deadroses

Ottenere

Me gustaría tener el valor de cuestionar tus acciones, cada una de ellas de principio a fin. Porque no tengo claro el porque actuas de esa manera.

"¿Por qué no quieres que me enamore de ti?" Esa era la primera vez que la veía avergonzada queriendo evadir la pregunta, el color rojo que cubría sus mejillas se veía adorable.

No te enamores de mí, por favor.

Me había pedido algo imposible de hacer, aquella demanda de imprevisto me causo curiosidad. Su postura no era la misma, ahora se veía indefensa y rota.

"Solo no lo hagas." Pidió encogiendose y apretando los puños, no entendía en lo más mínimo porque hacía eso. "No quiero alejarme de ti." Aquella confesión me dejo sin palabras, pensé que solo era una chica más con la cual podía divertirse. Cuando salí de mi pequeño transe ella ya no estaba ahí, desapareció como el polvo siendo arrojado a una ráfaga de viento.

El corazón le pesaba de pronto, los latidos eran tan fuertes dentro de si que no podía escuchar su alrededor. Quizás otro día tendría la oportunidad de hablar con ella sobre esto, aunque probablemente Boscha le ignoraría.

De alguna forma debía seguir escondiendo lo que sentía.

Pero por otra parte quería decirle.

En otra vida quizás el destino las une como desea, apreciar la felicidad de esa chica era su mayor deseo.

Se dice que Dios castigo a lucifer de maneras incontables pero ninguna de estas fue factible.

Por lo cual le hizo enamorarse de su creación y romperle el corazón.

Ella nunca aceptaría sus sentimientos a pesar que estuviera condenada a la muerte, no podía hacerlo cuando está forzada a estar sola.

Así debía de ser, no perdonaría caer ante los encantos inútiles de una simple flor que se marchita fácilmente.

Aquella rosa encandilada ante la calidez de su presencia no sería tomada de su lugar.

Ella tiene un estatus el cual proteger y ser digna de tener.

¡No existe tal cosa como el amor!

Ninguna persona amerita de tu querer, nadie conseguirá ser dueño de tus acciones y suspiros, ni un empedernido por su belleza llegará a tenerla,
  ¡Nadie es merecedor de ti!