Capítulo 6

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Jimin estuvo sentado en la cama de su habitación por más de media hora, a pesar que las voces de los adultos todavía se oían, no se entendían. Esperaba el momento justo para llevar a cabo la idea tan retorcida que tenía en mente, era arriesgada mas necesaria e importante para él. Deambuló por su cuarto sin encontrar nada que hacer, se estaba dando también fuerza mental para despejar su mente de los nervios, todo podía o bien salir genial, o bien estaría cavando su propia tumba.

Respiró hondo, tan hondo que su pecho dolió por la fuerza empleada, pero más dolió hundir los dedos sobre garza que cubría su herida fresca. Los hundió tanto que el ardor y el reabrir de la carne fue inevitable. Segundos después, donde solo hubo silencio porque, como dicho antes, llorar o quejarse por algo así era en vano, la garza comenzó a absorber toda la sangre que brotaba, la absorbió hasta quedar completamente roja y empapada, como era de esperarse lo hizo solo en la herida del brazo derecho para no levantar sospechas.

Corrió escaleras abajo con una expresión fingida de dolor, sostenía con una mano la garza para que pareciera un accidente, y en su boca llevaba lista una petición de ayuda hacia su profesor.

—¡Profesor, Jeon!—interrumpiendo la charla se postró delante del llamado, enseñó su brazo y poco falto para que su maestro se abalanzara a socorrerlo—Comenzó a sangrar nuevamente, yo... Yo no sé como-

—No, no, tranquilo, hiciste bien bajando aquí—él se concentró en la herida de Jimin con el ceño fruncido, la observó por todos lados antes de añadir: —Espera aquí, haré esto rápido—antes de dejar a Jimin ahí con sus padres, Jimin apretó disimuladamente la mano del adulto, lo miró intensamente con esos ojos suyos marrones, tan intenso que el profesor no tardó en entender—Mejor no, ven conmigo, hay que enjuagar esto.

—¿Necesitas una mano, Jungkook?—el coqueteo de su madre de nuevo estaba presente—Puedo acompañarlos si hace falta.

—No hace falta.

Sin esperar una respuesta el profesor llevó a Jimin al segundo piso, en el camino tomó el maletín a unos metros de distancia de dónde estaba antes sentado. Sin decir nada los dos se dirigieron al baño, Jimin entró seguido por Jungkook, y una vez ahí, los dos quedaron uno enfrente del otro a una distancia corta. El adulto no estaba intimidado por la cercanía obvia de Park, es más, su ceja enarcada parecía infligir un reto para Jimin.

—¿Tú hiciste eso a propósito?

Jimin parpadeó sin entender.

—La herida, has vuelto a abrirla por voluntad propia. ¿Por qué?

Jimin quería saber cómo lo había sabido, mas no lo hizo y solo dio un paso adelante—Quería hablar con usted, profesor.

—¿Y qué es de lo quieres hablar, Park?—él no se inmutó, podía ver cada peca en las mejillas de Jimin, sus espinillas sobre la perfilada nariz, y esas imperfecciones que todos los adolescentes a catorce años tienen—¿Por qué me has hecho venir hasta aquí?

Mandando los nervios muy al fondo de sus sentidos, Jimin levantó el mentón orgulloso, y respondió: —Quiero venderme a cambio de dinero.

La expresión seria de Jeon no cambió en ningún momento, ni siquiera parpadeó, no hubo un atisbo de sorpresa o asco, no hubo nada. Jimin no entendía si él lo estaba juzgando en silencio, o todavía procesaba lo que había oído.

SAUDADE: Bestias | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora