Los Días de los Amantes. (HuaLian) (TGCF) [EN PAUSA]

II ~ Los pasos de los nacidos bajo la corona.

Las coronas se rompen y los tronos se desmoronan. Los reinos caen sobre sus cimientos hechos de cenizas y secretos, y en medio de ellos, ¿Que será lo único que sobrevivirá?
Cariño, he jurado morir por tí...
Entre reyes y monarcas, coronas e imperios, la línea que divide amigos de enemigos es extremadamente delgada.
Pero, ¿Que pasa con la que limita a las almas gemelas que se encuentran en la guerra?

¿A dónde van los amantes cuando la primera espada es desenvainada...?

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Cuando Feng Xin despertó, lo primero de lo que fué consciente fué de alguien dandole algo de beber.
Era un líquido liviano pero muy amargo, podía sentirse una leve escencia de hiervas aromáticas y algo picante quedándose en la punta de la lengua. Feng Xin se atragantó con el líquido cuando sus sentidos estuvieron despiertos casi por completo.

"¡Cof! ¡Cof! ¡Cof!" Escupió la pequeña parte del líquido que aún no había pasado a su garganta y al sentir el amargo sabor picar en ella, empezó a carraspear, intentando que se desvaneciera lo más rápido posible. No era como si lo hubiera logrado demasiado "¿Q-que mierda?" Ni siquiera la medicina que la curandera del palacio de Epyro preparaba y se la daba cuando era niño, la recordaba tan amarga.

Su respiración de volvió pesada, se inclinó hacia un lado y colocó su peso sobre una mano, apoyó el dorso de la otra sobre sus labios y cuando al fin fue consciente de estar completamente despierto, abrió los ojos y enfocó lo que tenía en frente. Al principio no reconoció la alfombra en la que estaba sentado, le mareó mirar aquellos patrones repetitivos de colores llamativos entre rojos, azules y púrpuras, en medio de un tejido irregular de lana gruesa. Feng Xin frunció el ceño, ese tipo de tejidos no eran comunes, al menos no a lo que estaba acostumbrado.

Pero, ¿Que demonios...?

Levantó con cuidado la mirada, esperando ver las paredes de blanco pintadas con escenas de batalla, cobijadas a los lados por cortinas de lino rematadas con hojas de laurel bordadas, lo cual era típico en las habitaciones de su palacio en Artemis, sin embargo, lo que sus cansados ojos vieron fué algo tan abrumador como esa alfombra colorida: innumerables trazos de colores en la pared, telas coloridas colgando a modo de cortinas terminadas en bonitas borlas de hilo rojo, colgantes de cristales de forma irregular se sacudían levemente y provocaban reflejos al chocar entre ellos. Feng Xin soltó todo el aire que parecía haber estado conteniendo por un largo rato, como si necesitara una nueva respiración para poder confirmar lo que en el fondo ya temía.
No estaba en Artemis, tampoco en Epyro y mucho menos en Acriane. No estaba en ningún lugar que hubiera pisado antes...

Ah.
Por todos los dioses del Atra, ¿Dónde carajos estaba?

"Al fin despertaste"

El cuerpo de Feng Xin reaccionó antes que su mente, se giró rápidamente y tomó lo primero que encontró con intensión de golpear a quien sea que estuviera ahí. El desconocido interceptó el movimiento casi a último momento, agarró la muñeca de Feng Xin y debido al estado deplorable en el que aún se hallaba el castaño, logró contener la fuerza de su antebrazo.

"Eh, tranquilo, Feng Xin. Soy yo" el reconocimiento de aquella voz menguó la alteración del castaño. Feng Xin se giró "y ya baja esa cuchara, no creo que puedas hacerme daño con eso..."

Entre el cabello castaño suelto que aún cubría sus ojos, Feng Xin alcanzó a ver una cabellera negra que rozaba un poco más allá de los hombros, luego unos rasgos marcados en piel olivacea y por último, los ojos verdes familiares de Xu Yong le miraron con una expresión en blanco.

"¿Xu Yong?" el pelinegro parpadeó con calma "¡Xu Yong!" antes de que el mencionado pudiera preveer lo que Feng Xin haría, el castaño se había aferrado a él en un breve abrazo antes de apartarse y tomarle de las mejillas como si estuviera revisando que no tuviera ninguna herida.