«Sengundo y tercer mes»

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— De verdad, no era necesario que me acompañaras. Yo habría podido ir solo. —dijo el jovencito, entrando por la puerta de la casa de los Min.

Tras de él, YoonGi entraba con un par de maletas en sus manos, para después ponerlas en el suelo y así cerrar la puerta a sus espaldas. Cuatro largas semanas habían pasado desde la última cena en la que las cosas, no salieron precisamente como las esperaban. Cuatro largas semanas en las que el omega no había vuelto a ver a su familia quien sin remordimiento alguno, le echaron a la calle y ni una llamada o mensaje le habían enviado.

Con esfuerzo había conseguido que su madre le dejara entrar por sus pertenencias cuando su padre no se encontraba en casa debido a su trabajo. El señor Park, le había prohibido rotundamente a su esposa, dejar volver a su hijo, puesto que se sentía deshonrado y decepcionado de su hijo menor. La señora Park, era una abnegada mujer siempre obediente de su marido, por ello mismo, Jimin no había podido poner un pie de regreso al que fue su hogar toda su vida.

YoonGi miró hacia arriba luego de levantar nuevamente las maletas, las llevaría a su nueva habitación. Aunque consideraba innecesario haber ido por su ropa, ya que él le habría comprado nueva. Su cuenta de ahorros mantenía una buena cifra y a sus padres jamás les hizo falta el dinero. Aún así comprendió que el omega no solo quería volver por sus pertenecías, sino que guardaba la esperanza de que sus padres cambiaran de opinión al verlo, y, de alguna forma, lo perdonaran.

Sin embargo aquello no pasó.

La madre de Jimin fue indiferente a su presencia en su hogar, fue cortante al no dirigirle la mirada y apenas unas cuántas palabras "por educación" cuando le dejó entrar, diciéndole que procurara no tardar demasiado en empacar para que ni su hermano, ni su padre, supieran que había estado ahí con su permiso.

YoonGi se sintió mal por Jimin, porque él no merecía ese trato de sus padres. Y si bien, había sido un error, el no dejaba de ser su hijo, y ese pequeño no dejaba de ser su nieto. Pero el comprendía también que a veces los padres podían ser así de crueles, sin importar ser sangre de su sangre.

— Yo quise ir, además, todas las maletas, no podrías haberlas traído solo. —le dijo intentado ser gracioso. Pero solo consiguió una mueca mal hecha en el rostro del omega.

Jimin se notaba dolido, afectado por la situación y eso le preocupaba. Lo menos que quería es que éste entrase en depresión o enfermara. YoonGi quería hacer todo lo que tuviera al alcance para que esa mirada triste y rostro desolado volviera a iluminarse como en el pasado, cuándo Jimin era un pequeño adorable de mejillas esponjosas y sonriente.

Él estaba dispuesto a darle todo, a devolverle un poco de felicidad y quién sabe... Algún día, tal vez Jimin podría mirarlo con otros ojos.

Unos ojos que no reflejaran la mirada de sólo un amigo, sino de algo más. Quizá algún día, YoonGi podría aspirar a ganarse el amor de Jimin y que éste lo quisiera tanto, como lo hacía él.

Pero claro, YoonGi sabía también sobre las consecuencias que podían llegar a ocurrir si nada de eso se hiciera realidad. Él sabía, que no podía obligar al omega a quererlo solo por ayudarle. Él estaba consciente de que nada de esto le aseguraba un puesto en su corazón y que ni todas sus esperanzas serían suficientes para no salir lastimado y sufrir en el proceso. Al menos, lo intentaría.

YoonGi bajó de nuevo las maletas, dejándolas a mitad de la amplia sala principal y caminó hacia el omega, acunando su rostro con sus dos manos antes de abrazarlo y dejarlo llorar nuevamente en su pecho. Pronto los espasmos por el llanto estremecieron su cuerpo y los sollozos se hicieron escuchar.

Promise || Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora