Ocultos

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¿Cuándo comenzó mi amor por las plantas? ¿Quizás aquella vez? El día en que vine a éste reino.

Lo imponente de su estructura no fué lo único que me cautivó, sino también el pilar principal. De rasgos frágiles y serios, pero con una mirada vivaz. <<Principe MacDonald>>. Desde un principio me trató de forma diferente, tan gentil, como dedicado.

Recuerdo cuando tuvimos nuestro primer paseo solos. Ronald me dió el obsequio más especial en toda mi vida: la única rosa de su jardín marchito. Entonces, decidí aplazar su presencia por más tiempo, convirtiéndome en su amigo. Sin embargo, siempre anhelé mucho más: volverme en el descanso predilecto de su mirada. Pero, sin importar la cercanía con la que contábamos, no pude detener su renuncia, ni obtener una explicación.

—¿Casarse? —repite Ronald, aún atónito, mientras caminamos hacia su habitación.

—Sí, el consejo piensa que debo contraer matrimonio lo más rápido posible —respondo, sin verlo a los ojos—. Las guerras han aumentado en los últimos 2 años, por lo que necesito un heredero.

—Ya veo... —suspira—. Pero, ¿de verdad ella? —dice, deteniéndose.

Interrumpo mi caminar y lo veo directo a los ojos, sin poder evitar que mi sangre hierva. <<¿Por qué te importa?>>.

—Ella es la más experimentada entre mis primas, así que es la adecuada.

MacDonald baja la mirada, tensando su rostro.

Supe que sería mi esposa cuando aún era joven, por lo que la mayoría de veces la llevaba junto a mi. Visitar MacDonaldlandia, no fué la excepción. <<¿Te gusta?>>. Cada que esas palabras quieren ser pronunciadas por éstos labios, mi corazón es estrujado, bestialmente.

—Llegamos.

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Han pasado dos meses desde que Burger me encerró en esa asquerosa alcantarilla. Y aunque sigo dentro del castillo, ahora puedo ocupar una habitación privada y más cómoda.

—¿Ellos? —susurro, viendo por el balcón al jardín.

Desde que me compartió la noticia de su compromiso, no he dejado de observarlo cada día, lamentando el no poder escucharlo cantar a las flores como antes.

—Idiota.

Cuando lo presencié por primera vez, supe que incluso un rey tan formal como él, era capaz de empatizar y amar. Por lo que asumí sería sencillo tratarlo, <<gran error>>.

En un inicio, no lograba intuir lo que pensaba ni lo siguiente que haría. Aún así, con el pasar del tiempo aprendí a vivir con ello e incluso logramos ser amigos, hasta que un día me condené. Por amor.

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—Majestad, las ventas siguen bajando —tartamudea Culón, enseñándome las cifras.

—¡Joder!. —Tiro la hoja y el báculo—. ¡¿Por qué no funciona el plan de MacNugget?! ¡Inútil! ¡¿Qué hace con todo mi dinero?!. —Lo veo temblar.

—Estamos haciendo lo posible, pero es difícil cuando ningún chef le es leal, señor.

—¡Cierra la boca! —condeno, sentándome en el trono.

Sí esto sigue así, pronto todo el reino se irá a la quiebra. <<¡No, eso nunca!>>, no puedo arruinar mi esfuerzo y lo que la familia de Ronald construyó. <<¡Piensa maldita sea, piensa!>>.

—Eso es...

—¿Qué ocurre, señor?

—¡Culón, trae a MacDonald!

👑Alimenta mi corazón👑 (Burger King x Macdonald) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora