La tropa Unidos deseaba ir a un cementerio un día antes del día de los muertos, porque los "duendes" los habían retado. Tanto Julio como Sebastián, no pudieron negarse a aceptar el reto, y ahora toda la tropa estaba en la Burra. Pancho no quiso prestárselas, pero después de la insistencia, y no tener tiempo para llevarlos el mismo, tuvo que acceder, con la única condición de que regresarán su camioneta en una sola pieza y que Ari manejara con mucho cuidado.
Claro, Pancho no sabía que quería hacer toda la Tropa, ni cuál era el plan que tenían para una tarde, casi noche, antes del tan esperado día de los muertos.
- Niños, ¿están seguros de que quieren ir a un cementerio? – pregunta Ari, detrás del volante.
- ¡SI! – exclama la tropa Unidos.
- ¿No sería mejor mañana? Hoy no creo que sea buena idea, en cambio, pasado mañana podríamos venir a la hora que quieran – trata de convencerlos Temo que está al lado del copiloto.
- Tami is right – apoya Yolo que está en el asiento trasero, con Lupita en sus piernas.
Sebastián y Julio le dedican una mirada desafiante a los Duendes, quienes se estaban burlando de los hermanos Córcega – López.
- Bueno si quieren pueden renunciar a la apuesta – se burla Santi – Claro, si son muy gallinas pueden hacerlo.
- ¡No lo somos! – exclama Julio.
- Cumpliremos la apuesta, permaneceremos las dos horas en el cementerio – accede Sebastián.
El canelito observa a su hermanastro, ambos chocan los puños al saber que cumplirán con la apuesta, la ganarán y los duendes deberán de ser sus esclavos durante una semana.
En el asiento delantero, Ari voltea a ver a su novio que está atento al GPS, pidiendo que no pase nada malo, porque sino no sabrá que explicación darle a su Papancho.
- Amor, sigo sin entender por qué debemos de acompañar a los niños a esto – se queja el cantante – Podríamos dejarlos, pedirle a Yolo que se quedé con ellos e irnos a otro lugar, ya después los recogeríamos. ¿Qué te parece?
Temo aparta la mirada del celular para ver a su novio. Él tampoco quería pasar parte de la tarde y principio de la noche, en un cementerio, pero era el hermano mayor y sentía que debía de acompañarlos, a pesar del miedo que podía sentir.
- Ari, no puedo y lo sabes. Mira, con algo de suerte los chicos se asustarán o aburrirán al llegar y nos podremos ir – dice Temo, convencido en que podrían escapar de la situación.
- Si tú lo dices, Tahi.
En el cementerio, toda la tropa Unidos, se vieron en la gran tarea de buscar la forma de entrar sin ser vistos por el vigilante del lugar. Las reglas indicaban que, a partir de las seis de la tarde, las puertas se cerraban y no estaba permitido el ingreso de ningún visitante; sin embargo, nunca faltaban algunos jóvenes que querían realizar alguna broma, reto o alguna tontería para atraer o molestar a las almas que descansaban en el lugar. En este caso, se trataba de un ridículo reto que podría traer consecuencias a los jóvenes que habían osado perturbar la paz del camposanto.
- Ok, now that we can get in, ¿qué tenían que hacer? – pregunta Yolo.
La vida de la rubia recién estaba regresando a la normalidad, trataba de olvidarse de la experiencia que vivió con Guido hace tantos meses atrás, y si bien él había tratado de contarse varias veces con ella, nunca recibió una respuesta por parte de la joven Rey. La cual después de un tiempo dejo de recibir esas llamadas.