Almas atrapadas

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Narra Ari

Miro la hora en mi celular, tengo el tiempo justo para llegar a la casa de Temo, pero al recibir un mensaje de una fan me distraigo en medio del camino.

Vuelvo a guardar el celular, corro hasta su casa, en donde ya se encuentra el carro que está usando Temo, en la entrada.

- Tahi – me llama – Te demoraste, Lupita está enloqueciendo un poco.

Me acerco, agarro su cara con mis manos y le planto un beso, algo desesperado, porque no nos hemos visto en dos días. Mis dientes toman su labio inferior, lo jalo con cuidado, por lo que Temo suelta un pequeño gemido.

- Hola, Tahi – digo aún pegado a sus labios.

- Hola, amor – me contesta.

Escucho unos aplausos y un pequeño gritito.

- ¡CHIFLANDO Y APLAUDIENDO! – exclama Pancho.

Nos separamos de inmediato, pero Temo pone los ojos en blanco ante el clásico grito de su padre.

- ¡Por dios! Es que nunca se cansan, ¿cierto? – dice con una mueca – Aristofanes, mira como dejaste los labios de Temochas.

- ¡PAPÁ! – grita mi novio, y trata de cubrir su cara sonrojada.

Abren la ventana del asiento trasero del carro, y la cabeza de Lupita se asoma.

- Basta de besos, Aristemo. Por favor, Temo, dijiste que me llevarías y mira la hora – señala la pantalla de su celular.

- Lupita tiene razón, se van con cuidado, Temochas – pide Pancho.

- Nos vemos, Papancho – se despide Temo, entra al carro y cierra la puerta.

Rodeo el automóvil para llegar al lado del copiloto, en donde Pancho ya me está abriendo la puerta, pero antes de entrar, él entrecierra los ojos y me susurra:

- Cuidadito con esas manos, Aristofanes.

Le sonrío algo incómodo, me subo al carro y cierro la puerta deprisa, para evitar otro "consejo".

Volteo a ver a Temo que está programando el GPS.

- ¿A dónde vamos exactamente? – pregunto.

- Iremos a la casa de una amiga, la conocí en el parque y nos hicimos buenas amigas – explica Lupita – Es nueva en Oaxaca, ella, su abuelo y su mamá viven a las afueras de la ciudad.

Asiento con la cabeza.

- Harán una tarea o jugaran, Tahi, pero como está algo lejos, lo mejor sería que nos quedemos a esperarla – señala Temo - ¿Tienes algún problema o prefieres regresar?

Tomo su mano y le planto un beso en el dorso.

- Si estoy contigo, no tengo ningún problema, amor – aseguro.

- ¡Ay no! Aristemo no comiencen, por favor – dice mi cuñada, irritada.

- Te diré lo mismo cuando te enamores en serio, hermanita – Temo le saca la lengua y vuelve a ver el GPS – Ahora sí, vámonos.


Después de un poco más de una hora, llegamos por fin a nuestro destino o al menos eso dice el GPS.

- ¿Aquí es? – cuestiona Temo.

Ve el GPS para confirmar la dirección, y nuevamente la casa. Copio su acción.

Dulce o trato - AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora