Prólogo

10.6K 317 14
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Mellea llevó la última caja con objetos personales a la sala de estar. Todo estaba listo para la mudanza. A partir de esa tarde se convertiría en una adulta independiente, viviendo sola y manteniéndose con el dinero que ganaba como guía turística. Tenía veinte años y aún no se sentía preparada para lo que venía.

En esa región los hijos no tenían la costumbre de abandonar el nido si no era para casarse, especialmente las mujeres. A pesar de estar en una era completamente liberal en cuanto a pensamientos, algunas tradiciones se mantenían igual. Los edificios con departamentos para solteros eran un lujo que solamente se lograba encontrar en las ciudades grandes y la más cercana estaba muy alejada. Incluso aunque tuviera esa facilidad, Mellea estaba segura de que no hubiera tomado la decisión de mudarse. Estaba feliz con su vida y tenía que hacer un gran esfuerzo para aceptar esa situación.

―El auto está afuera ―informó su madre desde la cocina.

Mellea fue a su habitación por su abrigo y se lo colocó mientras regresaba a la sala de estar. Vio a un hombre alto y de piel pálida saliendo por la puerta principal con las cajas. Su madre, Lia, la esperaba frente al sofá y captó la expresión triste que había estado tratando de ocultar.

―Todo estará bien, cariño. Lo prometo ―dijo su madre acercándose.

Mellea le dio un fuerte abrazo mientras contenía las lágrimas. No era justo que tuviera que separarse de su madre. No había sido la decisión de ninguna de las dos por lo que su espíritu rebelde estaba despierto y hambriento de justicia.

―Sabíamos que este día llegaría y estoy bien con esto ―dijo su madre tratando de hacerla sentir mejor―. Nos veremos cuando vayas al castillo y tendré la libertad para llamarte periódicamente.

Mellea se apartó y secó con rapidez la lágrima que se le escapó.

―No estaría tan molesta si te estuvieras yendo por tu propia voluntad.

―No me han obligado, cariño. Estoy cumpliendo con una petición oficial. No te preocupes por mí ―su madre sonrió y ella se puso todavía más molesta al ver que no compartía su rabia―. Piénsalo de este modo. Podrás tener privacidad para hacer todas las locuras que no hiciste de adolescente. Siempre me ha parecido que estabas esperando que llegara el momento de ser libre.

―No estaba esperando a que te fueras ―aseguró la joven otra vez a punto de llorar.

―¿Entonces qué, Mellea?

Ella inspiró profundamente por la nariz, soportando el llanto y se encogió de hombros.

―No lo sé.

Su madre le dio otro abrazo.

―Cuando lo sepas, estaré esperando tu llamada. Tal vez salgamos a pasear. Bien, ya es hora de partir. No te olvides de regar las flores.

EDWARD  《Fanfic Crepúsculo +18》©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora