La espera se había convertido en una tertulia. Mientras más se acercaba la hora, más nervioso me sentía, él no había llegado y me sudaban las manos pensando en que quizá se había arrepentido y nunca lo haría. Las voces de los demás se escuchaban lejanas, incluyendo la de Jimin, quien conversaba conmigo de forma directa, mientras yo le prestaba mi atención a medias con bastante esfuerzo.
Me sentía un poco mareado, seguramente se debía a que mi cuerpo estaba resintiendo el haberme pasado el fin de semana prácticamente a expensas de pura agua mineral, mi estómago me avisó escandalosamente que necesitaba echarle combustible, comida de verdad. Un estruendoso sonido estomacal, que llegó hasta los oídos del secretario Jimin, provocó que él diera un respingo y mirara directamente hacia mi abdomen, qué digo abdomen, barriga. Cuando el pelirosa clavó su mirada justo donde se originaba el rugido de mis tripas me acomodé un poco más la chaqueta que estaba abierta y echada hacia los lados de forma descuidada, no puedo negar que sentí un poco de vergüenza cuando reparé en su mirada. Tenía que ponerme a reducir por lo menos unos 15 centímetros de mi cintura lo antes posible.
Jimin ahora me miraba fijamente a los ojos con la interrogante marcada en su expresión facial.
—¿Hace rato que no come, Jung? No se preocupe, ya me ocupé de tener listo un aperitivo para nuestros invitados —inclinó su cabeza y tocó su mano izquierda para descubrir su reloj de muñeca de debajo de la manga de su traje, se fijó en la hora—. Aún es temprano, si quiere lo puedo acompañar y nos adelantamos para que tome algo ahora —se fue acercando a un costado de mi rostro hasta que su cálido aliento chocaba contra mi oreja—, no vaya a ser que su estómago lo delate en plena reunión.
No me parecía mala idea. Pensar que todos se fijaran en mi barriguita que justamente quiero ocultar me hizo sentir abrumado. "Sería bueno hacerle caso", es lo que me dije para mis adentros. Me puse de pie y él tomó ese hecho como una respuesta afirmativa, de inmediato me imitó quedando de pie junto a mí y acto seguido me percaté de que todos los presentes habían dejado de conversar y nos miraban con suma atención.
Jimin sonrió con un poco de culpabilidad e hizo una ligera venia para hacer entender que todo estaba bien. Todos volvieron a seguir el hilo de sus conversaciones como si nada hubiera pasado. Hasta un simple gesto como ese le salía tan natural a ese secretario, ni siquiera tuvo que hablar para hacerse cargo de la situación, que para mí resultaba un poco tensa.
—Señores —llamó en voz alta reuniendo la atención de todos—, por favor discúlpennos al señor Jung y a su servidor, nos ausentaremos de forma breve, pero estaremos de regreso en diez minutos.
Yoongi, que llevaba rato hablando con Bogum, se acercó a mí con el seño un poco fruncido. Mi novio no sabe disimular sus celos. Justo antes de que él pronunciara alguna palabra fui tomado por la muñeca y fui halado hasta un Jimin que ya se encontraba caminando hacia la salida. Eso se sintió extraño, pero me dejé llevar.
Miré sobre mi hombro y Yoongi se encontraba con sus manos hechas puños en cada costado de su cuerpo. Esa mirada de odio no iba dirigida hacia mí sino al chico que quizá nunca se enterará que le estaban deseando la muerte en ese mismo instante.
Una vez fuera de la recepción de mi oficina, Jimin se apoyaba en el carrito de la máquina de limpiar pisos que estaba en el pacillo cerca de la puerta por donde acabábamos de salir por vez que se agarraba el estómago para continuar riendo, no pudimos caminar más de cinco pasos y yo me encontraba pegado a una pared del poco espacio que quedaba entre la máquina de limpieza y Jimin, absorto, observando al pelirosa mientras éste se retorcía de la risa. El conductor del vehículo de limpieza, que en un principio estaba mirando raro al secretario, al poco tiempo también se había contagiado de su risa.
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El ex-cibernovio [Hope-V]
Fiksi PenggemarNadie queda mal después que se inventaron las mentiras, eso oía decir. Yo solía vivir pensando de esa manera, pero ya no más. Las mentiras son capaces de hacerte cautivo de su juego infinito, si has caído en él, aunque no creas tener salida, nunca d...