- Nuestra primera casa, mi amor - dice Ari emocionado mientras abraza por la cintura a su esposo - ¿Lo puedes creer?
Temo voltea, rodea con sus brazos el cuello de su esposo y deja un beso en sus labios.
- No, mi amor - le contesta - Pero me encanta.
- Lo que más me encanta es que ya no tendremos a Diego las veinticuatro horas - murmura Ari - Por fin nos libramos de ese teñido.
El músico recibe un pequeño golpe por parte de su esposo.
- Mejor entremos y ordenemos nuestras cosas - ordena el menor - No quiero que esté todo tirado.
- Pero, Temo, podríamos hacer otras cosas - sugiere.
Temo arquea una ceja. Conoce muy bien a su esposo, y lo "hormonal" que puede ser en algunas ocasiones, por no decir siempre.
- No empieces - dice con el ceño fruncido.
Ari sujeta su cintura, y se acerca al oído del político.
- ¿Qué te parece si estrenamos la casa? - pregunta coqueto en voz baja.
Temo hace lo mismo y se acerca al oído de su esposo.
- Me parece que - susurra - ¡No! - dice en voz alta, ocasionado que el mayor pegue un salto por el susto.
- Temo...
El toluqueño se cruza de brazos, y vuelve a arquear la ceja, dando por terminada la discusión.
Toma una de las cajas que estaba en el asiento trasero del carro, y se dirige a la entrada de la casa.
- Si trabajas, te ganarás un premio, antes no - indica al entrar, dejando a su esposo boquiabierto.
Ari no lo duda ni un minuto, antes de tomar otra caja de sus objetos personales para seguir a su Tahi, y ser el mejor trabajador posible.Al anochecer la pareja termina de tender su cama para acostarse en ella. Se dejan caer y ambos sueltan un gran suspiro.
- ¿Todavía quieres tu premio? - pregunta Temo con los ojos cerrados.
- No creo ser capaz - admite Ari mientras se da la vuelta para quedar boca abajo y abrazar a su esposo.
- ¿Entonces...? - cuestiona Temo.
- Dormimos - finaliza el cantante - pero no me olvidaré que tengo un premio pendiente.
El político sonríe ante el comentario de su amado esposo, deja un beso en su frente y vuelve a cerrar los ojos.Los esposos estaban tan cansados por todo el trabajo que habían realizado que se quedaron profundamente dormidos, ajenos a lo que podía ocurrir a su alrededor. No tenían ni idea que compartían el mismo techo con otros... compañeros, los cuales los miraban atentamente con mucha curiosidad.
¿Quienes eran ellos? ¿Que hacía esa pareja en su casa? ¿Por qué habían entrado sin su permiso?
A la mañana siguiente los esposos comenzaron a realizar sus actividades. Ordenar, clasificar y decorar su casa, todo bajo la atenta mirada de sus compañeros de casa.
Los Tahi no se dieron cuenta que cada vez que dejan un objeto en alguna parte especifica, este por arte de "magia" cambiaba de lugar.La primera semana en la nueva casa, no tuvo ningún tipo de contratiempo, si es que no se contaba la desaparición de ciertos objetos, los sonidos que escuchaban y creían que eran las cañerías, y los crujidos que querían suponer que eran propios del piso de madera.
Los compañeros de casa estaban molestos, confundidos y sorprendidos. ¿Por qué no se iban? ¿Quién les había dado el derecho de mudarse a su casa?
Ari estaba cansado de perder sus partituras por una u otra razón. A veces desaparecía una hoja. A veces aparecían con manchas de café. A veces las hojas aparecían en lugares muy extraños y él estaba seguro de no haberlas dejado ahí.
Temo también había comenzado a perder la paciencia con algunos detallitos. Por ejemplo, su máquina de afeitar aparecía en la cocina, cuando ninguno de los dos la había llevado a ese lugar. A veces sus camisas aparecían con algún hueco sin sentido. A veces la sal era mezclada por azúcar, lo que era un problema al momento de cocinar o prepararse un simple café. A veces su cepillo de dientes aparecía en el cuarto de lavado, dentro de alguna de las cestas de ropa sucia. A veces sus libros de política aparecían con garabatos en las partes más importantes, provocando que el toluqueño se viera en la necesidad de comprar nuevos para poder consultarlos cuando fuera necesario.