no le agradaba el hecho de haber ido detrás de su ex novio, lo amaba y quería recuperarlo pero estaba perdiendo la dignidad.

― Es un lugar publico, no podes echarme ― menciono este apagando su cigarrillo contra el piso pisando la colilla a un costado que dejó sin habla a Snape que tenía sus puños apretados a los costados ―

― Pero no te quiero cerca mío.

― Ya sé que hice algo malo pero tenes que perdonarme, ya hable con James y todos. Lo saben, lo aceptaron.

― No me importa ― Severus trato de empujar a Sirius pero este le sostuvo los brazos ― me trataste como un idiota, me tuviste en secreto durante meses como si fuéramos ratas solamente por que antes me vivías molestando, yo no merezco eso.

― Tenes que tratar de entenderme, yo ya dije la verdad, te amo, nunca te mentí en eso. ¿No lo ves? si no te amara no estaría acá buscándote como un loco.

Ambos se quedaron en silencio, Sirius a pesar de la oscuridad pudo ver como pequeñas lágrimas salían de los ojos de Severus así que lo abrazo. Estaba arruinando la noche de sábado para su ex novio y para él también, se sentía el peor de los seres humanos pero necesitaba recuperarlo, verdaderamente lo amaba y deseaba como nada más en el mundo.

― Te amo Severus, por favor perdóname. ― dijo este apretando fuertemente entre sus brazos el delgado cuerpo de Snape que cerraba los ojos contra el pecho de Sirius, el menor también lo extrañaba ― solo una oportunidad mas y jamas volveré a defraudarte, lo prometo.

Severus quiso creerle y lo hizo... el tiempo supo demostrar que Sirius si era capaz de cumplir su palabra, todas las fiestas de los sábados ya no eran solitarias.

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