I ~ Un dios sobrevuela nuestra historia.

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En medio de la madrugada, cuando los dioses empiezan a menguar la luna sobre Sibilia, un águila sobrevuela aquellas tierras, en sus alas lleva el peso del viento y la verdad, en sus garras se mantiene atado un mensaje, un inicio, un llamado al desastre. Su vuelo hasta Xiane, la ciudad imperial, está a punto de llegar a su fin.
¿Cómo puede algo tan grande ser llevado como algo tan frágil y liviano entre las espuelas de un ave? ¿Cómo puede el peso del reino Acriane sobrevolar sus propios cielos? ¿Es así como los dioses sobrevuelan llevando los sucesos que están por acontecer?
Nuestra historia es tan frágil como un mensaje chocando contra el viento y es tan excelsa como una águila real sobrevolando éste reino...

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En medio de las primeras horas de la mañana, dos pares de sandalias se oyeron repicar sobre el piso del silencioso palacio, hicieron eco entre los pasillos y las estatuas de roca pulida que se hallaban en la mayoría de las esquinas, los ojos de aquellas deidades de piedra observaron a un joven príncipe siendo escoltado por un guardia, el primero llevaba ropas livianas, un simple quitón blanco que le llegaba por encima de la rodilla, cubierto por una capa larga de lana que lo resguardaba del frío de la madrugada, el único sonido que su bella presencia producía era el roce de las telas contra su cuerpo y el peso liviano de sus pies sobre el cuero del calzado, era un sonido suave y tranquilo, muy distinto al que producía el guardia detrás de él, con su pesada armadura y el tintineo que producía al chocar contra el escudo de metal.

Xie Lian suspiró y entrecruzó sus manos sobre su espalda, tenía el aspecto de un muchacho recién levantado, con el cabello castaño claro suelto sobre sus hombros y el rostro algo ido, pero más allá de su simplicidad estaban las líneas y la belleza clásica de un noble, de un nacido bajo la corona, de un joven semidios que había bajado del Atra, el hogar de los dioses, para tomar la corona de un hermoso  príncipe mortal.

Cruzaron el pasillo que daba hacia los campos de entrenamiento dispuestos en el palacio, guiados por la leve luz de la mañana naciente, Xie Lian notó el tan esperado silencio de horas como esa, interrumpido solo por el guardia detrás de él. Ladeó el rostro recordando la insistencia de Ruoye en que siempre debía llevar un guardia con él, independientemente del lugar o la hora. No pudo evitar pensar en que el Capitán de la guardia real era un hombre realmente dedicado a su misión.

"Es mi deber asegurar su bienestar, Alteza" le había dicho Ruoye una vez,  mientras veían el horizonte de Xiane, lado a lado, en un torreon de columnas altas en el palacio "el suyo, el de la familia real y el de toda la Ciudad Imperial".

"Eres el Capitán de la guardia real, Ruoye. Ese es tu deber..." Xie Lian había mirado hacia el hombre castaño a su lado, en sus pristinas vestiduras blancas, con la armadura de metal plateado y cuero oscuro, abrazado por la capa blanca abrochada del hombro por una flor de plata atravesada por una espada, el símbolo de la capitanía de la guardia. Xie Lian había visto sus rasgos elegantes entre la madurez y la juventud, si, le llevaba más de seis años, pero extrañamente se veía casi de su misma edad y con ese aspecto, ¿Cómo podía evitar tratarlo como si así fuera? "Pero, ¿Que pasaría si yo dejara de ser un príncipe?"

"Eso es algo inimaginable, Alteza…"

"Ruoye…" el hombre había suspirado con una leve sonrisa y mirado un punto fijo entre las columnas del primer piso.

"Si ese fuera el caso, mi querida Alteza, encontraría la forma de seguir siendo su protector"

La luz de la mañana chocó contra su rostro y el campo de entrenamiento le saludó cuando caminó entre las altas columnas de piedra tallada que limitaban en la acera antes de las arenas de combate, Xie Lian sonrió levemente y suspiró, el aire externo se sentía frío y agradable contra su piel. De repente, el silencio se vió interrumpido por el sonido distante de una espada cortando contra algo y provocando el sonido sordo típico del metal contra la madera, Xie Lian parpadeó intrigado e intentó estirar el cuello para avistar a quien había tomado las horas de la madrugada para entrenar a escondidas, no es que aquello no estuviera permitido, pero resultaba bastante particular. Dió un par de pasos y avanzó, las sandalias repiquetearon en el trote y de repente se ralentizaron cuando había alcanzado a ver al sujeto, la figura juvenil, alta y de aspecto fuerte pero moderado, junto a esa cabellera del negro más intenso que había visto en toda su vida, la cual reconocería dónde fuera. Xie Lian miró hacia los alrededores y luego se enfocó en la figura lejana que aún estaba de espaldas sin notar la presencia de los otros dos, una pregunta se grabó en su rostro.

Los Días de los Amantes. (HuaLian) (TGCF) [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora