S I E T E : R I S A S

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Creo que este es el cap que más me gustó escribir.

Amén a Taehyung masita .... 💜💜
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No lo juzguen está chiquito... 💜

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Enjoy 💜

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Taehyung rió en los labios de Jungkook, lo tomó del rostro y lo observó unos segundos.

—Por favor, dime que lo recordarás. Dime qué no estás ebrio, Taehyung —suplicó tomándolo de la manos con necesidad.

De veras Jungkook quería, pero no de una manera que él solo pudiera disfrutar. Y el se quería asegurar que Taehyung lo recuerde. Quería que esté conciente, para lo que él tenía en mente de lo que podía pasar entre ellos esa noche.

—No lo estoy. No lo estoy —repitió llevando sus labios otra vez a los de Jungkook, dirigiéndolo a la puerta de su departamento.

Colocó las llaves con las manos un poco temblorosas; con Jungkook besándole el cuello, con Jungkook pegado a su cuerpo, con Jungkook respirandole la nuca. Y todas esas necesidades implícitas estaban en el aire. A su alrededor, respirando lo mismo.

Se adentraron al departamento y Taehyung fue otra vez a sus labios, con necesidad con desespero. Pensando qué quizá si no lo besaba una vez más moriría. Moriría por otro beso del joven de cabellos rosados. De sentir una vez más esos labios abultados. De probar otra vez el sabor adictivo de su boca, de sus labios.

Taehyung lo dirigió a su habitación y Jungkook se quedó sentado en la punta de la cama con las piernas estiradas sin hacer algún movimiento, quizá esperaba algo más de Taehyung, pero este se quedó inmóvil mirándolo. 

El mayor se quedó apoyado en la puerta con la respiración errática, con la piel picándole, pensando que de su pecho se le iría a salir el corazón. Jamás pensó estar en una situación como la que estaba viviendo.

Un Jungkook un poco despeinado con los labios brillosos y enrojecidos por los recientes besos. Con una hermosa camisa blanca pegada al cuerpo, dejando ver algo de su pecho, pectorales y piernas marcadas.

¡Mierda, Jungkook!

—¿Qué ocurre, Taehyung? —preguntó, sacándose algunos mechones de la frente.

—¿Por dónde empiezo?

—Por donde quieras.

Rio mirando el suelo incrédulo, jugando con su lengua.

—No quiero hablar. Quiero besarte, creo que eres adictivo. ¿Tiene eso sentido? Solo... Mírate —expresó estirando la mano a Jungkook, el joven miró hacia su cuerpo y no notó nada especial—. ¿Cómo puedes...? ¿Cómo hacer que todo quede de cabezas en mí? —dijo llevando sus dedos a su sien.

—No sabía que hacía eso, Taehyung —respondió algo sorprendido.

Se acomodó en la cama estirando su brazo apoyando todo su cuerpo en este.

—Pienso en ti a cada segundo. Es frustrante, ¿Sabés? Quiero verte todo el tiempo y siempre estoy con el celular en la mano pensando que me escribirás y no encuentro excusa válida para poder hablarte.

—No necesitas una excusa para poder hablarme. Lo haces y listo. Así de sencillo.

—¿Así de sencillo? —consultó Taehyung acercándose a Jungkook.

El menor asintió con la cabeza. Taehyung lo tomó de la cara y comenzó a besarlo. Este se aferró a la  cintura del mayor.

Taehyung no supo el porqué sus labios y sus besos eran tan adictivos, se habían convertido en su droga en una que no tenía pensado salir. En una que quería ser condenado. Quería caer en esa adicción llamada: Alas Rosas. Sí, Taehyung quería, pero quizá estaba omitiendo un detalle importante: su realidad. Su padre le dió el ultimátum, aunque pudo salir airoso de la cena, no tenía mucho margen y sabía que está iba a ser unas de las primeras y últimas veces que se vería con Jungkook.

HomofóbicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora