Mellea y Beatrice no apartaron la mirada del celular sobre el escritorio que indicaba la llamada entrante de Edward Johnson. Como estaba en modo silencio, eran las únicas en la oficina que estaban al tanto de la situación.
―Me sorprende que él no entienda el mensaje ―comentó la morena―. Si llevas una semana sin contestarle es porque ya no estás interesada.
―Eso tal vez sea mi culpa ―admitió Mellea―. La última vez que nos vimos le dejé claro que estaba interesada en volver a pasar la noche con él.
Y a pesar de que se sentía traicionada, había esperado despierta a que dieran las 12:00 am del primero de septiembre. Cuando hicieron el trato de celebrar el cumpleaños de Edward, ella supo al instante que él no esperaría hasta el final del mes, ni siquiera una semana, para contactarla. Él parecía tan ansioso como ella de volver a tenerla en sus brazos.
La llamada puntual de Edward, la primera de muchas, la hizo enfurecer en lugar de excitarla. Estaba furiosa, primero por haber perdido a un excelente amante y, por sobre todo, por haberse dejado engañar.
¡Se había acostado con un hombre casado!
Lo de buscar sexo casual se le había volteado. Parte de la culpa era suya. Como no quería tener una relación formal, se había limitado a disfrutar del momento, sin asegurarse de que su pareja sexual también estuviera sin compromiso.
―Tienes derecho a cambiar de opinión ―dijo Beatrice―. Creo que deberías contestar y decirle que ya no estás interesada.
―Me lo imagino llamando a mi puerta esta misma noche si le digo eso.
―Entonces dile algo que te consiga más tiempo.
Mellea tomó su celular y contestó.
―Estoy con el periodo. Tendrás que esperar algunos días ―dijo con firmeza y colgó.
Beatrice se echó a reír.
―Eso lo detendrá a menos que tenga algún fetiche con la sangre.
Mellea hizo una mueca. Ni siquiera quería pensar en eso. Confiaba en que Edward la dejaría respirar por unos días. No lo veía como un hombre descortés e insistente.
Él tendría que conformarse con su esposa, la señora Johnson, en las noches siguientes.
Y ella seguiría con su vida.
Ese fin de semana Mellea salió a cenar con el arquitecto que se encargaba de la ampliación del área de descanso de los turistas. Su nombre era Marco Esposito, tenía treinta años y una sonrisa cautivadora. La cita salió bien y el beso de despedida fue bueno. Tres días después, ella lo llamó para invitarlo a la subasta de arte a la que debía asistir. Marco aceptó y se reunieron en el Francine Hotel en Florencia.
De camino al hotel, Mellea decidió que se acostaría con Marco esa noche. No lo haría por las razones adecuadas, pero necesitaba sacarse a Edward Johnson de la mente y de la piel. Confiaba en que Marco tenía la experiencia necesaria para que olvidara a su anterior amante. Y si no lo conseguía con él, sería con el siguiente.
La rubia fue al cuarto de baño después de registrarse en el vestíbulo del hotel y retocó su labial. Con el cabello rubio recogido en un costado, un vestido de seda negro largo y tacones de diez centímetros lucía muy elegante. Podía parecer muy sofisticada, pero en el interior estaba temblando. Miró la hora en su celular y después lo guardó en su bolso negro. Al ver el par de condones, sintió un escalofrío subir por su columna.
Mellea miró su reflejo en el espejo y se repitió que debía ser valiente para continuar con su vida. No podía dejar que el engaño de Edward marcara su vida amorosa. Se había vuelto más precavida con los hombres debido a él y eso era todo lo que recordaría de esa experiencia.

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EDWARD 《Fanfic Crepúsculo +18》©
Fanfiction(Finalizada/ En edición) Precuela de Mellea. Mellea es una joven dividida entre su sentido de libertad y las obligaciones familiares. ¿Qué pasa cuando conoce a un vampiro que la hace desear cosas que nuna hubiera imaginado? 🔥🔥🔥Advertencia: cont...