Still the one [KawaSara]

Zankokuna Umei

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Agradecimientos especiales a mi Beta: Hikari Takaishi Y

Espero que la lectura sea de su total agrado.

Summary: Una angustia agobiante, un ave graznando y un jarrón roto, señalaron la fatalidad del destino cruel.

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Day 5: I'm sorry/ Fate / Broken vase.

Zankokuna Umei.

«Mi destino siempre estuvo vinculado con la muerte, aunque lograra burlarlo en el pasado, tarde o temprano me alcanzará»

Sarada suspiró por enésima vez en lo que iba de mañana, se sentía desesperada e impotente porque no la dejaban salir a buscar a la persona que ella está esperando.

—¿Te sientes bien?— Ino llegó hasta a ella preocupada y le puso una mano en la espalda —Te ves algo pálida, deberías ir al hospital para que tu madre te revise o siéntate un momento para yo misma pueda revisarte.

—No se preocupe por eso, Ino-san— intentó sonreír para tranquilizarla, pero fue inútil.

—¿Estás segura?— interrogó.

—Completamente— afirmó —. La ayudaré con esos jarrones.

—Ni hablar, en tu estado es peligroso que hagas ese tipo de esfuerzos— denegó con severidad.

—Yo soy fuerte— orgullosa, le mostró sus músculos.

—¡Aaassh, eres tan idéntica a tu madre que me da jaqueca! Terca cuando se le mete algo en esa frente kilométrica— negó resignada.

En los últimos días, había insistido en ayudar a Ino con su floristería, para distraer su mente, y no pensar en eso que la mantiene terriblemente ansiosa. Sin embargo, es consciente que a veces se esfuerza demasiado y eso podría dañarla de alguna manera. Su madre a veces está con ellas, pero Sakura tiene responsabilidades como líder del equipo médico.

Un graznido familiar resonó en el cielo, al fijar sus ojos por la ventana, vio al halcón de su padre volar en dirección a la torre Hokage. Un estruendo de algo impactando con fuerza en el suelo, hizo que se sobresaltara.

—¡Que torpe soy!— la rubia corrió a buscar una escoba para recoger el jarrón que acaba de estallar en miles de pedazos.

Sarada observó el desastre con un desasosiego asfixiante en el pecho, primero el halcón y después un jarrón que se rompe de la nada. Eso no era un buen augurio, algo terrible había pasado, su ser se lo decía a gritos.