Día 3

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Género: Romántico, humor.

Tema: Matrimonio.


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La melodía que tiene de tono de llamada se repite una y otra vez, cuando parece que se detendrá, sólo es para darle paso al sonido de las notificaciones que luego son, nuevamente, interrumpidas por la música de su canción favorita. Resignado al saber que es un ciclo que resulta interminable y, dadas las circunstancias, molesto al ser despertado, rueda por el costado de la cama en busca de su celular. Con la mano estirada palmea la mesita de noche pero encuentra nada. Extrañado sigue avanzando, estirándose lo más que puede hasta que, irremediablemente, cae al suelo.


Se queja, sin embargo, decide seguir el sonido, arrastrándose por la acolchonada alfombra. No muy lejos de ahí, se topa con un saco, lo esculca encontrando su teléfono. Después de contestar lo lleva a su oído.


Hel... —ni siquiera saluda cuando ya le están gritando del otro lado de la línea— UN? —confundido aparta el aparato para verificar el nombre en la pantalla, efectivamente, quien está regañándolo es el pacifista individuo. Aquello parece ser lo suficientemente extraño para sacarlo por fin de la ensoñación. Rápido comienza a revisar su alrededor. No está en su casa de Nueva York. Tampoco en el departamento de Canadá.


Parpadea repetidas veces, luego mira con mayor detenimiento. El cuarto le parece ligeramente familiar pero no por haber estado ahí, es como si reconociera los muebles de alguna clase de tienda departamental, no obstante, no logra recordar con exactitud. Bufa con fastidio al forzarse y conseguir un dolor punzante en la cabeza. Los alaridos que continúan emanando del celular, provocan que vuelva a prestar atención.


UN can you... —de nuevo no le permite hablar, tan sólo le grita. Entre su estado de recién despertado y con resaca, hace lo posible por descifrar el motivo por el cual lo está sermoneando como si de un humano irresponsable se tratara.


"Anular, juego, harto, problemas, amenazas, países". Son algunas de las palabras que entiende. Con cansancio se recuesta sobre la alfombra, al ladear la cabeza alcanza a distinguir no muy lejos de su ubicación un zapato de tacón alto. Entrecierra los ojos en señal de concentración, de nuevo, tiene ese vago sentimiento de haberlo visto antes. ¿Pero dónde? Es la pregunta.


—¡Y más vale que lo arregles antes de que se desate la tercera guerra mundial! —con tan dramática frase pone fin a la comunicación. Estados Unidos frunce el ceño. "What the fuck?". Piensa para sí. Coloca el celular en su campo de visión pues pretende devolver la llamada, no obstante, cuando está por manipular la pantalla táctil se queda absorto al notar la argolla que adorna su dedo anular. Acerca la mano a su rostro al punto en que es lo único que sus ojos logran enfocar.


"No manches, tienes un putero de dinero y diario me das el de la lata de refresco, un aro de cebolla, el de la maquinita de dulce o hasta un pinche alambrito. Te lo digo desde ya, no voy a volver a casarme contigo sino me das un anillo hecho y derecho perro".


Al recordar eso, se irgue abruptamente. Echa un vistazo rápido a la camisa y pantalón de vestir que junto al saco y el chaleco rojo que ubica en un pequeño mueble, hacen el conjunto que ordenó hacer años atrás, después de, efectivamente, ser rechazado por el mexicano en su cuarta propuesta. Frustrado se golpea la frente. Si es lo que está pensando, con esta es la quinta vez que se lo propone y la cuarta que se casan. Las primeras tres fueron anuladas por ONU, debido al gran escándalo que las demás naciones, gobernantes, estados y demás hicieron.

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