1. La canción del conocer.

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Sin duda alguna no espera la respuesta de mi padre, pero si la mirada de reproche de mi madre. No me atormenté por mucho tiempo, pues necesitaba llegar temprano a la fiesta, quería ser puntual a mi primer fiesta y mi padre se encontraba tan emocionado, como el típico cuando ve a su pequeña dar sus primeros pasos, sólo que ahora era totalmente diferente, con casi veinte años puedo salir de casi sin supervisión de mis padres o de mi familia en general. Ojalá le hubiese echo caso a mamá. 

Me lamenté. Ya era muy tarde para hacerlo, de verdad, eran las dos de la mañana y caminaba para mi casa, todos me abandonaron y quería llorar.

Estaba cansada, arrastrando casi todo mi cuerpo, ya que, cada paso que daba era un ardor para mis pequeños pies. 

-A thousand miles away from the day that we started. - Canté en un pequeño susurro. ¡Vaya, si que estaba a mil millas de distancia de su casa!. - Tú puedes, seguir.

Fue cuando le oí. No debía voltear, eso lo sabía. Definitivamente no debió voltear. Aunque, ¿Quién era ella para no dejar al destino actuar? Un joven alto, no podía distinguir bien su rostro, pues sus ojos le temblaron un poco.

- ¿Vienes de la fiesta? - Su voz hizo que los vellos de mis brazos brincaran. Un poco atontada, como una cachorro asustado asentí. Fue a escasos centímetros que nos encontrábamos, nunca había visto a ese tipo. ¿Debía correr? Tal vez lo tomaría como opción. - Oh, eres a la que mojaron con globos, no te conocí a simple vista, lo siento.

- ¿Te estás burlando de mí? - Me sentí atacada, aunque a partir de ese día todos la recordarían como la nerd que humillaron una noche antes de entrar a la escuela. - Ya escuché demasiado como para que me pare a escucharte.


Me volteé, él muchacho me siguió y se puso a mi lado.

-Lo siento, sólo que no sé tu nombre. - Mordí mi labio, como intento de contener mi llanto, lo que me faltaba era llorar frente a un desconocido. - Yo... te seguí, sabía que no era correcto que te dejarán abandonada, es peligroso, no quería decirte porque pensarías que soy un acosador o algo parecido.

-Félicité . Ese es mi nombre. 

-Edward , un placer. - Su sonrisa pudo notarse en la oscuridad. Ya no encontré ninguna pizca de miedo en mí. - Mañana es mi primer día en la universidad.

-¿Nuevo? Me sorprende que llegarás a esa fiesta.

-Tengo conocidos, Félicité. Es bueno serlo, te evitas problemas.

-Lo tomaré en cuenta.

-No, no lo creo, no pareces de esas chicas que toma en cuenta la opinión de las demás personas.

-Me arrepiento de no haberla tomado cuando mi madre me dijo que no debía asistir. - Volví abrazarme, con el frío impactando mi pecho. - ¿En dónde vives?

-Por la casa de los Brown, una casa vieja, mis padres decidieron comprarla para nosotros, mi hermana está conmigo.

-No lo puedo creer, ¿Cuándo se mudaron?

-Hace dos semanas.


Nunca creí ser tan despistada, no había notado la presencia de nuevas personas en nuestro vecindario y eso, que antes sólo era mi familia y la de los Smith. Definitivamente debía conocer más el pueblo donde vivo.

-Soy una Brown.

-Lo sé. - Doblamos por los árboles grandes de cedro, estábamos a nada de llegar a casa.

-No salgo de mi habitación.

-Eso también lo sé. - Solté una risita y me detuve en la entrada de mi hogar. - Las dos veces que he ido a tomar el té con tus hermanas o a practicar con tu hermano no te he visto.

- Seguirá así. - La luz seguía encendida, por supuesto, mi madre estaba despierta esperando mi llegada. Me retrasé dos horas de las que debí.

-Nos veremos mañana, Brown. Suerte en tu primer día.

-Éxito, la suerte no existe.

Edward me apuntó con su dedo, y sus ojos verdes se iluminaron más. La luz de la luna jugó un poco a su favor. Se fue, lo vi perderse por los pinos que anunciaban su casa, así que entré a la mía.

Mi llave tardó en entrar, esto estaría estupendo si me vinieran siguiendo. Al entrar, el silencio era tan aterrador y mi madre de brazos cruzados estaba como de película de terror.

-No te diré nada malo, no ahora. Porque se lo he prometido a tu padre, pero ningún carro se ha parado y eso me dice que te has venido caminando. Desde el otro extremo del pueblo.

-No vine sola.

-¿Te felicito? Me alegra que te hayas demorado, así tengo una excusa para no dejarte salir en otros veinte años. - Suspiré, mi madre me imitó. Su mirada se suavizó. - Están cazando, Félicité. No quiero que un día me llamen y me digan que han echo experimentos contigo, para que al final digan que eres una persona normal. 

-William y Ava han regresado hasta el otro día, no te veo enojada por eso.

-Es un caso diferente, Félicité.

-Soy la mayor y no me dejas vivir como ellos lo hacen, Ava tiene dieciséis y ha viajado a la ciudad con sus amigas. Y William tiene dieciocho lo que lo hace ir a donde quiera, disfrutando de mucho lo que le das.

-Sabes el por qué y no voy a discutirlo. - Mi madre subió cuatro escalones. Yo seguía en el mismo lugar. - A dormir.

-Mañana saldré.

-Hija.

-Tengo derecho, no porque sea igual que ustedes significa que deba estar en casa encerrada toda la vida, no siempre tendré que estar leyendo para distraerme, soy humano, mamá. No deberías olvidarlo.

-¡Ya lo has dicho! ¡Eres humana!- Mi madre estalló, con los ojos a punto de salirse de su lugar. - Un simple humano que no sabe defenderse, no eres como nosotros y nunca lo serás aunque me cueste admitirlo y te pagué muchos entrenadores, pero tú no cambiaste. - Eso era todo, ella me dijo lo que necesitaba escuchar. Era una completa inútil. - Tendré que encerrarte en tu habitación para que nunca te pase nada malo.

- Ni quién quiera ser como ustedes, con el ego elevado por sus porquerías de poderes, que no han servido para nada que sólo poner en peligro a la familia.

-Fizzy. - Mi padre y William nos miraban desde arriba. Cansados. - Es hora de dormir, no es una hora adecuada para tener una conversación no tan grata para los que intentamos dormir.

-Jack, Felicité es ...

-Jayden, evita hablar si no es para algo que construya a nuestros hijos presentes. A dormir, en unas horas tenemos que levantarnos, la casa no se mantiene sola. Así que, por favor, Jayden. 


Mi madre siguió su camino, yo fui a la cocina para tomar un poco de agua. Lo estaba probando, el aire golpeaba con rudeza la puerta de cristal. La mesa tembló, seguido de mis manos y mi cabeza se sentía en una montaña rusa. Con trabajo pude sostenerme, dejé caer el vaso que voló en pedazos, literalmente voló. 

En mi nariz un líquido salía, toqué un poco y era rojo, rojo intenso. Apunto de caer al suelo, por el susto de ver tanta sangre y el dolor que atacó mi cabeza sin previo aviso, alguien me sujetó.

- Breaking up on nights just like this, We should be shooting for them stars of gold. - Cantó en mi oído izquierdo.

Lo último que vi eran unos ojos verdes, totalmente profundos. Negro, no sé qué sucedió después.



-Ariolita Rodríguez. 

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2020 ⏰

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