Capítulo I

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Caminaba rápido bajo la cuidad de Madrid. Rodeada de miles de personas. Hora punta a mediodía.

Colgaba de mi hombro derecho la mochila de deporte donde tenía toda la ropa necesaria para dar 3 horas de clase esta tarde. Una de clásico, con las más peques quienes se sentían auténticas princesas en cuanto se ponían su tutu rosa. Las dos restantes, eran de zumba. Este nuevo estilo estaba muy de moda y la gente cada vez lo reclamaba más. Con mi brazo derecho, sostenía mi Bloc de clase lleno de bocetos y diseños para mi próximo proyecto universitario y otro Bloc lleno se ejemplares de telas con gran variedad de colores y estampados. Sí, estudiaba segundo de carrera de diseño de moda. Y sí, también trabajaba como profesora de baile en una Academia del centro de Madrid para poder pagarme parte del alquiler del piso que compartía con dos amigas más.

Noté como uno de los blocs comenzaba a resbalarse poco a poco mientras yo caminaba haciendo equilibrios para conseguir que volviera a su lugar cual payaso de circo encima de una pelota gigante haciendo un enorme esfuerzo por no caerse de ella.

Cuando no quedaba nada para conseguir volver a mi postura inicial, un golpe por la espalda hizo que, definitivamente me cayera de la gigantesca bola de equilibro viendo desde el suelo como todo el contenido de mis dos blocs quedaba esparcido por el suelo del metro de Madrid.

Aturdida vi como un chico con capucha intentaba reunir de nuevo todos los folios y telas. Me incorporé justo cuando él venía hacía mí.

-Lo siento muchísimo, ¿te encuentras bien? ¿Te duele algo?

-No tranquilo, estoy... ¡¡MIERDA!! ¡¡MI PROYECTO!!- grité estallando en cólera.

-He recogido lo que he podido, aunque dudo mucho de que sea todo lo que ha caído...- dijo mirando al suelo a modo de disculpa.

-Vale, da igual, gracias por lo que has conseguido recuperar...- no se ni cómo conseguí decir aquello ya que de lo único que tenía ganas era de chillarle todo lo que me había costado hacer aquel proyecto y que para la próxima mirara mejor al andar...

-De nada, era lo mínimo. Tengo demasiada prisa y no he mirado por dónde iba- se justificó- bonitos dibujos, por cierto

Cuando dejó de memorizar el suelo y por fin me miró directamente a mí, creo que la pelota gigante de payaso de circo volvió a aparecer para, esta vez pegarme en la cabeza. No hizo falta que se quitara la capucha, Carlos Marco se despidió de mí rápido y comenzó a andar en dirección al lugar a donde estaba segura, iba a llegar tarde. Mientras yo, me quedé petrificada viendo a los pasajeros entrar y salir de la estación.

Persiguiendo Sueños (Carlos Auryn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora