ᴛʀᴀɢᴏ ᴄᴏɴ ꜱᴀʙᴏʀ ᴀᴍᴀʀɢᴏ. [USAMEX]

XI

Wey ya...

Principios de mayo.

INTENTO #2.

Una revolución estallaba en su cabeza.

Eran dos bandos con ideas totalmente diferentes.

Los primeros guerrilleros protestaban que todo lo que hacía ese americano era un juego entre compas, le advertían sobre una posible apuesta, (Algo despreciable, pero famosas entre los jóvenes de esa edad). También le gritaban que Usa solo lo hacía para olvidar a su amiga.

Sin en cambio, el otro lado le decía que abriera su corazón a la probabilidad de que Estados Unidos fuese sincero. Que esos ojos encantadores no mentían sino anunciaban cariño.

Y quién llevaba la ventaja por argumentos, era el lado negativo.

María era negativa, no realista.

Pero eso no era lo realmente importante ahora.

Lo que le causaba preocupación y alerta era que no podía evitar pensar constantemente en esa situación, y por ende en Alfred. Día y noche se cuestionaba sobre si el estaría diciendo la verdad. «¿Qué tramara este wey?» Esa era su pregunta al despertar y al irse a dormir, y lamentablemente cada día le intrigaba más, le daba curiosidad.

¿Cuántos no hemos muerto por esa curiosidad?

Nadie sobrevive. 

—Weyyy yaaaa. Dime, ¿Por qué de repente estas preguntas? ¿Es una broma o qué pedo?

—¿Qué quieres saber? Solo responde si me amas o no, y si lo haces yo te diré lo que necesites.— Ambos caminaban a la par, Alfred más lento que María, él disfrutaba ver sufrir a la chica por su secreto (el cual era más obvio que nada).

En cambió la mexicana estaba a punto de explotar por su incertidumbre.

«¿Yo lo amo?»

Ese sentimiento era algo muy fuerte para alguien de su edad.

El chico más alto se detuvo para escuchar claramente alguna respuesta, para ver qué rasgos tenía México al momento de decirle "sí" o "no".

Alguna de las dos.

«Please choose.»

—Yo... Yo no lo sé. 

Era incómodo para aquel que sabía la verdad de esas palabras.

—...Fine. No te diré nada entonces.— El rubio volvió a su camino, tal vez estar un poco lejos le ayudaría.

Quizá.

—O vamos, yo te quiero mucho.— México lo seguía, de un momento a otro, ese americano rebelde la dejaba atrás, ella a veces lo jalaba de la manga por qué el rubio la evitaba y caminaba más rápido. —Fred, de mi vida... Dime las cosas como son.

Tal vez con cumplidos podría sacarle los secretos.

—Eso no me va a convencer.