[3] N de Nunca será mío

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Suna le recuerda al chocolate.

El chocolate le da asco.

Pero sí, muy en el fondo él sabe que lo ama.

Porque alguna vez el chocolate fue su cosa preferida en todo el mundo, y aunque ya haya pasado un tiempo desde eso, aún se puede permitir recordar esos tiempos cuando era realmente feliz y no sabía apreciarlo.

Los árboles de cerezo ya habían florecido y estaban en su máximo esplendor; era primavera cuando Osamu se dio cuenta de que se había enamorado. Y en un principio las cosas no parecían ser tan malas, desde hace tiempo que sabía sobre su orientación sexual y su hermano lo apoyaba, cosa que era realmente rara, pero lo apreciaba.

Por otro lado, sabía que Suna era bisexual, un secreto que solo sabían los gemelos. Y aunque no pensaba que pudiera tener oportunidades con el chico, se conformaba con pasar sus días a su lado.

Realmente no sabe en qué punto las cosas se fueron a la mierda.

Pero todavía le da asco el chocolate

Y todavía sabe que ama a Suna.

Pero... Talvez las cosas se fueron a la mierda cuando todos en la academia se enteraron sobre su orientación sexual y empezaron a molestarlo con eso. Y aunque las bromas y burlas no duraron más de un mes, él está seguro de que fue suficiente para alejar al chico, fue suficiente para que Suna se diera cuenta de que tal vez, solo tal vez, era mala idea salir del closet oficialmente.

Ahora que lo piensa, tal vez es por eso que le da asco el chocolate.

Porque el maldito ni siquiera se dignó a defenderlo.

Porque el desgraciado decidió ignorarlo durante ese mes en el que lo molestaban sin parar.

Porque el idiota no le dirigió la palabra al "desagradable gay".

Porque el grandísimo hijo de puta volvió a hablarle como si nada cuando las personas dejaron de molestarlo.

Porque, al parecer, él fue el único que se dio cuenta del comportamiento de Suna.

A Osamu no le da asco el chocolate, Osamu odia al chocolate.

Pero aunque quiere ser capaz de odiar a Suna de la misma manera, sabe que nunca podrá dejar de amarlo.

«Nunca será mío»

El chico termina de aceptar la realidad.

Unas lágrimas casi inexistentes le nublan un poco la vista cuando ve cómo Suna finge no haberlo visto y prefiere entrar a su salón sin saludarlo.

«Nunca será mío»

Las lágrimas amenazan con salir.

Todos a su alrededor caminan tranquilamente, sin darse cuenta de su existencia, o ignorándolo de la misma manera en que lo hace Suna.

Cuando suena la alarma para entrar a clases, las lágrimas empiezan a surcar sus mejillas.

Piensa en dar la vuelta y volver a casa, puede saltarse las clases e inventar alguna excusa. Pero sus padres ya le advirtieron lo que pasaría si volvía a saltarse alguna clase, y no quería tener que escuchar un sermón de parte de Kita.

Decide que lo mejor es entrar en el salón.

Se medio seca las lágrimas y se disculpa con la maestra por llegar un poco tarde. La maestra le dice que no se preocupe y le pide que vaya a su pupitre. 

En algún momento su mirada se cruza con la de Suna. El de cabellos oscuros se da cuenta de que Osamu ha estado llorando, pero decide que no es un buen momento para preguntar.

«Nunca será mío»

Ese pensamiento cruza por su mente una última vez y se sienta en su lugar para prestar atención a la clase.

Será un largo día, él lo sabe.

Será un largo día, él lo sabe

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Miel con Chocolate [OsaSuna]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora