Capítulo 2

578 75 11
                                    

Siete años atrás.

Park Jimin tenía catorce años cuando ingresó al colegio público que se ubicaba a media hora de su casa, en bus quizá diez minutos. No era un gran fan de los estudios, sin embargo, era un deber que cumplía solo para mantenerse alejado de casa; en casa eran los gritos, los golpes, y la humillación quienes hacían de su día a día uno peor que el anterior. Sus padres se encargaban se recordarle cada mañana lo inservible que era como persona y como hijo. Su padre, un hombre que rondaba los treinta y cinco años, era un hombre corpulento borracho que pasaba la mayoría de las horas fuera de casa, cabe recalcar que las horas que pasaba en casa eran las peores no solo para Jimin, bien sí para toda la familia. La madre de Jimin era un bella mujer de treinta años de edad, a pesar de la mala vida que llevaba, de las drogas que le metía a su delgado cuerpo, y del maltrato que recibía de parte de su esposo, aún poseía esa sonrisa sensual que cautivaba junto a la mirada felina apasionante; era prostituta, o eso pensaba Jimin al ver hombre tras hombre entrar a la choza que tenían por hogar. ¿Su padre sabía lo que sucedía cuando no estaba? Probablemente era él quien recibía el dinero, o quizá su madre lo hacía por placer. Pero sea cual sea el caso, él no necesitaba saberlo, tampoco quería.

Tenía dos hermanitos pequeños de seis y siete años  respectivamente; Taehyung y Yoongi podían considerarse la única razón del porqué no había todavía escapado del manicomio donde vivía, ellos eran el único motivo que lo anclaban en ese mar peligroso. Eran adorables, ojitos soñadores y sonrisas extrovertidas, juguetones y muy unidos a Jimin quien, tristemente, sabía que si se alejaba ellos podían terminar en la mierda gracias a sus padres.

Una pizca de afecto ni siquiera sentía hacia los dos adultos, es más, desde que fue consciente que la situación en la que vivían no era normal, los odió. Odiaba la despreocupación en sus acciones, en sus gestos altaneros, o en sus bocas que botaban la escoria más asquerosa. Poco les importaba si sus hijos comían o no, si vivían o dormían, si iban a estudiar o no, simplemente su vivir se basaba en una jeringa sucia con alguna sustancia ilícita, botellas de cerveza barata, y llevar a cabo sus conductas sexuales promiscuas.

Así Jimin, aún sintiéndose cansado de todo con solo catorce años, decidió que su vida tenía que seguir solo por los dos seres que traían alegría al hogar, la palabra alegría era mucho, pero era algo a lo que aferrarse.

Su deber era pasar, antes de dirigirse a su colegio, dejando a sus dos hermanos en el jardín. Los recogería luego, una hora después de dejar su propio establecimiento estudiantil. Él se ocupaba de vestirlos, alimentarlos, e incluso era él quien tenía que ayudarlos con las tareas; Jimin era como un padre y una madre para sus dos hermanos.

Los dejó, los niños se despidieron con un beso y una sonrisa amable, este era su primer día de clases en la escuela, al igual que para Jimin este era el primer día de colegio; los horarios eran los mismos que antes, cuando Jimin iba a la escuela y los niños al jardín de infantes, tuvieron más o menos el idéntico horario de ahora.

—¡Adiós!—se despidió el mayor de los varones. Una vez que estuvo seguro que sus hermanos entraron a la nueva escuela, partió hacia su destino—Estoy cansado, Dios... No lo soporto.

Que Jimin se quejara era lo de menos, su ira por no poder llevar una vida normal lo alteraba; él también quería vivir esas aventuras adolescentes que tanto presumían los chicos de su edad, necesitaba ser un niño para poder ser feliz, sin embargo, no podía.

Dinero para el autobús siempre le hizo falta, desde que comenzó a "independizarse" para ir por cuenta propia a estudiar sus padres jamás le dieron dinero para tomar un taxi, autobús, o cualquier medio que no fueran sus piernas; así que, si iba rápido, podía presumir que tan solo se demoraba media hora en llegar. Ahora que sabía el tiempo empleado podía hacer en su cabeza horarios de salida de casa, a qué hora desayunar, e inclusive a qué hora despertar.

SAUDADE: Bestias | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora