✧Puma✧ C.YJ

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Su subconsciente lo despertó al no sentir el calor extra al que se había acostumbrado, el aroma de jazmín y canela era casi imperceptible muy pronto comprendió que Khione había despertado.

Se sentó en la cama y se talló los ojos para terminar de despertar, no le gustaba cuando se despertaba antes que él. Amaba ver el rostro de Khione dormir plácidamente en su abrazo y su aroma los envolvía a un estado de paz que vagamente podía recordar, sus únicos momentos en paz era cuando sus padres vivían con él.

El aroma a salchichas ahumadas hizo que se levantará de la cama, con el cuerpo aún adormilado llegó a la cocina donde se encontró con la imagen de Khione sirviendo el desayuno, el corazón se le aceleró; aunque trataba de no mostrar algún tipo de interés estaba seguro de que sus orejas decían otra cosa.

En su defensa no quería encariñarse con Khione, pues antes de que estuviera en el laboratorio era un niño muy cariñoso y fácil de ganar su corazón. Aunque durante los primeros años en el laboratorio era amable con todo el mundo aún inclusive cuando lo lastimaban dejándole moretones, heridas, a veces medio muerto, él seguía siendo el mismo Niño cariñoso de siempre.

Lamentablemente después de un tiempo aprendió que él no tenía que ser amable y mucho menos cariñoso con los humanos que solamente lo lastimaban. El niño confiado que fue una vez, se volvió un chico que era desconfiado y cada vez que veía a un humano acercarse a él siempre se imaginaba lo peor.

Por eso odiaba que los humanos se acercaran a él por temor de que pudieran lastimarlo, creía firmemente que un humano no podía ser amable con él. ¿Entonces porque últimamente sentía que podía confiar en Khione? ¿Por qué la había abrazado aquella noche sin ningún problema?

Su mente le decía que no confiara en ella, pero su instinto le decía otra cosa...

—¡Buenos días! — el saludo de la fémina lo saco de trance a lo que respondió con un leve "buenos días" —Se que las salchichas ahumadas son tus favoritas, así que disfrútalas – simplemente asintió para comenzar a comer.

Si sus cuentas no le fallaban llevaba dos semanas en la casa de Khione y todos y cada uno de los días no había día en que no lo consintiera, aunque la parte que más odiaba era cuando ella tenía que irse.